4 // Un hogar ajeno.

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Yoon Oh abrió con cansancio la puerta de su apartamento, que se quejó con un sonoro chirrido que resonaba por las paredes del pasillo. Se sentía cansado después de todo lo que le había ocurrido, y lo ideal para él en aquel momento sería poder tumbarse sobre su blando y agradable colchón y quedarse mirando al techo hasta quedarse dormido.

Sin embargo parecía que aquel Mark con dos bolsas llenas de alcohol y snacks no estaba de acuerdo con él, a pesar de lo que ocurrió la última vez.

—Mark —antes de que el chico pudiera seguirle hacia el interior de su desordenado hormiguero, Yoon Oh se dió la vuelta, cruzado de brazos mientras miraba a su amigo con desaprobación—. ¿Esto es en serio? Hace unas horas estabas preocupado por mí debido a mí mal estado por haber bebido, y ahora estás aquí, frente a la puerta de mi casa con alcohol hasta en los calcetines.

Mark le miró sorprendido al principio, como un niño pequeño que acaba de descubrir algo increíble, y luego sonrió de lado, tratando de quitarle importancia.

—Venga, Yoon Oh —se abrió paso entre su amigo y el marco de la puerta y antes de que Yoon Oh se hubiera dado cuenta ya estaba encendiendo el interruptor que dejaba ver el desorden de su piso y haciéndose sitio en este—, hay que celebrar tu gran hallazgo. Te lo mereces —sonrió.

—¿Qué me merezco? —cuestionó Yoon Oh con fastidio, entre dientes, mientras se disponía a recoger alguna de su ropa que yacía sobre el suelo y ponerla en cualquier lugar apartado— ¿Tener mañana una resaca horrible y un dolor de estómago insoportable?

Mark sacó las bolsas de comida y las latas de bebida sobre la pequeña mesa que se encontraba cerca de la televisión del salón.

—Yoon Oh, si no quieres no bebas, pero algo de celebración si que te mereces. Ese chico te estará eternamente agradecido, créeme.

—¿Ni siquiera recuerdas su nombre? —Yoon Oh se detuvo y centro su atención en Mark, quien lo miró inquieto mientras abría la primera lata.

—Este...—carraspeó—. Dong-young, ¿no? —dijo tras una pausa—. ¿Ves que si recuerdo? No soy tan estúpido como dices.

—Esta vez te has salvado...—Yoon Oh rió con desgana.

—¿Él te preocupa?

Yoon Oh se sentó junto a su amigo.

—Mentiría si dijera que no —suspiró—. Oye —dijo repentinamente, y tomo algunas latas sin previo aviso—, no te creas que te voy a dejar beber todo esto, no quiero tener que limpiar vómito, gracias.

Mark lo miró con el ceño fruncido.

—¡Oye! —trató de recuperar las latas— ¡Devuélveme eso! Juro no molestar —juntó sus manos en posición de rezo pero Yoon Oh negó.

—Jaja, ya, claro —se levantó mientras Mark lo miraba con ansias y guardo las latas en el frigorífico—. Para la próxima vez. Pero no hoy, Mark.

Mark frunció el ceño aún más mientras se terminaba su segunda lata.

—Aguafiestas.

—¿Perdón? —Yoon Oh hizo una mueca—. Tú eres quien ha irrumpido en mi casa sin aviso queriendo celebrar algo que ni siquiera has hecho tú.

—Solo me preocupaba por ti —susurró Mark con decepción—. Si no me tuvieras serias un emo, amigo.

Yoon Oh río con amargura.

—Claro, lo que digas. Maldito agente —Mark rió por respuesta.

De repente un agudo sonido interrumpió su discusión. Era el teléfono móvil de Mark, quien vibraba dentro de su bolsillo.

𝑮𝒖𝒊𝒍𝒕𝒚 // 𝐽𝑎𝑒𝑑𝑜Donde viven las historias. Descúbrelo ahora