Mutuo

Capítulo Único

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❝Cuando esos pétalos de flores comenzaron a salir de su garganta, fue que entendió que se había enamorado de Mafuyu Sato❞

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Ritsuka Uenoyama había oído hablar de la leyenda de Hanahaki Disease en el pasado, pero nunca creyó que algo como eso pudiese ser real.

Es decir... ¿Qué una persona empezara a escupir flores hasta poder morir asfixiado por tener un amor no correspondido, y que la única manera de sanar sea declarándose? No tenía sentido en lo absoluto, era ridículo.

Aún así, esa fue una de las tantas cosas que cambiaron en su vida desde que conoció a Mafuyu.

Desde que encontró al chico de cabello castaño con tonos anaranjados dormido abrazando su guitarra, éste había puesto su mundo de cabeza y comenzado a excavar en lo profundo de su corazón, alterando todos y cada uno de sus sentimientos.

En un principio rogaba por dejar de tenerlo atrás suyo, pidiendo una y otra vez que le enseñara a tocar la guitarra. Pero aún así, algo terminaba por regresarlo siempre a él.

Su presencia se volvió agradable, aquella voz repitiendo su apellido junto a aquel honorífico dejó de parecerle molesta para ahora ser la melodía más dulce que había oído, los momentos que pasaban juntos durante los descansos escolares llegaron hasta ser necesarios en el día a día de Uenoyama, verlo crecer y mejorar con su instrumento era totalmente satisfactorio.

Y luego estaba oírlo cantar...

Lo hacía querer huir, pero a la vez no querer perderse ni un segundo de eso. Le provocaba un remolino de temblores que jamás había experimentado.

No lo entendía del todo.

Pero, antes de que pudiera comprender que tipo de sensación era la que lo invadía al ver al castaño sonreír, fue que oyó acerca de su pasado.

«—Dicen que Sato salía con un chico en la secundaria.»

Sobre como su ex pareja había muerto.

«—Y ese chico se suicidó de repente el año pasado.»

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Todo pareció derrumbarse en ese momento.

Estaba preocupado por Sato, de saber todo con lo que estaba cargando en silencio. A la vez que se encontraba desconcertado; es decir, ¿Mafuyu había salido con un chico? ¿Y la gente lo culpaba de su suicidio? ¿Por qué? ¿Cómo podría alguien como él tener algo que ver con eso?

Pero había algo más.

Más allá de la confusión y estupefacción por la que estaba pasando desde haber descubierto eso, una presión diferente se estableció en su pecho; una molesta, desagradable y dolorosa, una que no supo descifrar. Con solo pensar en eso, una ansiedad lo recorría de pies a cabeza, le incomodaba imaginar al castaño con alguien más.

No sabía cómo sentirse al respecto con Mafuyu y lo que había revelado sobre él.

Y no sabía cómo sentirse respecto a aquellos nervios que lo atacaban al estar con él.

Pasó por algunos días pesados en los que el malestar no hizo más que intensificarse. Y se sentía aún peor por no lograr comprender qué sentía realmente.

Pero todo se aclaró y oscureció a la vez cuando esa preciosa voz que lo cautivó con aquel tarareo soltó unas palabras que se introdujeron en él como un cuchillo.