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Roman llevó mi mano a su boca y lentamente comenzó a lamer la sangre de mis dedos mientras me miraba. Sentí mi pulso acelerarse y esas peculiares cosquillas crecían, apoderándose de mi núcleo. Lamió y chupó mis dedos hasta que estuvieron perfectamente limpios y todo lo que pude hacer fue quedarme ahí totalmente congelada. Asombrada.

Shee-it...

Solo unos momentos después sentí su toque viajar desde mi brazo hasta la parte posterior de mi cuello, tomando un puñado de mi cabello. No lo suficientemente fuerte como para lastimarme, pero aun así, no fue gentil. Roman me atrajo hacia él para besarme y me sentó sobre su regazo. Nuestras lenguas luchaban entre sí con tanta voracidad, que ni siquiera sabía que podía sentirme así antes. Vacilé un poco con el final de su playera blanca sin mangas, pero finalmente tomé el coraje para levantarla y sacarla del camino. Él inmediatamente hizo lo mismo con mi vestido, luego se tomó un segundo para observar mi cuerpo y juro que sus ojos se veían de un tono más oscuro que su habitual verde claro. Roman empezó a atacar mi cuello de una manera en que un caballero jamás lo haría. Sus labios bajaron por mi clavícula, dejando un camino de deliciosos besos húmedos hasta mis senos, antes de desabrochar mi sostén y arrojarlo en algún lugar del piso para empezar a mordisquearlos. Solté un pequeño grito ahogado cuando me tomó por el cabello de nuevo y me puso de pie.

―No me dijiste qué era lo que esperabas ―dijo, con voz ronca mirándome.

¿Cómo es que se ve aún más alto en este momento?

―Esperaba que él se hiciera cargo ―dije de forma tentadora mientras miraba sus labios. Esos perfectos rosados ​​y carnosos labios.

―¿Sí? ¿Te gusta eso, eh? ¿Un hombre que se hace cargo? ―me envolvió aún más cerca de su cuerpo y pude sentir lo duro que ya se encontraba.

―Sí...

―De acuerdo, entonces esto te va a encantar ―me soltó del cabello y desabrochó sus pantalones. Los bajó un poco junto con sus calzoncillos, sólo lo suficiente para dejar libre su erección ―. Ponte de rodillas y mételo dentro de tu boca ―ni siquiera me tomó un segundo hacer lo que dijo. Yo quería esto. Lo quería a él. Todo de él. Pasé mi lengua tan solo un poco, saboreando la salinidad sobre la punta de la cabeza de su miembro hinchado, luego lamí toda su longitud dolorosamente lento y lo escuché gruñir ―. Deja los jodidos juegos ―dijo antes de acercar con fuerza mi cabeza hacia su entrepierna, haciéndome tomarlo dentro de mi boca de una vez por todas. Envolví mi mano alrededor de su eje y comencé a trabajar en él. Mis labios se apretaron lo suficiente alrededor a su alrededor, yendo y viniendo. Sentí su agarre en mi cabello nuevamente y pronto empezó a empujar sus caderas contra mi rostro para poder entrar aún más en mi boca. Lo podía sentir casi en el fondo de mi garganta, haciéndome ahogar un poco ―. Carajo, así es. Tómalo todo en esa pequeña boca tuya ―aceleré el ritmo yendo aún más profundo, saboreándole como si se tratara de la barra de chocolate más suculenta que hubiese en la faz de la tierra. Disfrutando cada maldito segundo, casi de la misma forma en que sabía que él también lo hacía. Mierda, los sonidos que salían de él... Me tenía empapada sin siquiera haberme tocado demasiado ―. Hay algo que me gustaría saber ―apenas lo escuché hasta que me levantó del piso, arreglando rápidamente su ropa. Luego se colocó detrás de mí. El calor de su pecho contra mi espalda y sus enormes manos aferradas a ambos de mis brazos ―. ¿Por qué me mirabas a mí todo el tiempo mientras ese tipo te lo hacía? ―preguntó justo en mi oído y me congelé una vez más.

―No te estaba mirando ―mentí, tratando de ocultar mi vergüenza.

―No me gustan las mentiras ―Roman siseó antes de estampar su palma con dureza sobre mi muslo, haciéndome quejarme y desearlo aún más ―. Dime ―ordenó.

TRUTH OR DARE // Roman Godfrey [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora