El se encontraba inclinado con una rodilla apoyada en el suelo frente a mi, sostenia una pequeña caja de terciopelo negro que en el centro contenía el anillo mas brillante que había visto en mi corta vida, el de su madre.
Mi respiración era agitada, de pronto todos los que se encontraban a mi alrededor habían dejado de bailar para prestar atención a la escena, mis mejillas se encontraban coloradas por el calor y la presión del momento. Mi mirada viajaba del anillo hacia su rostro para posteriormente situarse en los ojos llenos de lagrimas de su madre y hermanas.
-¿Quieres casarte conmigo?- cuestiono con toda la esperanza marcada en su tierno rostro.
Eran solo microsegundos los que habían pasado pero las palabras simplemente no salían de mis labios en lo que parecían siglos.
La gente animaba con frases como:
"Anda di que si"
"Acepta"
"Que bello momento"
En un ataque de pánico gire mi cabeza hacia la izquierda en donde mis padres me observaban con una mirada preocupada, después de todo solo ellos me conocían a la perfección y sabían que algo ocurría en mi mente.
¿Por qué no podía contestar esa pregunta que toda mi vida había querido escuchar?
En un impulso tome al chico frente a mi de ambos brazos y logre que se pusiera de pie.
-¿Qué pasa?- esta vez su voz sonaba temblorosa, el temor se hacia notar en su expresión
-No puedo- Me limite a decir
El sonido de vidrio rompiéndose se escucho a través del salón, mi mirada se poso en su hermana menor que ahora ya no sostenia la botella del costoso champagne Dom Perignon, que yo suponía había comprado para celebrar el acontecimiento. A mi parecer cayo de sus manos al escuchar mis duras palabras.
No quería pasar ni un minuto mas en esa habitación, la música parecía no acabarse pero los murmullos eran mas fuertes que nada. Tome mi abrigo del perchero de la entrada junto con mi bolso y rápidamente escape por la puerta principal.
Por mi mente no pasaba nada, es como si todo se hubiera vuelto un espejismo, caminaba sin saber exactamente a donde quería llegar, tocaba torpemente los botones del ascensor para que se apresurara en llegar. No parecía estar funcionando.
Escuchaba que alguien llamaba mi nombre a mis espaldas, conocía esa voz perfectamente: su madre, pero no tuve el valor de darle la cara.
En cuanto las puertas del ascensor se abrieron frente a mi entre con una velocidad impresionante, una vez mas presionando el botón millones de veces para cerrar las puertas. La señora Smith no siguió su camino hacia mi, se dedico a mirarme decepcionada a unos cinco metros de distancia.
La bilis subia por mi garganta al sentir el elevador descendiendo a la planta baja, de pronto todas las copas de vino que había consumido durante la noche habían quedado en el olvido, me sentía sobria.
El sonido de la llegada al piso cero me hizo volver a la realidad, mientras caminaba hacia la salida del edificio rebuscaba en mi bolso, que era un desastre, mis llaves del auto. Me maldije internamente al darme cuenta que seria muy egoísta de mi parte dejarlo sin el auto que compartimos, por lo que tome mi celular para ingresar a la aplicación de Uber.
Durante los 15 minutos de espera nadie intento buscarme, y estaba muy agradecida por eso.
Mis ideas daban miles de vueltas en mi cabeza, ¿Qué se supone que debería de hacer? No podía volver al departamento ya que seria el primer lugar donde me buscarían. No podía ir a casa de mis padres por que en cualquier momento el podría llegar y cuestionar la decisión que acababa de tomar.
Una parte de mi no entendía por qué había tanto drama en la situación, ¿Por qué no simplemente le explicaba que eso no era lo que yo quería? ¿Qué no me sentía preparada para el siguiente paso? Pero por primera vez en varios años pude aceptar para mi misma que ya era hora de escapar, no me sentía feliz con mi vida, yo quería mucho mas que esto.
En cuanto llego el auto de Uber escuche mi teléfono timbrar y su nombre aparecía en la pantalla. Simplemente ignore el llamado.
-¿A dónde?- cuestiono el chofer mientras el automóvil comenzaba a avanzar hacia la avenida principal de la pequeña ciudad que era Laredo, Tx.
-Al aeropuerto- no dude en responder. Se dedico a solo asentir con la cabeza.
Por alguna extraña razón sentía que el peso de situación se estaba quitando de mis hombros y una pequeña sonrisa apareció en mis labios.
La vibración del teléfono me hizo salir de mi transe. Era mi madre, no dude en contestar.
-¿Dónde demonios estas?- interrogo preocupada, sabia que en este mundo era la única persona que no me juzgaría por tomar esta decisión y escapar de todo.
-Voy camino al aeropuerto, tengo que salir de aquí- exprese nerviosa mientras llevaba mi mano derecha hacia mi boca. Deseaba tanto no tener esa mania de morder mis uñas cuando me encontraba en una situación de estrés, pero era mas fuerte que yo.
-Entiendo, solo avísame cual será el siguiente paso...te quiero- culmino la llamada, sin permitir que yo dijera algo mas. Quiero pensar que no quería comprometerse a saber mas del asunto para que él no la cuestionara.
Al llegar al aeropuerto me di cuenta que eran las 02:00 A.M. al ser primero de Enero no tenia ni idea si habría algún vuelo disponible, pero me encontraba dispuesta a esperar.
Timidamente me acerque al mostrador y la chica que se encontraba en turno no dudo en dejar lo que estaba haciendo en su computadora para atenderme.
-Hola, quisiera saber que tienes disponible para la siguiente hora- sabia que sonaba raro que una chica llegara con un vestido de alta costura a esa hora sin siquiera una valija en mano.
-Permiteme revisar- contesto sonriendo- A Nueva York a las 03:45 A.M.
¿Nueva York?