4

558 63 42
                                    

El chico de la pizzería

-Vamo' gilipolla' que muelo de hamble-. Se encontraba con su entrañable amigo pelirrojo Yun y sus demás amigos, Tonet, Armando, Juanjo, Manolo y Raúl, iban rumbo a la pizzería como todos los lunes después de clases.

-Ahora no me apures cabron, que si tu y Armando no se hubieran tardado tanto en el baño, ya estuviéramos tragando-. Comentó Emilio con un tono de molestia-.

-Ya, ya dejaros de pelear. Además tu hermano trabaja aquí, nos puede ayudar-. Hablo esta vez un pelinegro.

-Armando tiene razon, además también trabaja Rogelio en ese sitio-. Decía un chico de cabellos grisáceos.

-¡Ya pendejos como sea, andando! -. Se encaminaron hacía la entrada, una vez dentro, tomaron asiento en un sitio apartado, en frente de la enorme ventana que daba hacía la calle.

-Yun hazle señas a Pablo para que venga-. Se dirigio el mexicano al pelirrojo.

-Yo polque gilipolla', que es tu helmano, hazlo tu malicon-. Hablo Yun con su típico acento.

-Puto chino, pero vas a querer un favor wey-. El de coleta se levantó molesto dirigiéndose al mostrador para buscar a su hermano. Pero en lugar de ser atendido por el, se acercó un chico castaño de cabellos largos y ojos color miel.

Estoy contento de tenerte cerca
Muy cerca de mí

Juraba que jamás había visto unos ojos tan preciosos en su vida, ni un rostro tan... Perfecto, esas bonitas facciones, esos hermosos labios rosados, había mirado con más atención sus ojos tenía unas pestañas tan largas que hacían que sus ojos resaltarán más sus ojos brillaban tan lindo y sus mejillas comenzaban a tornarse rojitas, tan tierno con ese delantal que le quedaba grande. No sabía cuanto tiempo se había quedado observado a aquel chico, pero si había una posibilidad de admirarlo diario,  lo aría por toda la eternidad.

Que me digas loco
Que me des de besos
Y que te rías de mí

Ninguno de los dos podía hablar ambos se miraban en silencio, perdidos en sus pensamientos. Como un par de locos.

Sabes qué quiero decir
Ya no me mires así, no

Si con verlo de lejos le había parecido guapo a Segismundo,  de cerca era indescriptible como quería clasificar su belleza, sus ojos marrones, sus pequeños mechones de cabello colgando de su frente, su perfecta tes morena y esos labios. Estaba dispuesto a hablar y romper ese raro silencio.

Que simplemente puedo decir yo
Que eres lo más bonito
Que he visto en toda mi vida

-B-buenas tar...-. Y se vio interrumpido por un metiche Pablito.

-¡Emilio!-. Grito alegremente hacía su hermano.

-¿Ahora porque llegaste tarde?, no me digas que Manolo se peleó-. Decía el moreno mientras se llevaba una mano a su frente de manera dramática-. Ahh por cierto cabritas, Rogelio te esta buscando, quiere que le ayudes a preparar un pedido-.

Y sin más, dedico una última mirada al chico de coleta y salió casi corriendo de aquel lugar, para dirigirse con su primo.

Pablito, observó a su hermano, estaba con una mirada de "Pendejo", como dirían ellos. Paso una mano frente a su rostro tratando de recuperar a su hermano.

-Ehh, we, ¿estás bien?, pareces mi abuelita cuando se le baja la presión-. Dijo divertido.

-S-sí, wey, ya mejor atiendeme, ya sabes lo de siempre, pero rápido ¡que tengo hambre!-. Ordeno tratando de sonar lo más normal posible.

Sin más que decir se dirigió con sus amigos nuevamente. Quienes le dirigieron una mirada sospechosa y amigable. El solo los miro y por fin hablo.

-¿Qué tanto me ven pendejos?-. Dijo haciendo una mueca de enojo.

-No nos vas a contal, quien es ese chico-. Hablo Yun divertido.

El rostro de Emilio palideció, ¿tanto tiempo se había quedado mirando a aquel chico?, ó ¿tan obvio fue esa rara situación?.

-A-hhh no se, de quien hablan-. Debía evitar esa situación a toda costa.

-El tema es... Que vimos que estabas totalmente perdido con el-. Comentó Armando divertido, alzando sus cejas de manera divertida.

-Yo lo conozco, va conmigo en Química-. Comentó Juanjo, era menor que ellos, pero había encajado debido a una situación muy graciosa habían formado una bonita amistad. Resulta que Juanjo es todo un chico inteligente, el junto a Tonet, se veían siempre molestados por otros chicos, Yun y Manolo les ofrecieron protección a cambio de ayudarlos con sus tareas. Debido al tiempo compartido los dos se unieron a aquel grupo que actualmente siempre rondaba juntos.

-Y, ¿cómo se llama wacho?-. Comentó Raúl un chico Argentino de cabello rubio.

-Se llama Segismundo, no he tenido oportunidad de hablar con el, pero puedo hablarle y presentarleto Emilio-. Comento Juanjo risueño, haciendo que los demás comenzaran a comentar cosas sin sentido.

Emilio estaba en una situación tan tensa, no sabia si insultarlos o darles unos cuantos "putazos" para que se callasen ya. Pero al menos de toda esa estúpida situación había conseguido el nombre de ese bonito chico.

Y sé que nunca te lo he dicho
Y me da miedo confesar
Pero antes
Quiero besarte

-Oye cabritas, ¿puedes ir a entregar estas pizzas a la mesa donde se encuentra mi hermano?-. Comento Pablito.

¿¡Cómo!?, había escuchado bien, no,no, no podía, se negaba rotundamente a ir. Pero la suerte no estaba de su lado. Porque el moreno ya le había entregado las dos pizzas.

-P-Pablito, yo no...-.

-Ya wey, ve que tu pendejo primo no puede acabar con una simple pizza, es el wey de coleta-.

Estaba realmente nervioso, se estaba dirigiendo a la mesa, el chico de coleta estaba de espaldas, pero veía como sus amigos se susurraban cosas, un chico de cabello negro le golpeaba con el codo en las costillas.

-B-buenas tardes, aquí están sus pizzas-. Dios estaba ahí, no podía mirarlo, procedió a dejar las pizzas y se giro para retirarse. Pero noto que alguien le había hablado.

-Ey, Segismundo-. Se giró para notar que un chico de cabellos grisáceos lo llamaba, si mal no recordaba, estaba con el en química.

-S-se les ofrece algo más-. Su mirada permaneció en el suelo, se negaba a toparse con el de coleta.

Emilio se estaba muriendo, con muecas les decía a sus amigos que se detuvieran, estaba realmente nervioso.

-Ven chaval, sientate con nosotros-. Comento Armando.

Juraba que queria golpear a Armando.

-Y-yo...

-¡Segismundo, que se quema la cocina?-. Salvado por las estupideces de su primo.

Emilio agradeció internamente que el plan de sus amigos no saliera como querían, en su mente llego un vago recuerdo, ¿qué diría su padre?, acaba de fijar su mirada en un CHICO, dios ahora su buen humor había bajado. Tenía que aclarar toda esta extraña situación.








Mi Salvador (Segilio) FINALIZADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora