Saber que Graham lo visitaría en sus entrenamientos era motivador. Al fin lograría la ansiada paz con el fútbol, y todo por Graham.
Pero...
¿Por qué dejaba que lo que le dijera influyera tanto en él? Nadie había logrado moverlo de esa manera emocionalmente. Algo diferente estaba pasando...
Muchas veces se distraía pensando... ¿Qué tenía Graham que era distinto para él? Porque, ya era un hecho: las cosas con él se daban diferente.
Desde el primer instante en que lo vio en la cafetería y esa desesperación que le dio de conocerlo, que con nadie más había sentido.
Pero... ¿Por qué con él? ¿Cuál era el sentido que iba a tomar su relación?
Para empezar ¿Por qué pensaba en qué sentido irían? ¿No era obvio que serían únicamente amigos, como en cualquier otra situación? No, no era obvio.
El rubio siempre estaba pensando demás, poniéndose nervioso con eso en mente.
No iba a negar que en muchas de las ocasiones Graham le parecía muy lindo, no sólo en el sentido sentimental era muy cálido, sino también físicamente.
Y normalmente Damon no aceptaría la belleza de otro hombre, no porque le fuera difícil, sino porque nunca había visto un por qué. Nunca había visto a otro chico que valiera la pena la emoción, hasta que conoció al castaño.
Se ponía nervioso pensando en él como algo más, pero tampoco sonaba como algo muy alocado. Bueno, sí, un poco.
Ese chico empezaba a estar en su cabeza y nunca antes se había sentido tan confundido, que en parte tenía miedo de dar pasos para delante. Pero, a la vez se sentía tan feliz que sus dudas fueran con Graham.
De por mientras, se concentraba en otras cosas para mantener su cerebro distraído con algo más que no fuera el de lentes.
[...]
Graham tampoco pudo dejar de pensar en Damon todo el fin de semana.
Esa tarde en casa del rubio había sido esencial. Ambos habían estado muy cómodos en compañía. Aparte algo le decía que habían descubierto una puerta nueva entre ambos.
Graham tenía amigos, claro, pero ninguno de ellos lo hacía sentir así.
Ninguno de sus amigos tenía una belleza tan arrebatadora como la de Damon y ninguno de ellos era tan atento como lo era el rubio, ninguno le sonreía como lo hacía él...
Aparte... ¡Le prestó sus vinilos! ¿Qué más quería para saberlo?
No quería verse muy apresurado, pero era muy malo evitando sus sentimientos. Sólo necesitó de una tarde donde ambos se sentaran enfrente del otro con las piernas encimadas, conociéndose y platicando de música sin apuros para empezar a sentir cosas.
¿Le gustaba Damon? Quizás. Un poco, podría ser.
¡Es que era imposible que no! Para su propia sorpresa, se había tardado mucho en flecharse por él. Aunque... No estaba tan flechado, sólo le llamaba la atención...
Ni siquiera sabía la preferencia sexual de Damon, o si el chico tenía novia... (Cosa que no lo sorprendería, ya que era guapísimo) Quién sabe, estaba intrigadísimo.
Sólo esperaba no ser tan estúpido como para arruinar la linda amistad que apenas florecía entre ambos. De por sí ya era un estúpido torciendo las intenciones amistosas de Damon con algo más, no quería estropearlo más.
Quería pegarse duro en la cabeza.
Era inevitable pensarlo... Damon lo miraba de cierta manera y lo podía sentir. ¿O si estaba imaginándoselo todo?