Destino Erótico | Bangtan

Artemisa22 ; M.YG

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La fría lluvia cae sobre mi paraguas mientras permanezco alejada del desconocido motel frente a mí. Una bocanada de aire me exime de mis nervios y avanzo hacia su descuidada fachada, pero tan pronto como lo hago, me retracto. Maldición, no puedo hacer esto toda la noche, he esperado lo suficiente por este momento como para que mis miedos, que por racionales que sean, me detengan, ya que detrás de la puerta catorce aguarda mi destino, probablemente impaciente.

Nunca creí hallarme en una situación similar a esta, no es mi estilo afrontar por primera vez a una persona en un motel apartado. Sin embargo, aquí estoy. Probablemente me he vuelto loca, él me ha vuelto de ese modo, y ni siquiera lo conozco en persona.

Cuando recibí aquel mensaje en el cual expresaba un simple hola no se me pasó por la cabeza que sería el inicio de una relación virtual realmente especial, contrario al propio significado de la misma. Ahora sé que sin importar el medio los humanos no podemos controlar nuestros sentimientos.

¿De mis conocidos quién diría que me enamoraría de un individuo con el que jamás he tenido un contacto físico? Nadie. Francamente me parecía tonta la idea de caer por alguien de tal manera, y todos lo sabían, pero luego de formar un lazo, me enamoré.

Me enamoré de Suga, quien ha elegido ese apodo como nombre de usuario.

Recuerdo que ni siquiera fue mi idea registrarme en esa boba aplicación de citas, de hecho, fue mi amiga, Kate, el genio detrás de ella. Un día solo tomó mi teléfono y se encargó de hacerme lucir necesitada cuando en realidad me sentía cómoda con mi eterna soltería, y ni siquiera me había percatado de lo que hacía hasta que noté sus risas. Imaginé que algo tramaba, así que me acerqué a ella sobre el sofá e intenté ver a causa de qué se divertía, quizá registraba algo que no debía; pero no era eso.

Era peor.

—¿Qué rayos haces? —traté de ver la pantalla del teléfono y Kate me lo impidió poniendo su mano en mi hombro para alejarme— Vamos, no seas infantil, ¿qué estás haciendo?

—Ayudándote —sonrió sin dejar de teclear la pantalla con su pulgar.

—Claro, siempre tan amable y dulce —expresé con sarcasmo—. Ya, dime qué haces —intenté agarrar mi teléfono y ella estiró su brazo para apartarlo de mí, acción que me molestaba.

—Creándote un perfil en Lovot —contestó luego de un rato, ya había dejado de teclear frenéticamente la pantalla—. Listo.

—¿Y qué se supone que es eso? —fruncí en el ceño.

—Una aplicación de citas —respondió, mostrándome el resultado de sus tontos actos, lo primero que noté fue la foto, una en la que me veía realmente fatal, y el nombre de usuario, claro, tenía que ser ese.

—Dios, Kate, y esa foto de mierda —le arrebaté mi pertenencia e indagué en el estúpido perfil—. Busco a un macho para que me atragante con su... pene. Y... me bañe con su lluvia blanca —leí parte de lo escrito y cerré los ojos, molesta— ¿Es en serio? Van a pensar que soy una de esas locas, Kate. ¿Estás bromeando? —borré absolutamente todo sin siquiera revisarlo por completo y dejé la información en blanco.

—Cálmate, solo trato de ayudarte —se excusó—. Mira, yo me registré allí hace un tiempo y créeme que hay buenos chicos en esa aplicación. Y justo ahora se me ocurrió hacerte el favor, así que no te enojes.

—No esperaría menos de ti —giré los ojos—. ¿Y tenía que ser ese nombre? —la miré amargamente.

—Obviamente, es el apodo que te representa, Judd —me rodeó el cuello con su brazo y se apegó a mí con supuesto cariño—. Nuestra virginal diosa. Veintidós años y aún no ha sido tocada, protectora de la virginidad, amante del té helado y los días cálidos, tú, Artemisa —se rió y yo mantuve mi semblante serio, estaba harta de esa comparación. Sería halagador que tus amigas te comparasen con una diosa, a menos que sea para molestarte por ello.