Noche agitada

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-Detente...-

Siente que hormiguea allí donde su lengua recorre su piel. Su aliento acaricia su garganta y sus cabellos le hacen cosquillas en la mejilla cuando baja en búsqueda de más, tirando del cuello de su camisa hasta donde puede para exponer más, marcar más su pálida piel. Chupones que se desvanecerán en breve, pero que dejaban una huella que se mantendrá por mucho más que solo unos minutos.

-Esto es una mala idea-

Soltó como por tercera vez al aire, pero más que para el que lo tenía atrapado en el asiento delantero del coche el recordatorio era para sí mismo. Toda la respuesta que obtuvo fue una risita traviesa, y cuando los ojos oscuros de Mangel se posan en los suyos cualquier movimiento de resistencia por ínfima que fuera se detiene.

-¿Por qué lo seria?- murmura mientras se acerca a sus labios, y para su consternación él le busca también. Sus labios hacen contacto y el gime gustoso al saborear nuevamente la menta y el tabaco.

-No... No podemos quedarnos aquí- dice débilmente mientras recupera el aire -Tenemos que seguir, te... tengo que conducir a...-

-Pero no estas al volante ahora ¿O sí?-

Lolito gruño frustrado ¡Era imposible razonar con el! ¡Nunca hacia caso a nada de lo que le dijera! Pero no podía culparlo, se estaba comportando tan patético y dócil que ni el mismo podría tomarse en serio, y la verdad sea dicha, lo único que deseaba ahora mismo es que aquella mano que tanto se divierte tocándolo por encima del pantalón haga algo de una vez. Ya para este punto ni siquiera intentaba controlarlo, lo único que podía hacer era mover las caderas desesperado una y otra vez, ansiando el contacto que el maldito le estaba dando a cuentagotas.

Sus manos tironean de sus ropas entre maldiciones, estaba casi al borde de tomar todo el asunto en sus manos, pero es entonces que Mangel sale de encima suyo, se acomoda en el asiento del copiloto y se inclina para un mejor acceso al cierre de sus pantalones. Sentado en el asiento del conductor podía ver como él toma el pequeño objeto de metal entre sus dedos, lo desliza cuidadosamente, y suspira con alivio cuando parte de la insoportable presión en su parte baja se aflojo. Tras un breve jugueteo con el elástico de su ropa interior empezó a bajarlos, Lolito movió las caderas para que pudiera quitar toda la tela de su camino lo más rápido posible, mordiéndose los labios cuando sintió el cuero y el aire frio contra su piel desnuda. En todo momento Mangel mantuvo la mirada sobre el con abierta fascinación, separando sus piernas y acariciándolas.

-Hermoso...- susurra con adoración, el brillo que tenían sus ojos hizo que se sintiera arder ahí donde estaba.

Sabía lo que iba a hacer, ya lo había experimentado tantas veces en el pasado, y aun así estaba tan emocionado que sentía que casi ni podía respirar mientras sentía los tiernos besos que iba dejando en ambos muslos, entonces abre la boca y rodea su intimidad con sus labios. Lolito se tensa en su asiento, suelta un gemido de profunda satisfacción y por mero instinto trata de moverse hacia la fuente de su placer, pero las manos del otro lo mantienen quieto en su lugar. Se sentía mareado, casi pierde vergonzosamente el control cuando su miembro fue atrapado en esa húmeda calidez y hace todo lo posible por aguantar, clavando las uñas a los costados del asiento para no ceder al impulso de tirar de su cabello. Sus labios y su lengua recorren la cálida carne en un delicioso vaivén mientras el, felizmente a su merced, cerraba los ojos y presionaba la cabeza contra el respaldo del asiento.

"Por fin, por fin..." eso era lo único que pasaba por su cabeza mientras se sentía cada vez más cerca de llegar, con sus piernas moviendose inútiles a sus costados. Agudos gemidos y jadeos abandonaban sus labios, suplicas, palabras que incluso para el eran incoherentes a medida que el mortal a sus pies aceleraba sus movimientos.

Mercurio y Esmeralda (Beta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora