Uno.

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Ella mira, indecisa,

los coches,

la lluvia;

sienten en sus pieles

las risas.

El duro sexo,

sucio,

con extraños,

causa esa sensación

que no sale del pecho.

Se miran y lloran,

mientras sus labios se encuentran,

mientras Barcelona,

celosa y fiera,

les dedica susurros.

Y en un orgasmo

acaba la canción.

La niña, la puta

y el esclavo.

Una ruta,

temida e inexplorada,

el sendero a la muerte,

que recorre su alma.

Un desesperado camino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora