Trabajo, trabajo y un payaso

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— Muchas gracias

Agradeció a quienes habían colocado el nuevo tapiz y también a quienes arreglaron la fuga de agua. Cerró la puerta y recorrió el lugar con su mirada, ahora que el inconveniente del agua estaba arreglado y las paredes estaban listas era tiempo de limpiar todo muy bien para amueblar la casa.

Con una escoba comenzó a barrer todo el polvo que había del segundo piso, estornudo más de lo debido pero siguió con su tarea, era algo tarde, el sol estaba por ponerse así que quiso apresurarse para terminar el día de hoy y mañana iría a comprar los muebles, la verdad no entendía por qué su madre quería que la casa estuviera amueblada si la mayoría de las personas tenían sus propias cosas pero no quiso darle muchas vueltas.

En cuanto el polvo desapareció comenzó a trapear, estaba acalorada así que se quitó la playera que tenía dejando a la vista una blusa fina de tirantes delgados que siempre usaba bajo la ropa.

Cuando su tarea con el trapeador estuvo terminada abrió puertas y ventanas para que el suelo se secara más rápido. Ya todo estaba listo así que se sentó sobre la barra de la cocina a esperar.

Tomó su celular solo para ver si había mensajes, lástima que su buzón estaba vacío. Para ser honestos esperaba que sus amigos la llamarán o enviaran un mensaje pero tal parecía que si ella no lo hacía ellos no se molestaría en hacerlo.

Volvió a dejar el celular a su lado y hecho un vistazo a la casa, era fresca y el tapiz le daba un toque familiar. Sonrió inconscientemente al pensar que aquí paso su juventud, a pesar de no tener recuerdos memorables era bueno volver a su casa.

— ¿Por qué ves todo como si fuera lo mejor del mundo?

Dio un brinco al escuchar una voz a su lado, giro su mirada para encontrarse con aquel payaso sentado de la misma manera que ella. Llevo su mano derecha a su corazón. Un día de estos la mataría de un susto.

— ¿Qué haces aquí?

— Estaba aburrido y harto de la voz chillona de Georgie– dijo mirándola–

— Ya, ¿Y tienes que venir a asustarme?

— Si, eres mi juguete, se supone que debo divertirme contigo.

Se dio una cachetada mental al pensar en cosas que no debía y maldijo su mente sucia por aquello. De un brinco bajo de la barra logrando que él la imitara.

— ¿Qué quieres hacer?– pregunto ella tomando la escoba para sacarla al patio–

— Salgamos

— ¿A dónde?, De una vez te digo que no iré a las alcantarillas– cerró la puerta que daba al patio– Así que...

Se vio interrumpida por él, la tomo de la muñeca izquierda que por cierto aún le dolía y la saco de la casa casi arrastrando.

— ¿Qué es lo que...?– lo vio, ahora era un humano, ese humano, era la misma forma que había tomado hace años para salir con ella– Penny... ¿Qué haces?

— Me comprarás algo, hace mucho que no como nada dulce

Ella entendió de inmediato a qué se refería así que con una sonrisa se dejó guiar por el mayor hasta estar frente a una pastelería. Ambos entraron, ella solo lo veía a él mientras que él veía los pasteles con la baba a punto de salir.

— Buenas tardes, ¿Algo en especial que busquen?– pregunto la encargada–

— ¿Cuál es su mejor tarta?

— Tenemos una tarta de manzana que a todos les gusta, o hay una de melocotón. Esas son las mejores

— Quiero ambas– dijo ella– Penny ¿Quieres un pastel?

Pennywise: The Other SideDonde viven las historias. Descúbrelo ahora