Capitulo 15

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Novara no comprendía lo que estaba sucediendo, ni siquiera sabía si aquello se trataba de algún otro truco de Derrik y era parte del juego que había creado, pero estaba aterrorizada; sentía pánico ante aquello oscuro, sin forma que la arrastraba hasta un impacto que significaría su muerte.
    En algún momento pensó que los golpes que recibía con las ramas y las enormes hojas amortiguarían la caída, pero más que el miedo que sentía ante la cosa que la empujaba con fuerza, el pánico a morir al estrellarse, la obligó a moverse, mover los brazos y tocar a la sustancia pegajosa y fría y tiró con fuerza de ella, tratando de liberarse, pero las manos o zarpas se clavaron más dolorosamente en sus hombros y continuó con el descenso. Desesperada, Novara trató de agarrarse a algo, pero su mano resbalaba continuamente y notó cómo la piel se rasgaba en más de una ocasión hasta que finalmente consiguió mantenerse agarrada a una de las ramas, un momento en el que se detuvieron por segundos, antes de que la presión arrancara la rama y siguiera arrastrándola hasta el suelo con ella en la mano.
    El impacto fue terrible. La espalda golpeó implacablemente el suelo y los huesos crujieron con fuerza. Novara gritó; gritó varias veces, y lo volvió a hacer cuando las zarpas se incrustaron más dolorosamente sobre su carne.
    Estaba viva.
    Novara trató de aferrarse a esa idea y comprobó que aún podía moverse. Agarró con fuerza la rama que tenía en la mano y golpeó con todas las fuerzas que reunió a la cosa oscura que tenía sobre ella, silenciosa y fría. La criatura se movió un poco ante el golpe, pero no lo suficiente para que sus zarpas la liberasen. Volvió a golpearla, una y otra vez hasta que la cosa cayó a un lado y Novara trató de incorporarse, algo que no consiguió hacer ante el dolor de la espalda y fue suficiente para que la criatura se abalanzara una vez más sobre ella. Novara interpuso hábilmente una pierna y la empujó con ella en el momento que la oscuridad caía encima.
    La densa oscuridad comenzó a revolverse y Novara se arrastró como pudo, levantando la rama y tras golpearle con ella, se la clavó, atravesando su gelatinosa piel hasta que simplemente se evaporó, volatilizándose como si sólo hubiera sido viento.
    Durante un momento, Novara se quedó inmóvil, escuchando y mirando atenta entre la poca claridad que provenía de algún lado a la espera de que algo más apareciera y cuando no lo hizo se permitió sollozar un poco, llevándose una mano a la espalda y a los hombros.
    —Al menos no está rota —murmuró entre jadeos.
    —Ayuda... Curt...
    Novara estiró el cuello alarmada y se arrepintió inmediatamente de hacerlo, soltando un quejido.
    —¿Alina? —susurró sin moverse aún.
    —Sí, estoy aquí.
    Novara miró al frente y distinguió una silueta apoyada en un tronco, moviendo débilmente una mano para llamar su atención. Se arrastró hasta ella, con el palo firmemente agarrado.
    —¿Estás bien?
    —No... Creo que me... no lo sé... ¿lo has matado?
    Novara asintió débilmente con la cabeza. No estaba segura de si realmente lo había matado o no, pero necesitaba creer que no aparecería de nuevo.
    —¿Estás herida?
    Novara tocó la pierna donde Alina tenía una mano fuertemente apretada y notó algo caliente y liquido empapando su ropa.
    —¡Ah!
    —Lo siento —Apartó la mano temblorosa de la pierna de Alina y miró a un lado y otro. Sólo había oscuridad—.Oye, si esto es parte de la carrera, abandono. ¿Cómo hay que decirlo?
    Inexplicablemente seguía con vida, algo de lo que debía recordar estar agradecida el resto de su vida. Y de una pieza. Eso también debía agradecerlo. Aunque era imposible agradecer el dolor punzante que le recorría toda la columna y casi no la dejaba moverse con libertad. Se recordó que no era un buen momento para ponerse a llorar. Primero tenía que salir de allí. No iba a tentar a la suerte dos veces.
    —Esto no lo ha creado Derrik.
    A Novara no le sorprendió la respuesta, pero no pudo evitar sentir un nuevo estremecimiento.
    —Salgamos de aquí. ¿Puedes levantarte?
    —No lo sé...
    Novara hizo un esfuerzo por levantarse y mantener la espalda erguida completamente, apretando los dientes para soportar el dolor, pero contuvo mal las lágrimas.
    —Vamos...
    Le tendió la mano a Alina, pero antes de ayudarla a incorporarse, Novara vio en los ojos llenos de pánico de la chica lo que estaba mirando detrás de ella. Contuvo la respiración, sin apartar la mirada de los ojos aterrados de Alina y movió en su mano la rama, aferrándola con más fuerza en su puño y tras coger aire y mantenerlo un momento en los pulmones, se dio la vuelta, con más firmeza de la que realmente sentía y se quedó completamente helada.
    Varias de esas masas oscuras estaban a escasos metros de ellas, iluminadas fantasmalmente por la extraña luz que seguía sin saber de donde provenía, y avanzaban lentamente hacia ellas.
    —Ey...
    —Levántate —ordenó Novara con la respiración entrecortada y el corazón latiendo fuertemente en el pecho.
    —Es lo que intento, pero creo que tengo algo roto.
    Por un momento, el miedo impulsó a Novara a salir corriendo, pero la razón se interpuso y se mantuvo inmóvil, frente a Alina, incapaz de abandonarla. Un nudo se había implantado en el estómago y le costaba respirar; despacio levantó las manos y sujetó el palo con las dos manos, sobre su pecho y esperó a que se abalanzaran sobre ellas, pero en el momento que las masas oscuras saltaron y Novara retrocedió, chocando con las piernas de Alina, se evaporaron sobre su cabeza, sin llegar a rozarla y Novara sintió como si algo cayera sobre ella. Instintivamente comenzó a sacudirse, alterada y levantó una vez más el palo cuando escuchó un ruido enfrente, dejando escapar un suspiro de alivio al reconocer las tenues siluetas de Derek, Stacie y varios de sus amigos.
    —¿Estás bien? —gritó Derek, acercándose a ella y al ver que no le respondía la agarró por los hombros. Novara dejó escapar un quejido de dolor y Derek la soltó preocupado—. ¿Estás herida?
    —Ah... es un rasguño —se apartó un momento y dejó a Alina al descubierto—. Ella...
    —¡Alina!
    Derek y algunos se arrodillaron alrededor de la chica.
    —Necesitamos detener la sangre —murmuró Stacie.
    Se escucharon más voces y algunos ruidos y finalmente los quejidos de Alina mientras ataban algún trozo de tela alrededor de su pierna y trataban de levantarla.
    —Tenemos que movernos.
    —¿Dónde está Derrik? —preguntó la nativa con la voz llorosa—. ¿Qué ha pasado?
    —No sabemos donde está Derrik —dijo Derek con voz tensa tras unos instantes en silencio.
    —¿Alguien ha visto a Mark? —preguntó Novara con timidez, repasando una vez más los rostros que acababan de llegar y sintiendo una punzada de ansiedad en la boca del estómago.
    Derek la miró fijamente.
    —No —dijo despacio, sin dejar de mirarla—, pero me gustaría saberlo también.
    —¿Qué vamos a hacer? —les interrumpió Alina, con voz llorosa.
    —Tenemos que encontrar a los demás.
    Como respuesta, los arbustos de la derecha comenzaron a moverse y todos se pusieron en guardia. Derek y otro de los chicos nativos hicieron surgir unas dagas, materializándolas a través de unas ramas gruesas y se adelantaron para proteger al grupo. Novara volvió a levantar la rama, bastante más insignificante que lo que los otros dos tenían, pero ahora, de pronto, ya no se sentía sola y se recordó que esa rama ya le había salvado una vez la vida —aparte del milagro de la caída—.
    —¡Dios santo! —gritó Isai al ver a Derek abalanzándose hacia él y Logan que ayudaban a Pete a caminar—. ¡Qué susto me habéis dado!
    —¿Cuántos estáis? —preguntó Derek, ignorando a Isai y acudió en ayuda de Pete.
    —Sólo nosotros tres —gruñó Logan con los dientes apretados. De cerca, Novara comprobó que tenía un lado de la cara cubierto de sangre. Cojeaba y parecía agotado—. ¿Qué está ocurriendo? Hemos oído gritos más allá pero era imposible acercarnos.
    Derek tensó los hombros y el chico que también tenía una daga miró a un lado y otro del bosque.
    —Necesito descansar —murmuró Logan sentándose en la hierba—. He gastado mucha fuerza para conseguir defenderme y seguramente la mayoría de los de ahí fuera estén igual —Hizo una pausa para respirar—. Tenemos que salir de aquí. ¿Dónde está Derrik?
    —¡No lo encuentro! —gruñó Derek.
    —¡Pues sácanos tú!
    —¡No tengo tanta fuerza para hacerlo solo!
    —Callaos los dos —gruñó el otro chico nativo. Todos quedaron en silencio y Novara escuchó un extraño ruido acercándose no muy lejos. Se puso rígida—. Vienen.
    —Mantente al margen —ordenó Derek, moviéndose hasta el centro del grupo que se había formado. La miró de reojo y Novara apretó con más fuerza la rama, avanzando hasta ubicarse al lado de Logan, que se había levantado con esfuerzo para situarse en el semicírculo junto a los demás, protegiendo a los heridos y a Stacie —. Estás herida.
    —Estoy herida —admitió en un hilo de voz, repitiéndose que cuanto más se dijera que no sentía dolor, terminaría por creérselo y fijó la mirada en la espesura, incapaz de mirar otra cosa—, pero me gustaría seguir viva.
    Como respuesta, Logan alzó el brazo y le entregó un cuchillo corto y delgado. Novara lo cogió sin decir nada, dejando caer la rama al suelo y esperaron en silencio a que las criaturas los alcanzaran, lanzándose sobre ellos implacablemente.
    Novara se movió asustada hacia atrás, levantando peligrosamente el cuchillo cuando una de las masas se acercó a ella.
    —¡Vete atrás! —chilló una vez más Derek, destrozando a la criatura que no tardó en evaporarse como humo—. ¡Atrás!
    Novara retrocedió débilmente, incapaz de seguir el mismo ritmo que los demás.
    —Ayúdame aquí —pidió Stacie
    —Pero...
    Novara la miró.  Stacie estaba proporcionando como podía los primeros auxilios a las heridas de Pete.
    —No puedes hacer nada.
    Novara apretó los dientes y echó un vistazo a su espalda. Los demás seguían luchando, haciendo que las criaturas desaparecieran, una tras otra, pero éstas seguían apareciendo, ocupando el lugar que antes había estado una compañera.
    —¿Qué vamos a hacer? —preguntó sin voz.
    —No lo sé.
    —¡Cuidado!
    Novara giró la cabeza alarmada, al igual que lo hizo Stacie, en el momento que Logan era derribado por una de las masas, Novara no lo pensó, segura de que si se detenía a pensarlo no sería capaz de dar un paso, se tiró hacia delante con el cuchillo levantado y antes de que la criatura se diera cuenta de su presencia, le atravesó lo que debía ser el cráneo y se evaporó, salpicándolos a los dos del polvo que desechaban al desaparecer.
    —Gracias —musitó Logan agotado, aceptando la mano que Novara le ofrecía mientras se levantaba con urgencia.
    —¡Necesitamos salir de aquí —gritó Stacie.
    —¡Lo sé! —chilló Derek, agrupándose una vez comprobaron que esas cosas  habían dejado de aparecer.
    Todos parecían cansados; unos más que otros, pero Logan y otro de los chicos tenían un aspecto lamentable, y a Novara le recordó a Stacie durante la hora de gimnasia.
    —¿Se ha terminado? —murmuró Novara esperanzada. Dejó a Logan junto a Stacie y se giró completamente.
    El silencio que siguió a sus palabras le dio la respuesta. El ruido. Una vez más. Era como aire acercándose a una gran velocidad.
    —Vienen más.
    —¡Derek! ¡Tenéis que hacer algo!
    —Intentémoslo juntos —sugirió Isai, dando unos golpes a dos de los chicos nativos.
    Derek se juntó a ellos y los cuatro se cogieron de la mano, creando un círculo.
    —Ayudaré —se ofreció Alina, tratando de levantarse.
    —No, no puedes gastar más fuerzas —Stacie la empujó y la inmovilizó suavemente en el suelo.
    En el círculo, los cuatro comenzaron a recitar algo en otra lengua, alzando la voz y sumergiendo sus voces a un suave cántico. Novara los miró nerviosa, deseando que funcionara lo que estaban tratando de hacer. Sus ojos se desviaban continuamente del corro hacia los oscuros matorrales y con cada segundo que pasaba más nerviosa se sentía.
    —Están muy cerca —musitó Logan con la mirada fija también en la negrura. Novara sintió un nuevo estremecimientos y se frotó con cuidado los brazos, tragando con esfuerzo y dio un bote, impresionada cuando los cuatro chicos salieron despedidos con violencia hacia atrás.
    Novara se movió para ir a ayudar a Derek, pero el cuerpo menudo de Stacie se le adelantó, arrodillándose junto a Derek. Novara vaciló, y apartando la cabeza, se acercó a Isai, ayudándolo a levantarse.
    —¿Qué ha pasado?
    —¡La salida está bloqueada! —gruñó uno de los chicos que se había levantado con la ayuda de Logan.
    —¿Bloqueada? —gritó Logan, mientras se reunían a Derek y Stacie, que tras asegurarse de que Derek se encontraba bien, lo soltó y regresó junto a Alina y Pete.
    —¿Estáis todos bien? —preguntó Derek, echando un vistazo a los otros tres chicos. Novara lo miró de reojo y dejó que Derek se apoyara en ella cuando se tambaleó un momento, llevándose una mano a la cabeza—. Lo siento...
    —¿Y ahora qué hacemos? —gritó Logan.
    Todos podían escuchar la rapidez con la que se acercaban.
    —¡Se están acercando! ¡Tenemos que hacer algo!
    —¿Pero qué son esas cosas? —gritó Pete enfadado—. ¿De dónde están saliendo?
    —Son lobos —dijo una voz a sus espaldas. Novara sonrió al reconocer la voz, sintiéndose aliviada y se giró—. Y vienen del cielo.
    Mark salió de la oscuridad, mirándola fijamente con una mirada helada que dejó a Novara descolocada  y señaló con el dedo hacia arriba.
    —¡Mark! —gritó Derek, apartándose de ella como si de pronto quemara y se acercó a él—. ¿Sabes algo de Derrik?
    Mark se encogió de hombros, bajando despacio el dedo y fijó la mirada en la dirección donde provenía el ruido.
    —No está.
    —Oh... no, no —gritó Logan retrocediendo—. ¡Son ellos!
    Novara giró la cabeza bruscamente, olvidándose del dolor por un momento y vio a las criaturas surgir de la espesura. Eran decenas, puede que más, ya que parecían capas de una misma piel que iban levantándose a medida que una de ellas desaparecía.
    —¡Mark! —Derek sacó una vez más la daga y Novara levantó el cuchillo, sin moverse de donde se encontraba—. ¡Sácanos de aquí!
    Novara vio como Mark extendía el brazo y todo a su alrededor se deformaba y doblaba a una velocidad vertiginosa.
    Novara abrió los ojos y parpadeó varias veces para poder despegar los parpados y se incorporó, apretando los dientes con fuerza para soportar el dolor y buscó con la mano el colgante con el ónice que había dejado apartado en la hierba y se lo guardó en el bolsillo antes de unirse a los gritos y el movimiento alterado de su alrededor.
    Pese a que deseaba con todas sus fuerzas que todo hubiera sido una pesadilla, una pesadilla de las de verdad, no de las surrealistas que últimamente acaecían cada vez que se quedaba dormida —y hasta sin dormir, ya que últimamente su vida era una pesadilla—, el dolor la devolvía a la realidad de una manera aplastante.
    —¿Alguien ha encontrado a Derrik? ¿Cuántos son los heridos?
    La voz autoritaria de Derek resonaba por todo el claro. Uno de los chicos que Novara no distinguió apagó la hoguera y fue ofreciendo ayuda. Novara giró primero la cabeza hacia la izquierda en busca de Mark, pero el suelo estaba vacío y luego se volvió hacia Alina, que estaba siendo atendida y dos chicos comenzaban a levantarla.
    —¿Puedes moverte sola? —le preguntó Stacie acercándose un momento a ella.
    Novara asintió con la cabeza y la india se dio la vuelta, acercándose a Derek; le susurró algo en el oído y después él miró un momento en su dirección, asintiendo con la cabeza antes de que Stacie volviera a alejarse.
    —¡Regresamos a la reserva!
    —¿Y qué pasa con Derrik? ¡No está por ningún lado! ¿Y qué ha pasado ahí dentro?
    —No lo sé... —musitó Derek despacio, mirando a lo lejos algo ausente—. Pero por ahora llevar a los heridos a la reserva es prioritario.
    Novara se dejó arrastrar de vuelta a la reserva. En esta ocasión no se fijó quien caminaba delante o detrás; apresuró el paso todo lo que pudo, apretando los dientes de vez en cuando y se apuntó al grupo que decidió volver al pueblo en una de las camionetas. De pronto se encontraba deseando llegar a la ruinosa casa de Sabina, un lugar que ahora le parecía increíblemente acogedor.
    Antes de subir a la camioneta, Novara miró al grupo de la reserva. Su mirada buscó a Derek, pero cuando creyó que no lo encontraría fuera de alguna de las casas, vio a Mark y detuvo sus ojos en él, contemplando como sus manos enredaban con algo que no conseguía distinguir en esa distancia. Una vez más parecía ausente de todo, como si nada de lo ocurrido hubiera tenido que ver con él y Novara se preguntó que habría sucedido con ellos si Mark no hubiera estado allí. Mientras dejaba que la ayudaran a subir a la parte de atrás de la camioneta llena de barro, Novara se dio cuanta de que ya eran dos veces que aquel chico salvaba de alguna manera su vida.
    Se sentía agradecida, pero aunque un confuso enredo de sentimientos luchaba por florecer en su cabeza, lo sucedido la había dejado completamente fuera de energías, aturdida, dolorida y asustada. No era el mejor momento para pensar sobre sus sentimientos; ni siquiera quería pensar en algo.
    De camino al pueblo, Novara se mantuvo alejada de todos, respetando el melancólico silencio que reinó durante todo el viaje. No parecía que ninguno de ellos tuviera ganas de mantener una conversación y Novara lo agradeció. Tampoco se fijó quienes subían al pueblo con ella pero al bajar reconoció a Alan, meditabundo y con el jersey cubierto de sangre. Novara no se detuvo a considerar si sería de él o de algún otro; prefería no saberlo, y también vio a una de las chicas con las que coincidía en matemáticas.
    —¿Alguien necesita que lo acerque hasta casa? —preguntó el chico que los había bajado al pueblo.
    —Iré andando —musitó Novara sin fuerzas, dándose la vuelta, sabiendo que no era ella la que peor aspecto tenía.
    —¿Qué pasa con Derrik? —escuchó que alguien preguntaba y se detuvo un momento, deseando escuchar la respuesta.
    —Lo están buscando; lo encontraremos.
    Aún así la respuesta no sonó convincente.
    Novara reanudó la marcha y a medida que se alejaba del grupo que también comenzaba a dividirse aumentó el paso. De pronto las calles le parecían muy vacías, la oscuridad asfixiante y el miedo volvió a reinar en ella. El último tramo lo hizo corriendo. Cuando finalmente llegó a la puerta, tomó aire un segundo y la abrió, agradeciendo escuchar los dedos de Sabina tecleando con fuerza sobre el teclado del ordenador. Se acercó despacio a la puerta del salón y se apoyó un momento en una de las figuras étnicas más altas que Sabina había dejado sobre el pasillo uno de esos días que había estado en casa y se quedó mirando a la mujer, deseando poder hablar con alguien de lo ocurrido, pero sin atreverse tan siquiera a saludar, temiendo que la mujer se diera cuenta de la hora a la que volvía a casa, suponiendo de que le fuera a importar algo eso, se dio la vuelta y comenzó a subir pesadamente las escaleras, creyendo escuchar por un momento que Sabina detenía el ágil movimiento de dedos, pero no se quedó a comprobarlo, entró en la habitación y cerró la puerta a su paso, dejando tirada la mochila en el suelo. Fue hacia la cama y se dejó caer suavemente sobre ella, haciendo una mueca al sentir el dolor de la espalda y fingió que no notaba las punzadas en los hombros, dejando para más tarde la visita al cuarto de baño y el uso del improvisado botiquín.
    Novara giró la cabeza para mirar hacia la ventana. Por suerte las cortinas estaban perfectamente corridas y era imposible ver nada. Rebuscó en el bolsillo del pantalón el ónice y tras agarrarlo con fuerza en su puño un momento se lo pasó por el cuello, atándolo firmemente y dejó que la piedra rozara su piel. Deseaba dormir, pero temía los sueños. No sabía lo que había pasado en el bosque, durante el sueño que Derrik había creado o lo que hubiera hecho, y tampoco quería pensar ahora sobre eso; sólo quería dormir, descansar de verdad y sobre todo, olvidar. Apretó con fuerza las manos y dejó escapar un tímido sollozo, evitando volver a temblar y cerró los ojos, suplicando que sólo fuera un sueño normal.
    En algún momento, mientras caía dormida, Novara creyó escuchar el timbre de la puerta y después varios golpes más bruscos antes de oír la voz enfadada de Sabina y algunas voces amortiguadas y urgentes antes de que se volviera a cerrar la puerta y la casa quedara en silencio.

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Un capitulo más! Espero que os haya gustado :) Muchas gracias por leer, votos y comentarios ^_^

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Hijos de las Tinieblas (SUEÑOS OSCUROS 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora