La historia que nunca sucedió

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Eran las dos de la mañana y caminábamos por Reforma, teníamos las manos entrelazadas mientras nos dirigíamos al Ángel de la Independencia, nunca me había sentido así, quizá era porque nadie en ningún lugar del mundo era como él y la verdad dudo que alguna vez alguien se le haya parecido.

Nos sentamos en los escalones y miramos como los escasos carros pasaban a nuestro alrededor, estábamos siendo observados, pero a la vez eramos invisibles para el resto.

La noche era fría, pero el tener tu compañía me sentía más viva que nunca,  luego me miraste y dijiste mi nombre, con tu voz que me encantaba y que podría escuchar a cada segundo de mi existencia, tus ojos cafés brillaban y tu cabello se movía ligeramente por el viento.

No te decía nada, me limitaba a verte y sonreír ¿qué más podría hacer?, éramos desconocidos, dos personas que se soñaban.

El recuerdoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora