Capítulo 2.

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Su preocupación aumentaba al darse cuenta que todo era para obtener su título y demostrarle a todos que ella merecía seguir estando en esa profesión.

Ya con sus cosas en su auto estaba estacionado frente a la lujosa mansión, apretó sus manos al volante respirando profundo y repitiendo 'yo puedo hacerlo, yo lo puedo hacer.' Y avanza, se baja del auto con las maletas en sus manos, caminó hacia la puerta y golpeó. Nadie respondía a su llamado asique tomó el picaporte y entró a la mansión con las maletas en su mano. Todo era lujo total, parecía tan irreal como bellísimo.

Se detuvo admirando cada cuadro de la casa, la decoración que podía observar y todo limpio como si estuviera por venderla y nadie vivía ahí. El techo era lo más bello que podía existir, unos dibujos de arte con tanto significado que no lograba descifrar.

—Es algo que toda persona se queda viendo — dice alguien en tono tranquilo.

Hizo que su mirada salga del techo y vuelva a la altura normal, estaba ahí él firme mirando también el techo. Pero luego, baja su mirada para conectarla con la de ella.

—Es bellísimo, señor —dice nerviosa.

La quedó mirando fijamente como quiero descifrar lo que buscaba.

—¿Qué hace en mi casa? —dice mirando todo. —¿y con eso? —señala las maletas que estaban por el piso.

Mueve sus cosas —Es que...—dice tartamudeando

La interrumpe —Miré no necesito nada, tan solo retírese de mi casa, y váyase por donde vino. Nadie la invito —dice fríamente.

'Todo es por la tesis' se repetía Angélica en su cabeza, una y otra vez. No iba a dejar que nadie la mande solamente su jefe pero él no.

—Vine por órdenes estrictas de mi jefe. Asique si tiene alguna queja vaya, agarre el teléfono y lo habla con él —dice seriamente.

El gesto de él cambia —¿Qué quiere? —dice cortante.

—Vine a cuidarlo, ocuparme de usted y tratar que se recupere rápido —dice poniendo su manos atrás de su espalda.

—Haga lo que quiera —dice y se va.

Angélica no deja que nadie la trate mal, lo ve de espalda caminando hacia no sabía dónde. Asique lo sigue por detrás rápido con sus maletas pesadas en sus manos.

—Hey —dice quejándose de lo pesado que estaban las maletas pero esté ni se gira —Le estoy hablando, Señor Mayer —dice ya estaba agitada, no creía que el lugar sea tan grande.

Estaba mirando la espalda del sujeto que caminaba sin detenerse frente a ella, parecía buscar algo o ¿alguien?

—María —grita.

Aparece una señora mayor corriendo y agitada. —¿Me llamaba? —dice mirando a Angélica.

—Sabe le cuento algo gracioso —dice largando la carcajada fingida.

—¿Qué paso? ¿quién es ella? —dice quedando seria y preocupada.

—Creen que necesito a una aspirante mediocre que "trate" de ayudarme—se ríe mientras se sirve un vaso de agua.

Hace un  ruido con la voz tosiendo, deja las maletas sobre el suelo y camina hacia María. La saluda con la mano —Soy Angélica y estoy acá para cuidar al señor Mayer—dice esquivando lo dicho por él.

—¿Ayudar? —dice sin prestar tanta atención.

El ruido del vaso dejándose sobre la mesa hizo que las miradas viajarán en dirección a ese sonido proveniente de la mesa, el rostro de él era furioso, estaba completamente fuera de sí y no lo disimulaba.
La mano estaba sangrando, Angélica a ver eso se quedo impactada y María se fue.

—¿Qué miras? —dice sacudiendo su mano.

—Se lastimó — dice mirando la mano.

Camina hacia donde estaba él con su mano llena de sangre, y la agarra. La observó para ver si tenía algún vidrio, pero se notaba que no.

—Acá tiene el botequín de emergencia —aparece María en la cocina.

—No era necesario María—dice.

Angélica abre el botequín saca todo para desinfectar la herida, se puede escuchar quejarse ya que le ardía bastante, una vez, desinfectado todo comienza a vendar la mano.

Con su mano vendada —Gracias —dice serio.

—No hay de que, Señor —agacha su cabeza.

—Puede retirarse María con ella, indíquele cual será su habitación —dice serio y se va.

No tardo tanto. María le mostró su lugar en la casa, una habitación en el fondo de ese largo pasillo cuando estaba entrando se quedó impactada a ver tanta delicadeza. Esa habitación podría ser todo su departamento completo, era grandísimo y lleno de cosas. Un enorme ropero, una cama que se notaba cómoda junto con una mesa de luz a su derecha, camina hacia donde estaba la puerta y la abre. Era un baño que tenía todo lo que podía ver en las películas estaba justo ahora frente a sus ojos. Tocó con su mano cada detalle como las paredes, el lava cara y todo lo que le llamaba la atención.

Ya los ojos no le alcanzaban para seguir admirando todo. Se acercó de nuevo a sus maletas y comenzó a desarmarlas, acomodando todo en el ropero.

—Nueva vida, nuevo infierno Angélica —se susurra a sí misma tirándose a la cama de espalda.

Cierra los ojos un rato largo para descansar un poco, toda esta situación le estaba haciendo daño con respecto de ocuparse de él, quizás, era su primer paciente y encima famoso.

Golpeando fuerte la puerta —Voy a entrar espero que no estés desnuda —grita y abre la puerta.

Ella despega su cabeza unos centímetros de la cama, por primera vez, sonríe con algo que él había dicho y lo ve ahí parado en el marco de la puerta.

«Se notaba por sus brazos que tenía un buen cuerpo, bastante alto para mi, pelo castaño bien corto como la mayoría de los jugadores. Su cara era pálida, los ojos oscuros llenos de tristeza y rencor en ellos, sus labios ¡Ohh! verlo es como tocar el cielo con las manos. ¡¿Pero qué digo?!» piensa ella pero niega con la cabeza y sigue mirándolo.

Estaba cruzado de brazos apoyado al marco de la puerta —Te diré, acá se desayuna a las 08:00hs, almuerzo a las 13:00hs, merienda a las 17:30hs y cena a las 22:00hs. Si no estás en alguno de esos horarios o llegas tardes, no reclames nada te quedas sin comida. ¿Entendiste? —dice serio.

Se levanta de su cama quedando sentada —Entendido señor, como usted diga —dice tragando saliva.

Mira su reloj —Te veo en 10 minutos abajo —se va dejando la puerta abierta.

¿Eres mi mejor juego?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora