El perro

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Una brisa caliente bufó hacia su dirección. La oscuridad era casi total y, aun así, pudo ver como un vórtice oscuro se abría encima de ella mientras el aire se llenaba de horribles olores que jamás podrá olvidar. Empezó a asfixiarse cuando sombras que extrañamente podía ver en la negrura pasaban a su lado, y de pronto, la luz volvió en algún momento y se encontró en la calle.

Moría de forma lenta y agónica al mismo tiempo intentaba respirar; al menos esa vez sabía dónde estaba. Todo a su alrededor era blanco, negro y gris, pero ninguno de sus compañeros de clase, que se dirigían hacia al instituto, pareció darse cuenta.

Cuando todos se fueron, sintió el sudor frío y una alta sombra a pocos metros detrás de ella. Se levantó e intentó ir desesperada hacia la humanidad, pero esa persecución no cesó por muchas calles que atravesaba. Apenas pudo correr y aún menos respirar; no fue capaz de llorar, gritar o ver nada más que esa sombra acercándose tan lentamente que parecía no moverse.

Lo intentó varias veces hasta que empezó a notar el movimiento de sus párpados y como recuperaba el control sobre ellos. El dolor en su pecho desapareció y abrió completamente los ojos. La luz solar apenas entraba por la ventana, por lo cual supuso que no era demasiado temprano.

Se levantó de la cama y caminó a su armario para elegir la ropa de ese día. No era su primer día de clase, y aunque el horario solar veraniego persistió, el frío invernal se acercaba más cada día.

Comprobó la hora en su móvil: apenas las siete y media. Demasiado tiempo para vestirse, lavarse y peinarse. Se sentó en la cama y recapituló en su mente el sueño, algunas veces completando con su imaginación partes faltantes y otras saltándose su huida. Hacía tiempo que no tenía pesadillas y no eran muchas para sus catorce años; sin embargo, el "acontecimiento" despertó un sentimiento de temor y exaltación que le gustaba, pero también evitaba.

Apenas dos meses atrás, en un día de verano despejado, empezaron a formarse nubes oscuras fuera del pronóstico meteorológico. Lentamente se unieron en una gran espiral y los vientos se levantaron por toda la Tierra. Un extraño portal se abrió en el cielo y en unas horas, personajes muy peculiares descendieron bruscamente.

Se calculó que el área total de esa formación pudo haber eclipsado la Tierra, ya que se extendió por los dos hemisferios hasta casi superar el ancho del planeta, pero nunca se supo cuál era su profundidad exacta, pues desapareció en pocas horas. Pero ellos no.

Cuando aparecieron las primeras imágenes por las televisiones, fueron sin duda creepypastas: personajes pertenecientes a historias de terror.

Durante días, la alarma social fue tan grande que muchas familias no salieron de casa, cerrando comercios y escuelas aún con el testimonio de algunos sobre que no querían matar a nadie, tenían un objetivo selecto o que lo único que deseaban era retirarse y vivir tranquilamente; difícil de creer incluso para ellos. Nadie podía vivir de esa manera, así que en poco menos de una semana, se reclamó un líder para firmar un tratado mundial.

Algunos creepypastas salieron adjudicándose ese puesto, otros recomendaban, pero en seguida apareció Él en una neblina. Zalgo optó por no presentarse por su nombre, ni siquiera hablar a penas. Firmó y repitió palabras bajo la condición de que en algún momento, no muy lejano, las olvidaría.

No fue sostenible seguir viviendo con la constante paranoia y miedo, así que todos decidieron marcar espacios seguros, evitar y olvidar ese día, esperando huir de la realidad. Y cuando todo empezó a estabilizarse lentamente, resultó que la mayoría de los que cayeron, sean o no creepypastas, eran seres sociables y, algunos, aptos para comprender el funcionamiento de una sociedad, aun sin serlo en la práctica.

Cuando las dimensiones convergen.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora