Los meses fueron avanzando de manera grata para ambos de los chicos.
La verdad es que, en una relación como la de ellos donde lo único que los rodeaba e invadía era el amor y comprensión, las cosas siempre avanzarían de maravilla.
Estaban a unos días de cumplir siete meses y era como si todo siguiera manteniéndose en su cúspide. Los días fueron pasando y haciéndose más cálidos con el paso del tiempo, a la par que los sentimientos que nacían entre ambos.
Cada encuentro, cada muestra de cariño y cada palabra eran algo nuevo, algo que los hacía inspirarse a seguir enamorándose. A veces tenían miedo de pasarse de lo prescrito ¿Estaba prescrito qué tanto tenías que enamorarte de alguien? Tampoco lo sabían, pero honestamente les daba igual. Nunca era suficiente, entonces sobrepasarse del sentimiento era lo que menos les importaba, podrían crear un nuevo criterio.
No había hoyos en su relación, ni desacuerdos, o sí los había, eran insignificantes o a causa de terceros, los problemas casi nunca empezaban por culpa de ellos.
Damon no sabía si lo que se avecinaba era un problema o un bache, pero de cualquier forma, sabía que era algo que le aplastaba el corazón.
¿Qué era lo que se avecinaba? Nada del otro mundo, Graham se iría de la ciudad por tres semanas para visitar a sus abuelos, como acostumbraban cada verano.
Realmente no era un asunto muy grande, y lo más probable es que estuviera haciéndolo más dramático de lo que era, pero estaba tan acostumbrado a su rutina donde veía a Graham casi todos los días que de la nada tenerlo ausente por tres semanas lo volvería loco. De todas maneras, haría lo posible para mantenerse cuerdo y para asegurarse de que Graham no lo olvidara en ningún día de esas largas semanas.
Así, se le ocurrió la increíble idea de festejar sus siete meses antes de que Graham se fuera, ya que no podrían festejar el día exacto por la distancia. No tenía mucha suerte, porque fue algo que se le ocurrió entre semana y a último momento, entonces había una gran probabilidad de que lo planificado saliera mal, ya que no tuvo el tiempo necesario para prepararse... Pero vamos, ¿A quién engañamos? Damon estaba hecho para eso, para la espontaneidad y buenaventura en su toma de riesgos.
Entonces sin pensarlo mucho, citó a Graham un sábado en Leicester Square*, dos días antes de que él se fuera, para poder hacer su sorpresa.
De sorpresa no tenía mucho, porque Graham notó que su novio tramaba algo, porque de repente estaba todo alborotado y contento, como si de la nada esa plaza fuera muy importante. Entonces fue cuando supo que algo pasaría y sin querer terminó poniéndose ansioso también.
¿Qué se tenía entre manos? No lo sabría hasta que llegara el día.
[...]
Con la mente en blanco y tratando de no arruinarse la sorpresa, Graham tomó un bus que lo dejó en un punto cercano de la plaza en la que fue citado.
Por más que tratara de disimular sus nervios, las manos le sudaban. Era un chico demasiado nervioso como para tantas sorpresas tan de repente y la paciencia tampoco parecía ayudarle mucho. Su cerebro no paraba de pensar, imaginando diversos escenarios. ¿Será que Damon maquinó todo esto solo porque ya estaba a unos días de irse? Era lo más probable... Cuántos nervios.
Graham llegó al punto de reunión ridículamente puntual, como de costumbre. Su estómago dió vueltas, se sentía muy tonto y se acomodó los lentes en un movimiento nervioso.
Pasaron un par de minutos cuando sintió que alguien lo rodeó por la cintura y colocó su barbilla en su hombro. Graham involuntariamente brincó, asustándose de que no fuera la persona que estaba esperando, pero rápidamente comprobó que sí era él.