She.

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Ella era bella, tanto por dentro como por fuera.

Era feliz, consigo misma y con el resto del mundo.

Nada la perturbaba, nada la afligía.

Todo era felicidad, sin ninguna bruma a su alrededor.

Comenzó a crecer, la ingenua niña.

Empezó a ver.

Empezó a sentir.

Empezó a vivir.

Sintió el dolor del primer desamor.

Sintió el desgarro del primer engaño.

Y algo en ella cambió.

Dejó de ser feliz consigo misma.

Dejó de verse hermosa.

Algo cambiaba en ella.

Algo en su interior se marchitaba.

Y pasaron los días.

Y cada vez veía más cosas que le afligían.

Comenzó a sentir la inseguridad de su familia.

Comenzó a ver que su familia poco a poco se rompía.

Ella cada vez más se retraía.

Cada vez menos decía.

Y es que ya no confiaba.

Ya no amaba.

No sentía.

Dejó de salir.

No dejaba aflorar su hermosa sonrisa.

Y es que poco a poco todo se hundía.

Y era como la nieve:

Hermosa, pero fría.

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