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Los labios de los demás dejaron de moverse y luego me miraron. ¡Reacciona Felix! Me ordenó una voz en mi cabeza. Entonces mis sentidos comenzaron a activarse de nuevo.

─ ¡Felix! ─ Me sacudió SeungMin.

─ ¿Eh? ─ Musité, terriblemente desconcertado.

─ ¿Que si quieres desayunar pizza? ─ Me preguntó.

─ Ah... sí. ─ Respondí. ¿Cuánto tiempo me habían estado hablando?

─ Vamos, entonces. ─ Concluyó HyunJin.

Nos dejaron pasar primero y luego, en el auto de HyunJin nos dirigimos a un local de pizza, que desprendía el aroma abarcando alrededor de unos tres metros y medio. Nos sentamos en una mesa, HyunJin y SeungMin en un lado y ChangBin y yo en el otro. Ambos enfrente de ellos.

─ Pidamos la típica, para que Felix pueda probarla. Apuesto a que jamás has probado una hecha en Italia.

─ Eso es obvio, SeungMin, ya sabes que no. ─ Dije, riendo.

Luego de unos minutos, la pizza estaba servida frente a nosotros; y el olor a queso y salsa se desprendía en cada movimiento mínimo de la pizza. Me sirvieron dos rebanadas, que inmediatamente comí, ya que sabía delicioso; mientras que intercambiábamos la típica información de los que recién se conocen. Yo miraba a HyunJin sólo cuando nadie me observaba a mí, evitando ser descubierto mientras lo apreciaba en cada paso que daba, cada gesto que hacía y cada palabra proveniente de sus labios. Él era hermoso a su propia manera y ni siquiera se daba cuenta de eso.

Al terminar, fuimos a caminar a uno de los tantos canales. A la fierecilla no le gustó nada que SeungMin y HyunJin se adelantaran, dejándonos atrás. Miré la unión de sus manos y la compatibiladad entre ambos, las miradas, sus gestos, su aspecto; todo era como si al juntarlos formaran un equilibrio, como el ying y el yang. Algo golpeó en mi pecho.

─ Felix. ─ Llamó ChangBin y me giré a mirarlo. ─ Eres muy distraído, ¿no? ─ Rio.

─ ¿Disculpa?

─ Te llamé como tres veces y parecía como si fueras en tu propio mundo. ─ Explicó.

─ Oh, sí, perdóname. ─ Gesticulé con la mano.

─ ¿Piensas en algo acerca de ellos? — Adivinó, increíblemente rápido, haciendo un asentimiento de cabeza en dirección a su hermano y mi amigo.

─ ¿Eh? ¿Por qué dices eso? ─ Pregunté, nervioso.

─ No sé, quizá porque te les quedaste mirando con profundidad. ─ Se encogió de hombros.

Reí, aún más nervioso.

─ La verdad, sí. ─ Admití. ─ Pienso que de verdad están hechos el uno para el otro. ─ Dije, la fierecilla no estuvo para nada de acuerdo conmigo y me rasguñó allí dentro. El ceño de ChangBin se frunció y su mirada se posó en el suelo, mirando sus pies al caminar.

─ Sí. ─ Farfulló.

─ No te oyes muy convencido. ─ Acusé, repentinamente curioso.

─ No, sí lo estoy. ─ Balbuceó, pero se le escondía entre su voz algún cierto matiz de resignación. ─ SeungMin es muy bueno. ─ Lo miró y sonrió. ─ Tiene una sonrisa muy bonita, como muy sincera; sus ojos grandes y cafés son como si de verdad fueran la ventana de su alma; sus lindos gestos cuando te habla te hacen reír... ¿Has notado que cuando se encuentra con alguien se emociona muchísimo? Y luego ese abrazo que te da, emocionado... ─ Musitó, completamente perdido.

─ Espera, espera... ¿Tú...? ─ No pude terminar la pregunta, me llevé las manos a la boca cuando ChangBin me miró con ojos sorprendidos, como si él hubiera soltado un secreto que no quería decir.

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