EL DESTINO
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El destino hasta ahora se había encargado de entorpecer mi camino, mi vida, lo veía como un enemigo que no hacía más que reírse de mí, y de mis desgracias, escribía sobre él con cierto rencor, pero desde esa noche que pasé con una completa desconocida no dejaba de pensar en esos ojos color mar, en su cuerpo sin cicatrices de esos años a merced de las calles, de su cabello que retaba la hermosura de la noche y sin duda ganaba, escribía sobre ella y cada uno de mis personajes era ella, hacía tanto que no pensaba así en una mujer que no me percataba de la realidad, soñaba con aquel instante de placer cuando rozaron sus labios mi cuello, cada mañana buscaba en el espejo esa marca y al encontrarla la sentía a ella, recordaba en mis labios el sabor aquel torpe beso, pero a la vez tan tierno, nunca me habían besado así. Imaginaba como sería pasar una noche con ella, tenerla solo para mí, y al final mis ilusiones se marchitaban cuando descubría la verdad, solo había sido una clienta más, puede que ni me recordara, que se estuviera riendo de mí por no aprovechar esa noche o por mis tontos sentimientos dominándome. Era idiota en serio, quien lo diría pensando en una mujer que renunció a su vida por ser la prostituta de su novio, en verdad lo amaba, aunque yo siendo él me sentiría celoso de compartirla con tantos hombres.
Su vida la verdad era muy distinta a lo que imaginaba, su nombre era Anna y había crecido en una familia normal, una familia llena de amor, hasta que un trágico accidente rompió la tranquilidad de todos y del cual solo ella sobrevivió. Con el tiempo y sola en el mundo fue a vivir con su tía, la cual no podía controlar a la sobrina intrusa que se adueñaba de su casa y amenazaba con robarle a su esposo según ella. Su marido intentó propasarse más de una vez con Anna hasta que esta decidió marcharse a su merced. Alquiló un pequeño cuarto y ahí estuvo varios años, siguió estudiando aunque adquiría ciertos hábitos en cuanto a drogarse y tomar, sus amistades no se quedaban atrás y en poco tiempo conoció a Eric, un vividor, un conocedor de la calle y sus reglas, la arrastro hasta su departamento y ahí vivieron su historia de amor. Anna terminó dejando la escuela aún sin terminar y dedicándose a que Eric la chuleara todas las noches. Todo comenzó de una manera muy peculiar, una de sus noches de farra un joven se le acercó y le dijo que pagaba cien por estar con ella, ofendida le comentó a su novio pensando que este golpearía al joven, sin embargo fue todo lo contrario, arregló con él un nuevo precio, y desde esa noche a eso de dedican. Ella lo ama y él lo sabe.
Una noche como otra cualquiera estaba en mi casa, aburrida, mirando a mi ordenador sin poder dejar de pensar que estaría haciendo Shara, terminaba de hablar con Julia cuando Gabriela llamó a la puerta. No pude negarme a salir, fuimos al mismo paraíso, muy cerca de donde había atropellado a Anna, no podía dejar de buscar entre la multitud para ver si por gracia del mismo destino que odiaba la volvía a ver, aunque no sabía que haría entonces. Nos metimos en una disco, la música alta, la marihuana en el aire ya no era lo mío, no era la misma de años atrás, ya no era lo mismo Shara, ese lugar me recordaba tanto a ella que terminé por dar una paseo por las calles, aunque sabía que era riesgoso. Solo caminé hasta que llegué a otro lugar un poco más colorido, más encendido, entre y me senté en una de las mesas, era un burdel, dios mío, donde me había metido, no conocía a nadie, pero no era la única mujer esperando el espectáculo. Pedí un tequila, y aguardé que las cortinas se abrieran, salieron varias mujeres al principio y detrás varios hombres, la verdad es que era una despedida de solteras conjunta. Las bailarinas le bailaban al novio y los hombres a la novia, no puedo describir lo que pasó sin que se me erice la piel, con solo decir que al amanecer ninguno pudo haber recordado con quien durmió, hasta el novio supo lo que era un hombre en su cama, vaya diversión. Esperé a terminar mi trago y me pareció ver a alguien conocido sirviendo bebidas, terminé la mía y le tocaba tomarme el pedido a mí-un tequila por favor-no lo podía creer, me reconocía, todo lo que había imaginado era mentira, si me recordaba, no había sido una clienta más, sin embargo no todo era tan bello. En el bar entró Eric y rápidamente ella se sentó en mis pies-haz que me estás besando-me dijo susurrándome al oído, no entendí al principio, luego lo vi retirarse convencido de que ella estaba conmigo y entonces le rogué que saliera de encima de mí y se sentara junto a mí en la mesa. Obedeció y se sentó en la mesa, no sabía como comenzar a hablarle, claro que fue ella quien rompió el hielo como siempre.
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Nunca es tarde para un te amo
RomansaMuchas veces nos pasa que desgraciadamente nos enamoramos de la única persona q no deberíamos mirar... Muchas veces cometemos errores y nos dejamos llevar por sentimientos que realmente no podríamos dejar qur nos domine. A veces la persona q mas cer...