Calma

156 14 2
                                    

[Tras una Navidad donde Tony confesó sus sentimientos a Steve, su vida como pareja ha evolucionado. Al final del año y a inicios del próximo, surge un nuevo sentimiento al que se rinden como uno solo].

Había pasado un año desde que Tony invitó a Steve a pasar el año nuevo con él en un país completamente diferente. Un año y algunos días desde que Stark apareció en el departamento del rubio para confesar aquel sentimientos que ambos aprendieron a ignorar. Solo un año en el que todo parecía ir perfectamente.

Ese año, al igual que el anterior, tuvo que asistir a un evento en otro país. Noruega. ¿O era Finlandia? Aunque en realidad no importaba el lugar. Cumpliría la misma rutina de todos los años: presentarse, hablar, conversar con los invitados, beber lo suficiente y esperar la transición al nuevo año en un completo estado de extrañeza junto a una persona que no volvería a ver.

Sonrió porque dicha rutina ya había sido interrumpida. Desde su primer viaje con Steve, todo había sido diferente. Ya no tuvo que beber hasta olvidar las culpas que lo acechaban ni tuvo que busca a cualquiera de los invitados para pasar la noche. Tenía a Steve a su lado, ¿cómo podría hacer algo más que admirarlo?

Suspiró y volvió a la realidad. Llegarían en una cuántas horas a su destino, así que no debía preocuparse en levantar a Steve, quien dormía tranquilamente a su lado. No pudo evitar pensar en lo maravilloso que se veía.

Quizá él también podría cerrar los ojos, por un momento. Solo por un momento.

Despertó con pereza, ¿dónde estaba? No lo sabía, ¿en su habitación con Steve? No, aunque percibía el calor de su pareja, faltaba la comodidad de su cama.

–¿Tony? –la suave voz de su acompañante hizo que despertara del todo –. Creo que ya llegamos.

Entonces pudo recordar, el viaje y todo lo relacionado.

–¿Qué hora es?

–Las... –miró su reloj con lentitud –. Las siete y cuarto.

Aún tenían tiempo.

Se acercó a los labios de Rogers y este respondió acortado el ya reducido espacio entre ellos. Hubieran seguido el beso si Jarvis no les informaba que debían ir bajando.

Steve asintió con las mejillas rojas y Stark solo bufó.

Fueron a guardar el equipaje al hotel para luego asistir al evento. A diferencia del año pasado, donde tuvieron tiempo de explorar el país, esta vez deberían apresurarse ya que llegaron el mismo 31 de diciembre.

En un tiempo récord, para Stark ya que Steve siempre estaba listo con el mismo conjunto que funcionaba perfectamente, se dirigieron al salón del hotel. La gente se reunía y conversaba entre sí, Tony también lo hacía pero se aseguraba de que el rubio se sintiera cómodo entre tantas personas extrañas.

Mientras daba su discurso con total control de la situación, la fuerte mirada de Steve se hizo presente en él. Algo que recalcaba de su pareja era lo potente que podían ser sus azules ojos y eso, de algún modo, le fascinaba.

Fue recibido por su pareja al bajar del escenario. Lo abrazó con firmeza y le dijo lo perfecto que lo había hecho. La forma en la que Steve lo decía era diferente, no buscaba su aprobación o algún beneficio al adularlo. Era orgullo de verdad.

La música sonó más fuerte y el espacio se convirtió en una fiesta más ruidosa. Faltaban unos minutos para recibir el año nuevo y no podía pensar en otra forma de recibirlo.

Bailaba con Steve de una forma que ambos entendían. Se miraban directo a los ojos con un sentimiento que no desaparecía y que se formaba con mayor intensidad. Eran los dos en medio de la multitud. Solo ellos.

Escuchó la cuenta regresiva. Diez segundos nunca habían parecido tan largos. La euforia de las personas los invadieron por completo; Steve usaba un sombrero negro con letras doradas del próximo año junto a una guirnalda del mismo color alrededor de su cuello. Lucía tan... Dios, no podía ni describirlo.

¿Cuánto faltaba? ¿Cinco segundos? Steve lo abrazaba y gritaba junto a él los números restantes. Eran los dos, nadie más.

Cuatro segundos. Más cerca que antes. El aliento del rubio sobre su piel.

Tres segundos. Se miraron al igual que años pasados.

Dos segundos. ¿Qué más podía pedir para el próximo año? Ya lo tenía todo.

Un segundo.

Sí, quizás Steve se había adelantado por un insignificante segundo, pero no le importaba. Era un segundo más que podían disfrutar en contacto.

Los fuegos artificiales interrumpieron en el firmamento. Las personas sonrieron y se abrazaron. Ellos no pudieron separarse.

–Te amo.

Un susurro perdido entre el bullicio, sin embargo, alcanzó a su destinatario quién solo sonrió como nunca antes.

–Y yo a ti. Te amo.

Rieron mientras sostenían sus rostros con amabilidad y gentileza.

–¡Te amo! –gritó y lo abrazó. La calma que sintió era inigualable. Un beso, otro beso. Infinitos contactos.

Subieron a tropezones por las escaleras, deteniéndose en algunos escalones para besarse como adolescentes recién enamorados. Llegaron a su habitación entre risas. Steve estaba seguro, había retrasado aquel momento por dudas y temores. Pero en ese instante todo estaba claro, ¿por qué no disfrutar del todo con aquella persona que tanto amaba?

En el cuarto de hotel Steve se entregó por completo a su pareja, se unieron como uno el primer día del año. El primero de muchos.

Beso a las doce [Stony]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora