4.- Gentileza escondida II

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Los arboles sin hojas en las ramas tienen una cubierta de nieve, se parecen a dedos blancos señalando a todas las direcciones. Los pasillos están libres de la nieve que cubre los pequeños patios; los sirvientes despejaron el camino para que las túnicas y zapatos no se mojaran, pero las nieve deshecha se convierte en agua que se acumula en ligeros charcos y nuestros pasos perturban su tranquilidad y salpican el borde de nuestras túnicas, la suya blanca y la mía negra.

La música tiene notas alegres que aunque el día frio sugiera reposo en sábanas de algodón, más se inclina a una autentica celebración.

Lan Xichen camina a mi lado en sigilo con la mirada fija al frente. Sus pasos son cortos y lentos, demoramos en cruzar cada pasillo. A veces el Jade blanco mira mis labios por si me animara a decir algo y él no quisiera perderse palabra alguna, pero tengo lo boca sellada.

Después de tantas lágrimas, se siente bien disfrutar de esta tranquilidad. Los corredores están vacíos, la música es fuerte y la risa de las personas dentro de las habitaciones no me perturba. Me gusta este cielo abarrotado de nubes grises, arboles blancos y escasa nieve cayendo. El viento helado congela mis mejillas y el vapor sale de mi respiración acompasada.

El líder del clan Lan ahora me mira con más frecuencia, esperando que diga algo. A un pasillo de distancia para llegar al salón principal, Lan Xichen da un giro inesperado por otro corredor.

Mis pasos se detienen y no puedo evitar sentir curiosidad por su actuar. La mano blanca y de dedos largos se extiende invitándome nuevamente a caminar.

¿Por qué? Pienso y sin moverme del lugar me respondo a mi propia interrogante.

Él cuidó de mis heridas cuando estaba enclaustrado en esa habitación hace meses. Escuchó como me refería a mi hermano, como me sugería y entregaba.

Él sabe que estoy enamorado de mi hermano y entiende lo doloroso que es para mí asistir a su compromiso.

¿Realmente me urge asistir a ese compromiso?

Sin palabra alguna sujeto su mano y damos unas vueltas más por los corredores a un paso lento. Lan Xichen continúa mirándome esperando que diga algo, que exprese algo, pero prefiero el silencio. No me privo de palabras porque me desagrade su persona, solo que después de tantas horas abrumadoras, se siente bien tener un instante de calma.

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La parte externa del salón principal está atestado de linternas de diferentes colores que hacen cambiar el color de la nieve con su luz. En la puerta corrediza hay un anciano vestido de blanco, su postura rígida me da entender que lleva tiempo esperando. Este mira a Lan Xichen con ojos fríos, llenos de reproche, pero no se demora ni un segundo más en abrir la puerta que ni siquiera corresponde a mi saludo.

Mi ingreso al salón enmudece a todos los presentes por breves segundos. Los integrantes de la secta Nie me observan desde sus mesas repletas con botellas de licor. Lan Xichen y yo somos observados aún parados en la puerta. Las sonrisas se dibujan en sus rostros, pero ni una carcajada se escucha.

Mis ojos dejan de prestar atención a la secta Nie para centrarme en aquello que me duele aceptar.

La mesa central y rectangular es tan rimbombante como me lo imagine. Bocadillos, bebidas y figuras decorativas. Por si no fuera suficiente, la desconocida omega aporta una belleza misteriosa con esos ojos avellana y ese rostro en forma de corazón. Sentada al lado de mi hermano mayor, lugar que ocupaba yo hace pocos meses, se da cuenta que la estoy observando y ella se apega más a Mingjue. Dos personas con túnicas increíblemente elegantes, igual que Lan Xichen y yo. Miro los dos asientos disponibles en el centro de mesa y me extraña quien sería el otro invitado de honor ya que esas benditas sillas acolchadas solo son usadas para ceremonias de compromiso.

¿Debo ser tu omega?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora