UN NUEVO LUGAR

54 19 7
                                    

Washington. D.C

2010.

Danny.

El día había amanecido nublado, en el vecindario un chico se aproximaba pedaleando lento su bicicleta, metió la mano en su bolso y arrojó un rollo de periódico a la puerta de la casa de los Dreams.

Trébol Jones, el chico que entregaba el periódico se detuvo un poco, miró hacia el cielo, estaba a punto de llover, metió la mano en el bolso y comenzó a arrojar los periódicos más rápido.

La puerta de la familia Dreams se abrió y un hombre alto con pantalones, camisa de vestir y una taza de café humeante, miró a su alrededor con una mueca hacia el cielo pasándose una mano por los cabellos, después bajó la mirada al piso, se agachó a tomar el periódico y con él se adentró de nuevo a la casa, viendo por el rabillo del ojo que el chico repartidor se perdía por el vecindario.

—Cariño, ¿Qué no ya es hora de que Danny se levante?

La señora Dreams estaba en la cocina, preparando el desayuno, huevos revueltos y tocino, se dirigió al refrigerador tomando la jarra de jugo de naranja.

—Podrías llamarle tú, por favor—cerró el frigorífico y depositando la jarra en la mesa.

Andrew Dreams, gruñó un poco y caminó hasta las escaleras, se detuvo.

Su hijo Danielle Alexander de dieciséis años bajaba perezosamente las escaleras, aun con el pijama y los cabellos oscuros revueltos, Andrew esbozó una sonrisa ancha y cariñosa. Su hijo se parecía mucho a su esposa y no deseaba más que tenerlos a los dos a su alrededor y juntos.

Danny le dio unas palmaditas en la mejilla a su padre y este le sacudió los cabellos.

—Buenos días papá—dijo, adentrándose a la cocina — buenos días mamá

—Hola Danny, lávate las manos y siéntate que ya está el desayuno.

Este asintió.

— ¿Dijiste ayer que la tocada había sido súper depre?—pregunto Andrew imitando el tono que había utilizado su hijo.

—Sí—contestó, rascándose la espalda—no había nadie en Flúor, así que solo tocábamos para nosotros.

—La banda ha progresado mucho—dijo Adelaida, depositando los platos en sus respectivos lugares, Dany se apresuró a tomar el suyo.

—Sí. Aunque... estamos pensando en contratar a un nuevo tecladista.

—Claro que sí, James no es muy bueno que digamos. —Dijo Andrew—podrían contratarme a mí.

—Cariño, no creo que tu tipo de música se congenie con los chicos.

Después del desayuno, Danny se levantó para dejar el plato en el fregadero y se dirigió a las escaleras, mientras que el celular de su padre sonaba fuertemente

— ¿Si?

Danny prestó atención, pero lo único que escuchaba eran palabras sin sentido.

—...por supuesto, señor, aceptó, muchas gracias, no se arrepentirá—colgó el teléfono contento y se acercó a Adelaida.

—Tenemos un mejor empleo— su mujer lo miró confusa—me dieron el puesto de vicepresidente de la empresa—Andrew trabaja en una industria RIDI de tecnología.

— ¿Enserio?—Estalló Adela jovial.

—Sí, cariño, ¡viajaremos!

Danny se quedó paralizado en las escaleras, después de un rato de ensimismamiento regreso a la cocina y se quedó estupefacto al mirar a sus padres contentos

Zagreo, el DespertarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora