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Después de haberme quedado como tonta acostada en la cama tocándome los labios, claro está que hice un respectivo baile de celebración, fui a lo mío de lo más contenta. No era un beso con todos los caracteres incluidos, pero era un avance, y me había gustado, al parecer igual a ella ¡Había sentido sus labios maldita sea! Suaves labios de chocolate y malvaviscos.

Busco todo lo necesario para darme un baño, el aseo es importante. Saco mi cambio de ropa, me he traído una pijama sencilla, shorts tremendamente cortos y una camisa mucho más grande que mi verdadera talla. Saco la crema, la que a ella tanto le gusta, jabón, una toalla, cepillo de dientes y de más.

—Dejame ver— meto la mano entre mis shorts de jean luego que quitar los botones y sobrepaso mi ropa interior—. Debería o no...— hablo conmigo misma sobre si sería buena idea llevar el rastrillo de rasurar también, que había hecho eso antes de salir pero siempre hay unos vellos inoportunos— podría irritarme— metí la mano de nuevo, para al fin decidirme, porque sentía que había uno que otro vellito naciente.

Entonces oí la puerta y me desesperé por completo, con mucha razón, que la chica a la que planeo "seducir" está a punto de cruzar la puerta y no puede encontrarme en medio de algo que no es pero que se ve sospechoso y muy vergonzoso. En medio de la torpeza, y en lo rápido que me saqué la mano logré derribar todo lo que ya había sacado para irme a dar un baño, y Jennie, inocente Jennie, se quedó confundida al borde de la puerta.

—¿Todo bien?— dice y no puedo estar más avergonzada. A ver, ya no éramos unas niñas pero pasa que no siempre se puede ir andando expuesta a la intimidad con la persona con la que este gusta pero no estás segura de que quiera contigo.

—Si, sólo, un momento de torpeza— reí nerviosa.

—¿Estás nerviosa por algo? ¿Te ayudo con la ropa?— aún no levantaba lo que había tirado, debo verme como una idiota— asentí, de todas formas mi cuerpo no cooperaba para moverme— ¿A ponértela o a quitartela?— bendita mujer, por qué tiene que decir esas cosas.

—Vuelves muy pronto— ignoro su insinuación y me agacho a recoger mis pertenencias.

—Si es que Lisa se ha ofrecido a lavar las cosas, no me ha dejado negarme— esa amiga mía cuando quiere puede con todo—. Pero si quieres me voy de nuevo...— hizo que iba a dar un paso hacia atrás.

—No— y como de verdad hoy no era mi día lo que había recogido lo volví a tirar para alcanzarle la mano a ella—. Perdona, debes pensar que soy una torpe— digo cuando la oigo reír.

—Para nada, me pareces adorable— si supiera todo lo que mi mente fantasea con ella no estaría diciendo lo mismo. Como ahora, que se agacha dándome la espalda y su culo roza tan directo mi zona v que tengo que alejarme para no dejar actuar mis impulsos—, quién diría que serías así.

—¿Así cómo?— levanté la ceja una vez ella me dio las cosas que estaban en el suelo.

—Así tan... no lo sé, no te ves como ese tipo de chicas que aún se sonrojan— supongo que ella misma estaba enredada entre sus pensamientos, porque ha empezado a reír bajito negando con la cabeza.

—¿Me tenías dentro de un estereotipo dices?— es mi turno de tomar ventaja en esto—¿Qué soy, la chica mala con la chaqueta de cuero y fiestera?— básicamente, ese era mi exterior. No sé lo decía en mal rollo, sé lo que aparento y hasta ella que me ha descolocado en lo que piensa de mí puede verme de esa forma.

—Si, eso pareces, pero por supuesto, hay más. Eres una chica dulce y divertida que me levanta el ánimo con batidos de banana, hace chocolate con malvaviscos y da unos abrazos increíbles— si supiera que yo me quiero comer su dulce.

—¿Te decepciona?— en el fondo, me agrada que haya visto más allá de lo que se supone que soy.

—Para tu mala suerte eso me gusta.

—Que mala suerte tan buena entonces.

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