Capítulo 3

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Las puertas del elevador se abrieron con un ligero sonido, uno que Kuroo escuchó perfectamente, por lo que abrió sus ojos de manera rápida y se incorporó para comenzar a caminar por el largo pasillo que lo llevaba directamente a la oficina central de todo el edificio.

La imponente puerta negra se alzó frente a él. Soltó un suspiro y antes de que sus nudillos pudieran tocar la puerta de manera, ésta se abrió dejando ver a Naoi Manabu, la mano derecha y asistente personal de Nekomata.

Ambos se sostuvieron la mirada seria y calculadora para luego sonreír y darse un choque de palmas que terminó en un abrazo con unas palmadas amistosas en la espalda del contrario.

─ Kuroo, hacía tiempo que no te veía por aquí ─ dijo Naoi, quien le tenía bastante cariño al pelinegro.

─ Lo mismo digo ─ dijo el menor con una sonrisa en los labios.

─ Kuroo...

La voz que provino del interior de la habitación hizo que ambos dirigieran la mirada hacia dentro para ver al dueño de esta.

Nekomata miraba a ambos con un atisbo de sonrisa en sus labios, como si les dijera de manera silenciosa que ambos tenían trabajo que hacer. Ambos entendieron la indirecta, por lo que Naoi se hizo a un lado dejando pasar al menor.

Kuroo le agradeció con un asentimiento, a lo que Naoi respondió de la misma manera antes de salir y dejar a su jefe con Kuroo solos en la oficina.

Nekomata lo miraba de manera seria con sus codos apoyados sobre su escritorio, tan ordenado como siempre; su rostro arrugado lo hacía ver aún más aterrador y calculador, algo a lo que sin duda Kuroo jamás se acostumbraría.

─ El sujeto está muerto. No hay pruebas o algo parecido ─ dijo con tono firme, una gota de sudor bajó por su nuca el sentir la mirada acusadora de Nekomata sobre él.

¿Se había enterado del problema con la recepcionista, o solo lo estaba probando?

─ Bien... ─ dijo para luego observar unos cuantos documentos que había sobre su escritorio. Kuroo se sintió aliviado y su cuerpo liberó un poco de tensión, pero logró reprimir el suspiro que quería salir de su boca ─ Mañana te llamaré para tu siguiente misión, puedes descansar por ahora.

─ Si, señor ─ Kuroo hizo un saludo militar para luego salir de la habitación con paso lento y seguro.

Cuando la puerta tras de sí cerró Kuroo soltó un suspiro y se apoyó en sus rodillas.

─ Diablos ─ dijo para sí mismo con una sonrisa torcida. Aún con una edad avanzada, Nekomata podía dar mucho miedo.

Después de recuperar el aliento, se dirigió al elevador una vez más, para luego presionar el botón del piso número 5, en donde se encontraban las habitaciones para aquellos agentes que pasaban la noche en la base y sin ninguna misión e incluso aquellos que aún estaban en fase de entrenamiento.

Kuroo soltó un suspiro al ver la puerta de su tan conocida habitación frente a él, de hecho ni siquiera recordaba haber salido del elevador, algo que le pasaba cada vez que estaba cansado. En cuanto menos lo pensaba ya se encontraba en su destino sin recordar haber hecho algo antes que eso, algo que a veces le generaba un poco de preocupación, pero después de un buen descanso todo parecía ir bien.

Abrió la puerta y se adentró a la pequeña habitación.

La cama individual estaba al lado derecho de la puerta, había una pequeña mesa de noche color café al lado de la cabecera de la cama, en donde guardaba la ropa que tenía, que no era mucha, debía aclarar; sobre esta había una lámpara y un reloj digital que marcaba la hora.

The Mission NK19 / Kuroken Donde viven las historias. Descúbrelo ahora