Capítulo 29.

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Tomás.

Cuando salí de la ducha, papá se había ido. Mamá se encontraba en la cocina. El sobre con el nombre de mi hermano sobre la mesa. Ella bebía una copa de vino. Me senté junto a ella y dije: —Tomo cerveza a veces.— ella asintió. —No soy un ángel, mamá. Tampoco un santo. Solo Tomás. La mierda Tomi.

—No vuelvas a decir eso.

—Es la verdad.

—No, no lo es.— su voz era fuerte, fiera y segura. —Vos no sos una mierda para nada. Sos dulce, bueno y decente.— tomó un sorbo de su vino.

—Lastimé a Julian...

—Eso no fue lo más inteligente que pudiste hacer.

—Ni lo más agradable.

Ella casi rió y dijo: —No, nada agradable. — agarró el sobre de la mesa y pasó sus manos sobre él. —Perdón.— dijo, abrió el sobre y sacó una foto. —Estos son tu hermano y vos.— me pasó la foto. Yo era un nene chiquito y mi hermano me tenía en sus brazos. Él era lindo y sonriente.
—Lo amabas mucho.— dijo. —Perdón. Es como te dije, Tomi, no siempre hacemos las cosas bien. Tampoco decimos lo correcto. A veces duele darnos cuenta. Así que no lo hacemos, pero no significa que desaparezca, porque no lo hace.— ella me pasó el sobre y dijo: —Todo está ahí.— no lloraba. —Él mató a alguien, Tomi. Él mató a alguien solamente con sus puños.— ella casi sonrió, aunque esa fuese la sonrisa más triste que hubiese visto. —Nunca antes te lo dije.—susurró.

—¿Todavía te afecta?

—Mucho, Tomi. Incluso después de todos estos años...

—¿Siempre dolerá?

—Siempre.

—¿Cómo lo toleras?

—No sé, todos tenemos que tolerar ciertas cosas. Todos nosotros. Tu papá tiene que afrontar una guerra dentro suyo. Vos tenes que disimular el convertirte en un hombre fuerte. Sé que te entristece, ¿Estoy en lo correcto?

—Sí.

—Tengo que aceptar lo de tu hermano, lo que hizo, la vergüenza de ello, también su ausencia.

—No es tu culpa, mamá.

—No sé. Pienso que las madres se culpan a sí mismas. Al igual que los padres, creo.

—¿Mamá?— quería acercarme a ella y tocarla. Pero no lo hice. Solamente la miré, traté de sonreír y dije: —No sabía que podía amarte tanto.

En ese momento, su sonrisa cambió y no fue triste para nada. —Hijo de mi corazón, te voy a decir un secreto. Vos me ayudas a soportarlo, todas mis pérdidas, Tomi.

—No digas eso, ma. Solo te voy a decepcionar.

—No, amor. Nunca.

—Pero lo de hoy, sé que te herí.

—No.— dijo. —Creo que lo entiendo.

Pero la forma en que lo dijo, era como si ahora entendiese algo sobre mí que ella no había notado antes. Siempre sentía que cuando ella me miraba, estaba tratando de encontrarme, de saber quién era en realidad. Pero cuando me vio esta vez, entendí que por fin sabía todo. Lo cual debo admitir que me confundió.

—¿Entender qué, ma?

Ella me entregó el sobre y preguntó:
—¿No queres mirarlo?

Asentí. —Sí, pero no por ahora.

—¿Estás asustado?

—No. Sí. No sé.— pasé mi dedo por el nombre de mi hermano. Mamá y yo nos quedamos sentados ahí, por lo que pareció mucho tiempo.

TOMÁS Y JULIETA DESCUBREN LOS SECRETOS DEL UNIVERSO [CROAZZU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora