1| Llegada A La Realidad.

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¿Lista?

Me mordí el labio y miré hacia al frente intentando apaciguar mis nervios con una larga y profunda respiración.

Ya estás aquí, Nia. Debes estarlo.

Asentí ligeramente para mí misma y tomé con firmeza mi bolso dando los últimos pasos hacia la salida del aeropuerto. Las puertas se abrieron y el viento fresco del final del verano chocó con mi rostro, instintivamente pase los dedos por mi flequillo, asegurándome de que se mantuviera en su lugar. El cielo estaba despejado y el sonido suave de la naturaleza se mezclaba con el lejano de la ciudad. En la avenida había una infinita fila de taxis y decenas de autos que llevaban y traían todo tipo de personas creando multitud. Todo un mundo nuevo y desconocido que me hizo volver a respirar con fuerza.

Al fin ahí estaba, en la gran ciudad de New York. A solo unos pasos del cambio más aterrador y emocionante de toda mi vida.

Trague en seco, aún bastante inquieta, pero intente no pensar en eso y aparté mi atención al chico trabajador del aeropuerto que se ponía a mi lado tirando un carrito con mis maletas ocultando de forma pésima su respiración agitada. Minutos atrás se había ofrecido para ayudarme al ver que era demasiado peso para mí.

—Aquí esta su equipaje, señorita.

Le sonreí, sintiendo algo de ternura, el pobre tampoco es que pudiera demasiado con ese peso. Después de todo eran tres maletas grandes completamente llenas y él, aunque era alto, tenía un cuerpo muy delgado.

—Gracias. Has sido de mucha ayuda.

—Puedo llevarlas a su auto si quiere. — se secó torpemente unas gotas de sudor en su frente.

Abrí la boca en un pequeño impulso de aceptar, pero me detuve a mi misma dándome cuenta de algo. Miré por encima de hombro para confirmarlo.

—Creo que aún no han llegado a por mi. — dije devolviéndome hacia él. —Pero esperaré, así que ya me encargo yo desde aquí.

Le di una sonrisa amable y él asintió con un pequeño brillo de alivio en los ojos que casi me hace reír. Me ayudó a llevar las maletas a un lado junto a una banca, y tras asegurarse de que estuviera bien allí, se despidió y volvió a entrar al aeropuerto. Me senté mirándolo alejarse, tarde unos segundos antes de apartar la mirada de su dirección.

Cuando volví a mirar a mi alrededor me sentí un poco más pequeña de lo normal. Nunca había viajado tan lejos de casa, y mucho menos a una ciudad tan grande e imponente como New York. Apenas estaba en el aeropuerto, pero sabía que siguiendo esa calle encontraría miles de cosas desconocidas, nuevas y extrañas que me mantendrían alerta y al borde del pánico por un buen tiempo.

En el fondo sabía que no iba a ser un cambio fácil, entendía todo lo que venía a por mí. Universidad, nuevo hogar, nuevos rostros, nueva yo... Pero saber todo eso no cambiaba el hecho de que me aterraba. Una parte de mi sabía que todo eso podía significar grandes oportunidades y podrían salir grandes cosas, pero la otra era muy consciente de que lo que menos me quedaba era la oportunidad de algo. Quizás estaba siendo algo negativa, pero solía sentir que solo era realista.

Así era más fácil aceptarlo.

Sacudí la cabeza e intenté distraerme de esos pensamientos por un rato. Llevaba demasiados días dándole vueltas, debía relajarme un poco, aunque sea antes de que empezara todo. Devolví la mirada a la calle y ansié la llegada de Sebastián, llevaba un tiempo sin verle y esperaba hacerlo pronto. El muy maldito ya tenía toda su vida hecha en la gran ciudad.

Un buen rato después mirar cada detalle de lo que pasaba a mi alrededor dejo de parecerme entretenido. Ojee una y otra vez mi celular, pero no había mensajes o llamadas de ningún tipo. Él debía haber llegado hace mucho, pero no tenía ninguna señal. Comenzaba a preocuparme.

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⏰ Última actualización: Sep 25, 2022 ⏰

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