6 // Una pista esencial.

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Un sonido molesto se escuchó en el piso de Yoon Oh.

El chico estiró su brazo con parezca hasta alcanzar el teléfono y lo encendió para apagar la alarma.

No tardó en darse cuenta de que la alarma no estaba realmente activada.
¿Qué era entonces ese ruido?

El timbre.

Yoon Oh se levantó rápidamente de la cama mientras se acomodaba los boxers (que tenía por pantalones en aquel momento) y se peinaba el cabello con sus dedos.

Sujeto el pomo y abrió la puerta lo necesario como para que solo su cabeza y su desaliñado cabello se pudieran ver desde el otro lado.

—¿Que ocurre? —pregunto en un tono de todo menos amigable, además de somñoliento.

—Señor Yoon Oh, ¿es usted?

Al oír esa voz, Yoon Oh no pudo hacer más que abrir por completo sus ojos para reconocer a Dong-young. El chico estaba frente a su puerta vistiendo unos vaqueros negros y una simple camisa blanca con alguna frase en ella. Sostenía una bolsa de plástico blanca, desde la que se olía algo. Olía extrañamente bien.

—¿Que haces aquí? —alcanzo a preguntar, casi en un susurro—, ¿Como sabes que vivo aquí?

Probablemente Dong-young trato de reprimir su risa, pues Yoon Oh recién levantado dejaba bastante que desear.

—¿Puedo pasar? —el más bajo onesto con otra pregunta.

Yoon Oh, quien aún no estaba en sus sentidos, abrió por completo la puerta.

—Claro. Pasa.

Y se fijó en como Dong-young le miraba de abajo de arriba, acabando por su rostro. Parecía sorprendido. Y probablemente avergonzado.

—No pensé que llegábamos a tal nivel de confianza —declaro el chico, con una sonrisa ladina—, ¿tan cercanos éramos?

Entonces Yoon Oh cayó en la cuenta de que aún iba en camiseta de tirantes y boxers. En una situación normal, el chico abría gritado de la vergüenza, o abría incluso huido a su habitación para no salir nunca más.

Esta vez lo único que hizo fue acercarse a Dong-young.

—Por favor, vete de mi apartamento —le dijo, ahora más despierto, mientras les sujetaba del brazo, arrastrándolo hacia la puerta por la que acababa de entrar—. No vengas a mi lugar a esta hora, nunca más. No somos tan cercanos.

La sonrisa de Dong-young desapareció y fue sustituida por una especie de mueca.

—Eh-eh —protestó, tirando hacia la dirección contraria—. No puedes sacarme de aquí así como así.

Yoon Oh fingió que pensaba.

—Puedo —dijo—. Definitivamente puedo. Vuelve más tarde, por favor.

—Pero te he traído el desayuno —contraatacó Dong-young, levantando la bolsa que sostenía en su mano—. Vine explícitamente para hablar contigo. No podré venir más tarde.

—¿Por qué no? —pregunto Yoon Oh mientras miraba de reojo la bolsa.

—Porque mi hermano no me va a dejar respirar. No lo ha hecho desde que me dieron de alta.

Yoon Oh dudó.

—Esta bien —cedió finalmente—. Pero solo porque me has traído eso. Habla de lo que quieras y vete. No quiero que preocupes a tu hermano. El ya debe tener suficiente de ti.

Dong-young asintió energéticamente.

—Siéntate y deja el desayuno ahí. Voy a ducharme —dicho esto desapareció por el pasillo.

𝑮𝒖𝒊𝒍𝒕𝒚 // 𝐽𝑎𝑒𝑑𝑜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora