Capitulo 6. La calidez de un abrazo

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Madara llegó ese día a la comisaría con una extraña sonrisa en su rostro. Para los que le miraban no existía maravilla más extraña que aquella. Nadie nunca recordaba haber visto sintiendo a Madara Uchiha, ni los que le conocían desde la academia.

—Buen día capitán —le saludaron algunos, pero aunque les extrañaba ninguno menciono el pequeño aditamento que llevaba el hombre de la mano.

Le vieron entrar a su oficina y cerrar la puerta como todos los días llevándose consigo al aditamento.

—Puedes sentarte Izuna —le dijo luego de tomar lugar en su escritorio —. Si te da hambre presiona este número y el joven que te responderá te traerá lo que pidas.

—Esta bien.

Madara tenía trabajo, mucho trabajo, todo el papeleo del último caso había estado en pausa y ahora que estaba cerrado debía terminarlo cuanto antes. No era su idea el tener que arrastrar a Izuna con el al trabajo pero el niño insistió en ir, aun no se acostumbraba a vivir en ese gran departamento solo luego de casi una semana. Tampoco le parecía adecuado dejarlo solo cuando sabía que algo podía sucederle sin poder hacer nada para evitarlo, entonces le trajo a la comisaría al menos ahí estaría a salvo cerca de él.

—¿Oye Madara es verdad lo que dicen tus subordinados?—preguntó Izuna.

Madara apartó su vista por unos segundos de los documentos a su cargo para ver que se traía Izuna.

—¿Qué quieres decir con eso?

—Mnn digamos que no están muy familiarizados con mi presencia y algunos de preguntan si seré algún hijo perdido o algo así —su dedito se movió comicamente entre el espacio de ambos —. Creen que eres mi padre y después de todo este tiempo una mujer se apareció conmigo.

—Que tontería, nunca he tenido un hijo. Pero no parece una mala idea, así nos evitaremos problemas a la hora de obtener tu custodia legal, además que si no creyeran que compartimos sangre pensarían que hay algo extraño, yo soy un hombre adulto y tu un niño... te sorprendería lo que se puede pensar.

—Lo sé —dijo para sorpresa del adulto —. Seré un niño pero conosco mucho del mundo, se que algunos adultos tienen gustos por niños como yo —recogió sus piernas sobre el sillón abrazándose a ellas —. Lo he visto, algunos de ellos lo sufrieron mientras vivían.

—Quiero que sepas que mis intenciones no son, ni nunca llegarán a eso contigo. Si bien es cierto que jamás imaginé tener a alguien más conmigo y menos un niño pero cuidate de ti hasta que quieras irte.

—Te dije que eras buena persona. Cuando otros nunca me verían tu su lo hiciste y me cuidas sin pedir nada a cambio ¿Si eso no es ser bueno, no se que significado tiene?

—No soy buena persona Izuna, nunca lo fui pero tu tienes algo que extrae hasta lo más mínimo de bondad que no sabía que tenía.

—Eres un viejito amargado Madara —rio por primera vez Izuna. Una sonrisa dulce e infantil típica de un niño —. Yo me encargaré de hacer felices tus días —se bajó del asiento entre bronquitis de felicidad y le abrazo.

La puerta de la oficina se abrió en ese instante entrando por ella el joven asistente de Madara quien se quedó de piedra al ver la escena de su superior siendo abrazado por un niño.

—¡Lo siento! —se disculpó al instante cuando noto que las miradas se posaban sobre el —. Vine a informarle que los documentos que pidió ya se encuentran listos.

—Perfecto Tobi, muchas gracias.

El joven se retiró al instante dejándoles solos una vez más.

—Izuna acaban de llegar los documentos que pedí para que de ahora en adelante sea legal que vivas conmigo, ¿estás de acuerdo en firmarlos?

—Si, lo estoy! Te lo dije ya Madara —Izuna soltó sus brazos de alrededor del cuello de Madara y se subió sobre sus piernas hasta sentarse en el escritorio —¡Yo voy hacer felices tus días! —le regaló una sonrisa.

—¿Tengo que empezar a temer de esas palabras?—le siguió el juego.

—Bueno eso lo tienes que decidir tu.


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—¿Madara porque estamos aquí? Yo no estoy enfermo.

—Son requerimientos para la adopción, es necesario saber tu estado de salud y yo también estoy interesado en saber como te encuentras.

La enfermera salió fuera para guiarles hasta el laboratorio donde harían los exámenes. Izuna iba  al lado de Madara bastante nervioso.

—¿Qué te ocurre, tienes miedo a las inyecciones? —supuso el adulto al ver la extraña palidez que se había adueñado del infantil rostro. —. Tus manos están sudando.

—N-no es eso... —jadeo bajito —. Es solo que...

Cerró sus ojos con fuerza, como tratando de no ver nada...

—Los hospitales son... demasiado para mí. Siempre hay muchas aquí, nunca se van, sus lamentos son demasiado fuertes... es difícil ignorarlos —su manito se apretó con fuerza alarmando a Madara.

—Es eso cierto Izuna —se detuvieron. Madara le dijo a la enfermera que les diera un segundo —. Perdona yo no tenía ni idea, si quieres nos vamos ya, pediré que hagan los exámenes en casa.

Debía de haberlo imaginado, en los hospitales mueren y mueren personas diariamente, muchas de ellas con sufrimientos que trascienden al otro lado. Era obvio que allí habría más de lo que Izuna podía soportar después de todo era solo un niño.

—Por favor vámonos... Madara —suplicó asustado. Creía que podría con ello pero se había equivocado, por eso no le dijo nada en un inicio pero ya se había sobrepasado su aguante.

—Nos iremos —alzó sin ningún esfuerzo el cuerpecito infantil hasta cargarlo entre sus brazos y llevarle fuera —. Lo siento Izuna, de haberlo previsto no te hubiera traído.

—No es tu culpa yo no te dije.

—De ahora en adelante Izuna debes decirme todo a lo que le temas, todo lo que te suceda y yo cuidare que nunca más vuelvas a sufrir.

—Lo haré, gracias —escondió su cabecita en el espacio de su cuello dejándose llevar por la calidez que emanaba el cuerpo del adulto.

Tan cálido... tan extremadamente cálido.


DarkSide [MadaIzu] By ElizabethUchiha_BL Donde viven las historias. Descúbrelo ahora