Capítulo #9
Mark Lewis.
—Entiendo...
Cuelgo la llamada.
Bien... Debo admitir que estoy sorprendido. Cuando Amelia me llamó para contarme no lo podía creer. No pensé que esa perra era capaz de matar a su propia hermana.
Yo sé muy bien lo fuerte que es; pero todo tiene su límite y este es el suyo, sin embargo, yo quiero aún más, quiero romper sus límites, que no los tengan, la estoy educando, fortaleciendo. Sé que algún día me lo agradecerá
Una sonrisa de satisfacción se forma en mi rostro al imaginarme su cara de sufrimiento. Esta, sin embargo, rápidamente se desvanece a caer en cuenta a la realidad.
Lily está muerta. Ella... Ella ya no existe. Ya no podré escuchar su dulce voz u oír sus risas por toda la casa; observar su pequeño y frágil cuerpo corriendo o jugando en el jardín, ver su rostro dulce e inocente, sus grandes ojos azules, que aunque me recuerden a ella, son brillantes y vivaces, y ese hermoso cabello castaño claro como el mío.
Mis ojos se humedecen un poco.
¿Lágrimas? ¿Esas son lágrimas?
En efecto lo eran. Un dolor en mi pecho y un nudo en mi garganta se forman rápidamente.
Debilidad, no recuerdo que esta sea un requisito para el éxito ¿o si?
Es decepcionante.
Por esto, por tu debilidad fue que todo ocurrió. Es tú culpa, tuya y de nadie más por ser un poco hombre y tener debilidad.
Ella me la arrebató. Esta es su maldita culpa, por ella mi hija no está.
Como quisiera matarla en estos momentos, sin embargo prefiero hacerla sufrir... Todo esto es culpa de esa perra es una lástima que no esté aquí.
Alison... Me la Cobraré todas las que me debes.
Ay, Alison... Si creía que tu vida era una mierda, prepárate que apenas esto comienza. Si antes tu insignificante vida era insoportable, ahora te la haré imposible.
Limpio mis lágrimas, tomo mi teléfono, marco el número de Raquel, mi secretaria, y salgo de la habitación del hotel.
Antes de que pueda hablar le ordeno.
—Un pasaje de avión, primera clase en el vuelo próximo a salir. Tengo que ir a casa—luego, sin dejarla hablar, cuelgo.
Necesito verla. Necesito corroborar que esto está pasando, que esto es real.
(...)
Amelia Márquez.
¿Por qué?
¿Por qué todo aquello que amo me lo arrebatas o haces sufrir?
¿Es un castigo? De ser así ¿qué he hecho?
¿Qué ha hecho?
Ella es solo una niña que no merecía nada de esto. Ella no merecía morir, no de esta manera, no así.
A veces me pregunto ¿cuánto más?
¿Cuánto más tendremos que soportar?Dicen que Dios aprieta, pero no ahorca, pues a nosotras nos está matando.
Cierro mis ojos y veo su dulce y tierna cara con cada parpadeo, mis oídos solo escuchan su escandalosa y contagiosa risa.
Me duele tanto esto, me duele que tuviera que ser parte de esta farsa, que Alison tuviera el valor que yo no tuve y hacerlo, aún recuerdo sus palabras.
—Yo... Yo no puedo hacerlo, abuela— sus ojos estaban rojos haciendo resaltar su iris azul de manera arrolladora — Tú hazlo, yo no soy capaz, esto... Esto es mucho...—dijo entre sollozos, apenas se entendían sus palabras.
—Vete, yo lo hago, yo la tiro—le dije y ella hizo caso omiso y corrió de ahí.
Mi niña ya estaba muerta, sólo tenía una hora y Media de fallecida; teníamos que actuar rápido, sólo era cuestión de tirarla de balcón, hacerlo ver como un accidente.
Saqué su cuerpo de aquella bolsa fúnebre con mucho cuidado, la posicione como planeamos, sólo tenía que voltearla y empujarla, pero no pude, su pálida tés, sus labios entre abiertos y esos ojos... No pude, simplemente no pude, lo único que hice fue abrazar al frío cuerpo; mis piernas dejaron de funcionar haciéndonos caer al suelo, pidiéndole perdón mientras lloraba sin poder hacer más.
Hasta que una mano tomo y estrechó mi hombro obligándome a separarme de ella un poco, voltee y vi la cálida sonrisa de Alis, ella se agachó y nos abrazó, me besó la mejilla, se levantó nuevamente y caminó hasta quedar frente a mi. Su cara de transformó en cuestión de segundos, la frialdad de su rostro y su mirada perdida me asustaron. Ella se agachó un poco una vez más y tomó a mi niña de los brazos, intentando separarla de los mios, pero yo no quería dejarla ir, dejarla caer.
—No lo hagas más difícil y sueltala— me dijo mientras jaló de ella—. Ahora—una lágrima corrió de su ojo izquierdo, eso me debilitó y la solté.
Ahí, tirada en el piso vi como Alison arrastró su cuerpo hasta el balcón, se dio la vuelta quedándose cara a cara, besó su frente y la arrogó.
Ella solo veía al frente, aún cuando el sonido del impacto se escuchó, luego de unos segundos se volteó y salió de la habitación, así sin más, sin verme, sin hablar, sólo de fue.
Y continuamos con el plan.
Ese recuerdo me atormentará por el resto de mi vida. Lo sé.
A pesar que este último mes, la consentimos como nunca, tratamos de cumplir sus sueños y caprichos, que pasara sus últimos días felices... La culpa seguía intacta, a pesar que muy en el fondo sabíamos que no era nuestra y que hicimos un bien, nada quitará esta culpa que me carcome por dentro.
(...)
La funeraria.
El peor lugar, no venía aquí desde hace mucho...
Un lugar sombrío, donde todos te repiten lo maravillosa persona que era, pero jamás la conocieron.
Alison está sentada al otro lado de la habitación recibiendo el pésame de los familiares y amigos, aunque ella está ausente, tiene una sonrisa triste en sus labios y la mirada perdida y llorosa adornada con unas feas ojeras. Su cuerpo en ese vestido negro se ve pálido y triste, la cola de caballo cae en sus hombros por lo largo de su cabello. Se ve fatal, y no es para menos después de todo lo que hizo.
Mark, ese maldito, tampoco se ve muy bien que digamos, ojeras, ojos rojos y una patética cara de trasnocho, sin embargo, su traje negro y peinado tan impecable como siempre, mientras recibe pésame y conversa con un grupo de personas.
Yo estoy en la puerta, arrecostada, no he tenido el valor de ir a ver el cuerpo. Hasta ahora. Me enderezo y acomodo mí vestido negro ceñido y de mangas largas, mientras atravieso toda la habitación para llegar al ataúd, a mitad de camino los recuerdos de este último mes compartido se me vienen a la mente.
Los chistes, las caricaturas, los desastres de helado y chucherías, las risas, los juegos y toda la diversión.
Mis ojos comienzan a llorar nuevamente y aquel vacío se apodera de mi alma una vez más
Llego al ataúd. Me acerco y veo su angelical rostro a través del vidrio, pareciera que está dormida con una leve sonrisa. Acerco mi dedo índice con delicadeza tocando el cristal, dibujando su sonrisa mientras que mis lágrimas empañan este.
—Te amo, abuela, gracias por todo—me dijo con una linda y adormecida sonrisa— .Gracias por estos maravillosos últimos días.
Ese recuerdo me rompió de corazón, esa fue la última vez que me dijo «abuela» la última vez que vi su sonrisa, y esos ojos hermosos, porque a pesar de no ser su abuela biológica, fui su abuela real, a pesar de solo conocernos un mes, ella se robó mi corazón, mi niña, la pequeña que amé con todo mi corazón y no está, mi nieta se ha ido. Y aunque suene algo turbio y poco creíble; Savannah, esa noche, murió en paz.
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Por Ella
Mystery / ThrillerDesesperación. frustración. Enojo. Asco. ira. Es poco para todo lo que sentía, no tenía ganas de vivir. Luego de la Muerte de mi madre todo cambió para peor desafortunadamente, mi vida se volvió un completo desastre. Sólo quería dejar este mundo, p...