Capitulo 2. Lo que veían sus ojos.

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Madara regreso unos diez minutos después a donde esperaba el niño, llevaba consigo un sandwich y un zumo. No era de su conocimiento el como tratar o cuidar de un niño pero, suponía, que si este estaba hambriento no tendría ganas de hablar.

Abrió la puerta del coche sentándose justo al lado del niño que le había hecho un espacio para que tomará lugar. Sacó el sandwich de la bolsa y el zumo para dárselo al niño que agradeció con un movimiento de cabeza.

—No sé si será de tu agrado —se refirió al zumo de tomate, en lugar donde estaban no había mucho que comprar para un niño, gracias al cielo su asistente tenía un zumo de tomate el cual le quitó sin dar explicaciones.

—Huele a tomate, no te preocupes, no soy quisquilloso —respondió.

Madara le dejó comer con tranquilidad dentro del coche mientras le ordenaba a sus hombres lo que deberían hacer, el tenía otros planes por esos momentos como llevar al niño a otro lado para ver que obtenía por su parte. Reiterando otra vez que ese lugar no era adecuado para un niño.

El niño comió con absoluta calma nada propia de un niño hambriento, parecía que quería retrasar lo que inevitablemente ocurriría.

—Vamos a ir a otro lugar más bonito, ¿te parece si podemos? —preguntó al adulto tomando el lugar del conductor.

—Me parece, este lugar no es de nuestro agrado.

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El capitán llevó al niño a un lugar bastante diferente del que procedía, desde allí se podía ver las luces de la cuidad reflejadas en río, creando un ambiente de tranquilidad absoluta.

—Escucha pequeño, mis hombres me dijeron que tu llamaste a la operadora ¿es eso cierto?

—Si, yo les llame.

—¿Por qué lo hiciste?

—Porque escuché su voz, se sentía tan triste y asustado que no pude evitar ir a verle, entonces el me lo dijo todo, me pidió que llamara a la policía. Tome el teléfono de la mujer de su bolso y llame, cuando llegue a la casa no había nadie, el hombre se había ido desde hace rato llevándoselo consigo.

—¿Llevándose a quien? —Madara escuchó con calma las palabras del niño, algunos datos coincidían con los de la policía, pero si forma de hablar resultaba totalmente extraña. Cosas como "escuché su voz" "el tenia miedo"  y "llevandoselo consigo"

—Al niño, se llevó al niño —contestó como si fuera obvio que lo había dicho —. Tal parece que le gusta llevarse algo de sus víctimas, del niño se llevó su corazón. Por eso está triste, el tiene miedo de volver a sufrir ese dolor, por eso me busco.

—¿Quién? ¿Quién te buscó pequeño?

—El niño, el niño sin corazón, el fue donde yo estaba... no, yo le escuche y fui a ver, aveces es muy difícil ignorarlos cuando tienen poco tiempo, su voz y su dolor son demasiado fuertes. Le vi, y me habló de cómo ese hombre había entrado a la casa buscando a la mujer, quería dinero, pero ella no tenía y entonces la golpeó. El dice que no escuchó más porque todo se volvió sonidos raros y su abuelito le tapó los oídos. Varias horas después el hombre se apareció en su habitación, rompió la puerta y atacó a su abuelo, luego a él. Le dolió muchísimo, aquel cuchillo corto su abdomen y sus brazos mientras sonreía, quiso gritar pero no podía hasta que todo se volvió negro. Cuando abrió los ojos estaba en medio de la calle y empezó a llorar. Ahí yo le escuché y sucedió todo lo que ya sabe.

— Si dices que no viste al asesino ¿cómo sabes todo eso? —preguntó más por la curiosidad que por otra cosa. El mismo niño lo había contado todo, tal como decía el informe que había recibido, e incluso obtuvo algo que faltaba. Pero se negaba a creer la forma en que ese niño sabía todo eso

—El me lo dijo —se cruzó de brazos —. No me crees ¿verdad?. Ellos dijeron que me ibas a creer.

—¿Ellos quién? —preguntó Madara al ver el rumbo que tomaba la conversación.

—Los que llevan más tiempo. Ellos lo conocen más, saben más de este mundo de lo que yo podría saber... me ayudan.

—Pequeño —el hombre le indico con la mirada que se sentara a su lado —¿Quiénes son ellos?

—Veo que no me entiendes —se bajó del coche caminando hasta la ribera del río. El hombre le siguió en silencio —. Señor policía, si yo le dijera que en este munfo existen seres más allá de su comprensión y yo puedo verlos ¿Me creería usted?

—Solo creo en lo que veo —respondió serio —. Pero en esta vida se que hay cosas que no tienen explicación. Tu pequeño eres una de ellas.

—Supongo que tienes razón en ese punto —señaló. Sus pies se movieron unos pasos hasta adentrarse en el río —. Si me vieras morir y siguieras escuchandome ¿me creerías?

—No me gustaría verte morir pequeño, tienes mucha vida por delante.

—Yo ya les pertenezco a ellos, mi vida no es mía —dijo y su cuerpo se sumergió en las frías aguas.

El hombre abrió los ojos asustado viendo aquel diminuto cuerpo desaparecer de su vista, no lo dudó, se sumergió detrás suyo para sacarle.

Le alcanzó rápidamente, no era muy profundo, le llevó fuera.

—¡Estas loco! —gritó dejándole en la orrilla —¡Podrías haber muerto!

—Claro que no —tosió dejando salir algo del agua que había tragado —. Ellos dijeron que no dudarias en salvarme. Y lo hiciste, me crees.

—Realmente ni yo mismo se —admitió derrotado. Ese realmente no era su mejor día, tratar con niños no era su fuerte, y muchos menos si el niño era tan diferente. Se dejó caer en la orrilla con el agua tocando sus pies.

El niño sonrió feliz, sintiéndose comprendido. Se acercó a él gateando, su pequeño cuerpo mojado se escurria dejando ver por las ropas la delgadez de esa inocente criatura. Se sentó entre sus piernas, tomando la mano del policía para subirla su cabeza y hacerle una caricia.

—Buen trabajo Izuna —le escuchó decir.

—¿Izuna?

—Ese es mi nombre. No lo olvides Madara.

—No creo poder olvidarlo.

—Lo sé, pero creo que será mejor regresar... ¡tengo frio! —estornudó —. Estoy todo mojado... y tu también.

—Me cambiare y te daré algo de ropa —se puso de pie. Caminando de regreso al auto en busca de su chaqueta para cubrir al niño —¿Izuna?

Se volteo en su búsqueda llevando en una mano la chaqueta. Le encontró en la orilla, mirando hacia el río.

—¿Qué sucede?

—P-por fa... vor  me duele, salven... me —empezó a decir Izuna en voz baja, su mano derecha apretaba su pecho —. Salvenme... tengo miedo, me d-duele.

—¡Izuna! —gritó viendole retorcerse de dolor y gritar asustado.

—¡Ahhh! ¡No me toques! ¡Duele!

—¿Izuna que te pasa... ? —no le tocó, no se atrevía a tocar al niño después de ese grito.

Tras unos segundos se calmó, ambos brazos cayeron alrededor de su cuerpo y se desplomó.

DarkSide [MadaIzu] By ElizabethUchiha_BL Donde viven las historias. Descúbrelo ahora