Ella mira, indecisa,
los coches,
la lluvia;
sienten en sus pieles
las risas.
El duro sexo,
sucio,
con extraños,
causa esa sensación
que no sale del pecho.
Se miran y lloran,
mientras sus labios se encuentran,
mientras Barcelona,
celosa y fiera,
les dedica susurros.
Y en un orgasmo
acaba la canción.
La niña, la puta
y el esclavo.
Una ruta,
temida e inexplorada,
el sendero a la muerte,
que recorre su alma.
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Un desesperado camino.
RandomHe de pedirles perdón por ser a veces politicamente incorrecta. Siento que mi poesia no llene el alma, a veces solo la vacía. Desde una botella, les deseo lo mejor.