La charla

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La charla

Como siempre, se encontraba en la cima de la gran torre del gobernante. Decimo segundo director de los avernos, la primera mujer en ocupar el puesto, llevando el titulo de "Lucifer" por más de cuatro eras, la tercera más extensa de toda la historia de los gobernantes. Acompañada de su fiel, y trabajólico, asistente se encontraba observando como es que las quemadas tierras se alzaban cada vez más en progreso y prosperidad. Su mirada de como llevar el averno era muy distinta a la de sus antecesores, pues no creía en la violencia innecesaria, solo en el desarrollo. Esta particularidad es lo que la llevo a la cima y a ganarse el puesto de gobernante.

Perfecto como siempre

Observando como las primeras ciudades civilizadas del averno se levantaban y como es que sus guardianes, hijos del gran canino del infierno, aseguraban la convivencia entre los demonios. Era su voluntad y como dirigente del averno, su voluntad era lo que debía dar forma al infierno, pero voluntad sin fuerza no es nada, lo cual se demostraba en su implacable respuesta a los demonios que se reusaban a aceptar la civilización y el cambio.

Los recuerdos de sus inicios hicieron recordar a personas indeseables, de las cuales una creo una sensación desagradable, un escalofrío se hace presente mientras que, suspirando, se daba cuenta que aquella sensación no era producto de los recuerdos, sino de una visita indeseada.

Tu...¿Qué haces aquí?

Un humo negro poco a poco se adentraba por las uniones y pequeños espacios de la gran puerta de entrada. Los guardias esqueléticos y su fiel asistente se colocaban alerta, pues aquel humo tomaba forma lentamente, hasta que la transformación llego a su fin, mostrando una forma femenina, pero lo que más llamativo era eran aquellos ojos carmesí brillantes, con intensidad, pero que transmitían el pesar de la soledad, del rechazo y la locura. Una mirada bastante pesada para estar en un solo ser, el cual con una pose extravagante reía calmadamente

¿No puedo venir a ver a la reina del infierno?

Aquella mujer era el demonio que ocupo el puesto de mano derecha de los últimos tres soberanos del averno, siendo quien se dedicaba a prestar su fuerza para subyugar a todo demonio bajo el nombre de "Lucifer", pero que en el mandato de la ultima regente había sido sacada de su puesto, encerrada en el abismo y exiliada del averno. Aquello paso ya al inicio de su mandato, por lo que era normal que ninguno de los presentes, exceptuando a la reina misma, supieran quien era la invasora.

Todos quietos. ¿Qué es lo que quieres?

Simple y directa. No tenía intenciones de dar rodeos, pues después de escucharla se encargaría de tirarla nuevamente al abismo y asegurarse esta vez que ella no pueda salir de allí. La mirada de aquella mujer calaba hondo, hasta los huesos, estaba claro que su sanidad mental no era la más destacable, inclusive entre los demonios. La soledad y el rechazo, sumado al encierro en el abismo, hacen cambiar a la gente.

¿Qué es lo que quiero? Por ahora un vaso de agua sería genial

Con risas cortas y suaves, parecía no tomarse ensero demasiado la situación, como si todo fuera una mera broma entre amigos, pero que claramente a la única que le hacia gracia era a ella. La tensión en la sala era enorme, el silencio tras su respuesta absoluto, pero esto no era algo que la soberana pudiera tolerar, un prisionero en fuga solo se aparece frente a ella para pedirle un vaso de agua, ¿Qué clase de incordio es ese? Molesta y cansada, no solo por todo el trabajo que hacía diariamente, sino por el problema que se aparece frente a ella, da una orden

Atrápenla

Esa simple palabra basto para que todos los guardias se abalanzaran contra ella, pero todos serían repelidos por la misma Lucifer al arrojarlos hacia atrás con su propia voluntad. No dejo que sus hombres se mataran por detener a un individuo que era infinitamente superior a todos ellos. Esto sorprendió a la visitante, pues no espera aquella respuesta para nada. Se veía que por un momento Lucy olvido que con quien trataba era Belcebú, la mano derecha de los regentes del infierno.

¿Oh? ¿Qué sucede mi pequeña Lucy? Que yo recuerde no te enseñe a temer o importarte sacrificar vidas por tu propósito.

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