No queda tabaco y tengo unas increibles ganas de acabar el poco alcohol que queda en mi casa.
¿Por qué? ¿Por qué el pecho no se incendia al verle? ¿Por qué tanto vacío? Estoy ahí, caminando dos pasos por detrás, simplistamente.
Miro mi reflejo, ¿qué soy? Increible, esto es increible. Soy increible. -Pero no emocionante, solo poco veraz.-
Y él no lo sabe. No sabe quien soy. 'Él' siempre sabe quien soy. Pero este 'él' desconoce. Se mantiene al margen mientras yo a duras penas me mantengo a flote.
¡Cobarde! Dijo Satanás. ¿Yo? ¿Cobarde? Bastante.
Mi existencia está condenada a un eterno grito de auxilio entrecortado por las sonrisas. Y ahí reside el problema. El problema existe porque él no para el tiempo. Nadie para ya mi tiempo. Y tengo la necesidad de más. Se me escapa de las manos, odio lo que no puedo controlar.
¡Vuela! ¡Vuela hijo de puta! Que ya te pillaré. Ha pasado una y puede pasar otra vez.
Moriré, tengo claro que lo haré. Pero guarda los cuchillos, caracola, que todavía no llegó la hora.
Sé que callaré, mis mil pensamientos en desorden. Desorden ordenado el que produce tu orden.
¡Ya cabeza cállate!
La botella ya no está y aquí siempre son las seis.
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Un desesperado camino.
RandomHe de pedirles perdón por ser a veces politicamente incorrecta. Siento que mi poesia no llene el alma, a veces solo la vacía. Desde una botella, les deseo lo mejor.