Entre nosotros hay historia [Klance]

Día tres: compartir desesperanza

Este era un día feliz. La mayoría de las veces, Keith amanecía serio y apático. ¿Cuál sería la razón de sonreír tan temprano por la mañana? A esas horas ni siquiera estaba seguro de ser una persona o de que esto fuera la vida real; no había emociones dentro de él, solo ganas de volver a meterse en la cama y desaparecer del mundo otras cuatro horas más.

Las cosas eran diferentes cuando lo que te saludaba al despertar era un mensaje dándote los buenos días del chico más alucinante que habías conocido en tu vida. Nunca le había dado importancia a esas tonterías, solo eran convenciones sociales que no tenían sentido, obligaciones tontas que era forzado a cumplir. Todo tiene sus excepciones, sin embargo, porque ahora mismo no le importaría estar ambos obligados a compartir los buenos días el uno con el otro para siempre.

Buenos díassss
6:20

Perdón, me fui a dormir
6:20

Sería genial que me ayudaras, si puedes, muchas gracias por ofrecerte
6:20

Qué guitarra tienes tú? Yo tengo la clásica, no sé si eso afecta en algo
6:20

Buenos días
8:27

Yo tengo la acústica, pero no te preocupes, no supone ningún problema
8:28

Se levantó de la cama con un bostezo y se metió en el baño. Siempre le habían gustado las mañanas, cuando todo estaba silencioso y a oscuras; se sentía como si fuera la única persona en el mundo. De forma voluntaria no estaría en pie tan temprano, por supuesto, pero ya que debía estarlo, era agradable.

Casi se quedó dormido en el váter, mas consiguió mantenerse alerta hasta acabar. Después de lavarse las manos y secárselas, se llevó una de ellas a la boca y exhaló para comprobar su aliento, con los ojos un poco llorosos por el sueño. Bueno, era tolerable, podía saltarse el cepillarse los dientes esta mañana. Nadie iba a notarlo, de todas maneras.

Mientras se hacía una coleta porque no tenía tiempo ni ganas de peinarse, metió los pies en los zapatos y apretó hasta que encajaron. También comenzó a pensar en Lance y en el deseo de hablar con él, ¿cuánto tardaría en responderle? Parece del tipo que lo primero que hace por las mañanas es revisar su teléfono, aunque quizá tan solo no quiere hablarle a él en específico. O quizá se levanta más tarde, o... ahora que lo piensa, ni siquiera sabe si tienen diferencia horaria o no. Debería preguntarle por eso.

Cuando salió por la puerta de su casa, no hizo la cama ni desayunó, solo agarró una barrita que se comió en bocados enormes mientras tecleaba un nuevo mensaje.

Por cierto, qué hora es para ti? Nunca había pensado en si vivimos en la misma franja horaria
8:39

Guardó el teléfono en su mochila, la metió bajo el asiento de su moto y condujo con prisa hacia el instituto. Como siempre, llegó con tiempo de sobra y fue hasta su taquilla a dejar algunas de sus cosas y recuperar otras pocas. En ese momento sintió un golpe en la parte posterior de la cabeza que le hizo irse de frente contra el metal.

—¡Ay! —Se dio la vuelta con el enfado invadiendo su cuerpo y vio a su mejor amiga, Acxa, aguantándose la risa tras una mano—. ¿Estás tonta o qué te pasa?

—Oye, oye, sin insultar —reclamó. Él puso los ojos en blanco y la ignoró, de vuelta a la tarea que le había sido interrumpida—. Oh, ¿me vas a hacer la ley del hielo?

—Cállate, no quiero oírte.

—Esto es muy ofensivo.

Una vez acabado, cerró su taquilla y se dio la vuelta, enfrentando a la chica que le miraba con los ojos entrecerrados. Esta era su mejor amiga, aunque solo fuera porque no tenía en absoluto más amigos. Si le preguntaras, sería incapaz de decirte cómo surgió su amistad, debía ser que por lo parecidos que eran y no solo en el físico.