𝐓𝐡𝐞 𝐒𝐞𝐜𝐨𝐧𝐝 𝐂𝐡𝐚𝐧𝐜𝐞 [𝐓.𝐌.𝐑] [EN EDICIÓN]

S I X

"LOS PROFESORES QUE PERMITEN A LOS ESTUDIANTES DEAMBULAR POR UN BAR"

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Las calles del Callejón Diagon estaban repletas como siempre. La gente se empujaba, las tiendas estaban llenas de clientes, los padres con sus hijos comprando túnicas.

Lo que le recordó a Val su próximo año escolar. Después de todo, para acercarse a Tom, necesitaba asistir a Hogwarts.

'Parece que no puedo desacherme de ir a la escuela sin importar donde esté' pensó suspirando. 'Esto significa aún más trabajo escolar.'

—¿Cómo entré a Hogwarts en primer lugar?— Se preguntó en voz alta mientras se detenía. —Hagrid me dio la carta al principio, pero ahora Hagrid no me conoce.

Preocupada, la morena siguió caminando y después de pensarlo un poco más decidió esperar un poco en caso de que llegara una carta, después de todo, el Ministerio lograba obtener la información de los magos menores de edad.

Quizás debería conseguir una varita mágica para facilitarles el trabajo. Si eso no funciona, es posible que tenga que solicitar una admisión.

Continuó su camino de regreso hasta la pared de ladrillos que separaba el Callejón Diagon del Caldero Chorreante con eso en mente. Tocó el patrón de la pared y se reveló la bulliciosa barra del Caldero Chorreante.

Caminó a un asiento cercano y se sentó, con sus piernas aliviadas. La búsqueda del tesoro en el Callejón Diagon no era una broma. 'Esto es bastante pacífico' pensó para sí misma mientras apoyaba su cabeza en la mesa intentando tomar una pequeña siesta. 'Tal vez lo más tranquilo que he tenido desde hace mucho tiempo'.

Para Harry Potter, se necesitaba una siesta de una década. Ser perseguido cada 2 días por mortífagos, además de tener que mantener la imagen que casi toda la comunidad mágica tenía de él como un Dios cuando era simplemente un humano, llegaba a ser agotador. No solo eso, ahora había sido empujado a una nueva era en la que no conocía a nadie con la misión de prevenir una próxima tragedia en el futuro donde ya había pasado tanto tiempo. ¡Lo peor era que estaba en el cuerpo de una chica! ¡DE UNA CHICA!

'He sido un hombre toda mi vida. ¿¡Ahora soy una chica!?

El pobre chico merecía un descanso.

Deería pedirle a Muerte un pago inicial por todo ese dolor de cabeza, pensó para sí misma, refunfuñando mientras, sin saberlo, se quedaba dormida.

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Era un día ventoso, la nieve caía apresuradamente como si intentara asfixiar a todo el continente con su fuerza.

Aunque nevaba mucho. Val apenas sentía frío. Ella caminó el principio y se volvió para ver si había dejado alguna huella; no había ninguna.