capitulo 4

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Kikyo miro directamente a los ojos del rey dándole una sonrisa seductora que lo calentó en menos de un minuto, soltando su mano se enderezó frente a el acariciando disimuladamente el inicio de sus senos con sus dedos enguantados haciendo que el rey la mirara descaradamente mordiendo su labio por el deseo que eso le provocó logrando que kikyo sonriera satisfecha de haber captado su atención de esa manera, no podía negar que el era sumamente atractivo y que sentía envidia de que su hermana tuviera a semejante hombre a su lado, mordió su labio provocadoramente al sentir como su intimidad palpito con fuerza mojandose al imaginar como seria estar con ese hombre en su lecho, nunca había intimado con nadie pero las doncellas de la reina de Francia hablaban y explicaban lo placentero y sumamente delicioso que era estar con un hombre incluso le habían dado uno que otro consejo para complacer a un hombre sin la necesidad de entregarse a él, inuyasha por su lado estaba mucho más que excitado y sin poder aguantarse más se acercó despacio a la mujer que en ese momento lo tenía atormentado de placer, estirando su mano acarició sus lisos cabellos tan oscuros como la noche sintiendo lo suaves que eran estos.

Inuyasha:me alegra saber que mi compañía le es grata mi leidy.-susurro con voz ronca de deseo mientras detallaba a detalle su perfilado y hermoso rostro.-es usted sumamente hermosa.-solto su cabello acariciando uno de sus desnudos hombros.

Kikyo:le agradezco el halago mi señor.-susurro con voz sensual haciendo que su miembro diera un tiro.-solo quise conocer mejor a mi ahora cuñado su majestad.-se relamio los labios deseosa de algo que aún desconocía haciendolo jadear al imaginarse a que sabrían esos deliciosos y carnosos labios carmesí.

Inuyasha:eso lo podemos arreglar.-sonrio con sensualidad y su voz salió ronca al llevar sus dedos al inicio de sus voluminosos senos haciendolo volver a jadear deseando poseer a esa mujer en ese mismo instante.

Kikyo:seria un placer mi rey....pero lamento decirle que ahora no podrá ser alguien podría descubrirnos y meternos en problemas.-susurro alejándose rápidamente de el al ver sus intenciones de pegarla a su cuerpo.

Inuyasha:sera para otro momento.-sonrio de lado claramente molesto y frustrado por no tener lo que deseaba, pero lo dejaría pasar, ahora no le convenía hacer nada indiscreto habiendo tantos invitados en el palacio.

Kikyo:fue un placer hablar con usted su majestad.......ahora con su permiso me retiro antes de que se pregunten donde me he metido.-sonrio sensualmente haciendolo gruñir bajo por su deseo y viendola hacer una leve reverencia mostrándole de nuevo sus hermosos senos.

El rey de mala gana aceptó que se fuera quedándose solo en la biblioteca, su respiración se agitó un poco al pensar en estar entre sus piernas, llevándose una mano a su pantalon masajeo levemente su potente erección haciendolo gemir por el dolor de estar tan duro sin tener quien lo complaciera, obligándose a respirar con normalidad para bajar el problema que tenía en medio de sus piernas, salió con tranquilidad de la biblioteca volviendo con los caballeros que había dejado en la sala común, por su lado kikyo también llego con las mujeres que no les tomaron mucha importancia a su tardanza excepto la reina que la miraba con extrañeza y duda.

El día paso volando y ya todos descansaban en sus aposentos, rey y reina ya estaban arreglandose para dormir cuando de un suspiro el rey recordó que debía firmar unos documentos que estaban en su despacho para entregarlos mañana a primera hora al consejo, disculpándose con su reina le dijo que iría a su despacho a firman unos papel y volvería lo antes posible, aconsejo que durmiera que el pronto la seguiría, kagome solo le regaló una sonrisa tranquila aceptando sus disculpas y dándole un beso para despedirlo, lo vio partir a su despacho antes de meterse a su cama e intentar descansar.

Por su parte inuyasha caminaba por los pasillos deciertos del palacio hasta llegar a su despacho entrando dejo la puerta abierta con la esperanza de terminar pronto y volver a la cama, pero no contó que al alzar su mirada a la puerta se encontraría con la silueta de cierta pelinegra vestida únicamente con un fino y casi transparente camisón blanco que le permitía ver con claridad todo el delicioso y curvilíneo cuerpo de esa mujer haciéndolo jadear y ponerse duro en un instante.

las hermanas higurashi y el rey taishoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora