Soy como un lamento
Lamento boliviano
Mingyu suspiró.
—Ya te dije que soy idiota.
Minghao volvió a fruncir el ceño y esta vez forcejeó más para separarse del más alto.
Alzó la mirada y vio lo que pudo notar, era un gesto desolado en el rostro de Mingyu.
Lucía miserable bajo la luz de la luna pálida. Sus ojos oscuros a medio cerrar, las comisuras de sus labios bajas.
—Gyu... Dime que tienes, por favor.
Minghao alzó ambas manos y las colocó en las mejillas del moreno. Tal vez haya sido un poco desconsiderado de su parte, ya que sus manos estaban heladas, pero a Mingyu no pareció importarle.
—Pero ya te dije que no puedo hacerlo.
—¿Por qué no?
Mingyu inclinó la cabeza hacia atrás. Sí, no podía reconocer a esa bendita constelación que siempre se mostraba en el cielo nocturno.
Sintió la vista borrosa.
—Porqué hay cosas que es mejor no confesar.
Minghao parpadeó varias veces, sin entender.
—¿Confesar?
"Mierda..."
Mingyu bajó la cabeza y vio a Minghao con una sonrisa nerviosa.
—O sea, no decir... Eh...
El más bajo negó con la cabeza y sonrió.
—Oh, sí que eres idiota. Y aparte borracho.
Que un día empezó
Y no va a terminar
Y a nadie hace daño
Mingyu hizo una mueca.
—Ah... ¿qué te estoy diciendo?
—Me estás diciendo puras incoherencias.
Se sintió demasiado pequeño ante la mirada tan atenta de Minghao sobre él. Y Mingyu no era pequeño en lo absoluto.
—Necesito otra cerveza. Otra excusa.
—Mingyu, las excusas son como mentiras baratas.
El moreno se rió y sacudió la cabeza.
—Sonaste muy Minghao.
El más bajo alzó las cejas.
—¿Será porque soy Minghao?
—No me digas... —Mingyu se inclinó hacia él y abrió mucho los ojos en burla.
Minghao le dio un golpe en el hombro.
—Ya, no juegues, estábamos con algo serio hace dos segundos.
—Estábamos, tú lo dijiste. —Giró la cabeza para desviar la mirada, pero las manos de Minghao lo obligaron a devolverla hacia él para que lo viera directamente.
Tenía sus manos en los costados del más delgado. No se dio cuenta, pero estaba aferrado a su chaqueta.
—Estamos —corrigió Minghao.
—Pero es noche de fiesta, hay que disfrutar.
Hizo un puchero. No le haría bien estar así tan cerca de él.
—Lo dices tú, el que salió de la fiesta a la terraza con este clima tan frío. Kim Mingyu, la fiesta no te importa.
Minghao seguía intentando que su amigo le dirigiera la mirada, pero Mingyu sólo divagaba.
En todos los sentidos.
Sus palabras y pupilas se movían a todos lados. Pero sus piernas y manos estaban ahí, con firmeza. Junto a él.
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Lamento Boliviano (GyuHao)
Short Story❝ y mi corazón idiota, siempre brillará ❞ el frío de la noche, una constelación. el alcohol y una confesión. **Favor de no comentar acerca de otras ships que no sean las que se traten en la historia, gracias.