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Me quieren agitar

Me incitan a gritar


Mingyu le dio un trago a la cerveza. Amarga. Prefería el sabor del vino.

Pero allí estaba, con el frío en los tobillos.

Miró al cielo y visualizó pocas estrellas. Trató de recordar cuales eran las más reminiscentes.

¿Cuáles le había dicho Wonwoo?

¿La ursa mayor? Era la única que recordaba, pues le había comentado que el mejor mes para verla era en abril. El mes de su cumpleaños.

Curvó sus labios ligeramente y miró a sus botas negras.

Ya sentía las puntas de los dedos como estalactitas, la cara roja a pesar de que su piel no lo hacía notar.

No estaba lo suficientemente borracho, aún no podía lidiar con eso.

Se recargó en la silla y siguió observando el cielo y terminando su cerveza.

¿Se darían cuenta de su ausencia?

Tal vez, pero desde que había llegado a la fiesta no participó mucho. Pasó austero, entre la gente. Algunos conocidos, algunos que jamás había visto.

Sintió que el alcohol ya se le subía a la cabeza y cerró los ojos.

—Estamos a casi 0° grados... y estás aquí, en la terraza.

Alzó las cejas, pero mantuvo sus párpados bajos al escuchar esa voz aguda.

—Bueno, es esto o morir de asfixia entre todos allá dentro. ¿Cómo se le ocurre a Soonyoung hyung invitar a tantos a un lugar con ese espacio? Y lo peor es que yo le ayudaré a limpiar.

—¿Y eso? —Minghao exhaló un vaho y se acercó a Mingyu. No había otra silla, así que fue al borde de la azotea y se recargó de espaldas para ver de frente al hombre moreno.

—Pues ya sabes como soy.

—Un adicto a limpiar, sí. Ama de casa, Kim Mingyu.

—Exacto. —Mingyu alzó su cerveza, ya casi vacía. Abrió los ojos pesadamente y miró a Minghao frente a él.

—No estás cómodo, ¿verdad? —El enjuto hombre bajó las cejas.

—¿Se nota?

—Yo lo noto.

Mingyu se encogió de hombros.

—Soy idiota. —Otro trago, el último. El estómago ardiendo.

—No lo eres.

—¿Qué soy entonces?

—Eres...

—¿Un palurdo? Recuerdo que usaste esa palabra una vez... ¿Qué significa?

Minghao se rió con suavidad.

—Tampoco eres un palurdo. Eres...

—¿Qué soy?

—Mingyu. Eres Mingyu. Y creo que ya estás borracho.

El castaño de cabello ligeramente largo caminó hacia su amigo. Le quitó la botella y se dio cuenta que ya estaba vacía.

—¿Cuántas llevas? —La agitó. Tenía su otra mano en el bolsillo de su chaqueta.

—Tres. Que patético, no tengo tolerancia al alcohol. —Mingyu volvió a reír.

Lamento Boliviano (GyuHao)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora