Siempre que lo miro, me pregunto en qué estará pensando, su rostro se ve tan sereno, pero sé que no es así, que todo va más allá de lo que refleja su cara, a veces desearía poder leer sus ojos.
Porque aunque pasemos noches enteras sin cruzar palabras, lo cierto es que conocemos más sobre el otro de lo que quisiéramos. Después de todo nos conocemos desde que tenemos uso de razón, sabemos de los problemas del otro, conocemos lo que nos gusta o disgusta. Admito que se siente bien ser la única que conoce a Shōto de esta forma, pero a la vez es tan... Triste, él merece ser amado, merece ser comprendido, él merece ser feliz.
Y yo no tenía la menor idea de cómo ayudarlo, porque nuestros pesares estaban mejor siendo separados y no dejando que se mezclen.
Además, ¿cómo puedo ayudar a alguien cuando no me puedo ayudar a mí misma?
Y el único consuelo que teníamos eran estas noches, donde la pesadumbre era algo que afrontábamos juntos, pero qué resolvíamos cada uno por su lado.
Hoy era una de esas silenciosas noches donde solo estábamos junto al otro, mirando la espesura del cielo nocturno y oyendo con atención el suave sonido de los grillos.
Solté un pequeño suspiro, mi aliento se reflejó en el aire y me hice un poco para atrás, hasta recargar mis codos en la madera.
Fijé mi mirada en él, en sus resplandecientes cabellos bicolor, se veía cansado, su rostro demacrado y cargaba unas ojeras bajo sus ojos, producto del insomnio que le aquejaba hace años; por mi parte, nunca dejé que me afectaran mucho mis problemas primarios, porque básicamente no me importan tanto como deberían actualmente.
Supongo que después de vivir seis vidas, empiezas a ver todo monótono, aunque incluso la monotonía tenga su propia belleza.
—Kalala-san... —La baja voz del Todoroki llamó mi atención y me hizo salir del pantano de mi mente—. ¿Podrías contarme una historia, por favor?
Sonreí, eran pocas las veces que me pedía eso, siempre a raíz de querer distraer su mente. Y me daba esperanza, porque entre tanto odio, quedaba una pequeña luz en Shōto.
Una luz que yo pensaba hacer más grande.
—De acuerdo... —Me reincorporé, cruzando las piernas y descansando los brazos en mis rodillas.
Hace apenas dos días él cumplió trece años, pero para tener esa edad, ha vivido más de lo que alguien puede soportar; quiero aliviarlo, al menos en lo que me dure esta vida. Solo Fuyumi, mi madre y yo estuvimos para celebrarlo, y por mucho que su padre le haya hecho tanto daño, sé que a Shōto le dolió que su padre no estuviera en su cumpleaños.
Y el que no se presentara, aumentó su rencor.
Ese hombre no hace nada más que cometer un error tras otro.
El bicolor se recostó en el suelo de madera, de tal forma que podía mirar el cielo cómodamente para poder escucharme.
—Una gatita bebé maullaba a las orillas de un acaudalado río, tenía frío y estaba sola, su madre no había vuelto pese a que habían pasado dos días desde que se fue; el frío calaba sus frágiles huesitos y, cuando la nieve empezó a caer, pintando todo de blanco, ella creyó que sería su fin —empecé a narrar, asegurándome de que mi tono no fuera tan alto como para que alguien más oyera, salvo Shōto—. Pero una pequeña niña, más bien, una princesa... —Me corregí sin muchos rodeos—. Encontró la delgada tela en la que estaba escondida la gatita, ella siempre había sido una llorona, así que lloró por no haber llegado antes a rescatar al felino, pero aún con lágrimas escurriéndose en su cara, se fue corriendo al palacio otra vez, gritando por ayuda.
El heterocromático pareció poner más atención.
La brisa movió sus cabellos y los míos, al igual que unas cuantas hojas de arce caían en estos.
—¿Y qué pasó después? —inquirió.
Él siempre hablaba de forma apagada, pero estoy segura de que percibí un atisbo de curiosidad hoy.
—Sus padres, el rey y la reina, llamaron al mejor veterinario del reino inmediatamente, él se aseguró de examinarla y dictaminar si sobreviviría, dijo que había estado a punto de morir de hipotermia, pero la princesa la salvó a tiempo y que por eso todavía podía salvarse —carraspee, mi garganta se había secado repentinamente—. Cuando se recuperó totalmente, la gata y la princesa se hicieron muy buenas amigas, todos en el reino sabían de su amistad y estaban felices por eso, ellas iban a todo lado juntas, comían juntas, jugaban juntas, incluso los sirvientes juraban que las oían hablar cuando nadie veía. Pero las cosas se complicaron cuando se supo que la gata tenía algo anormal en su interior, algo que incrementó las ansias de poder del reino enemigo...
Vi por el rabillo del ojo que empezaba a amanecer, me alerté, esta vez nuestra reunión duró más de lo usual.
—¿Cómo termina la historia?—preguntó, seguramente algo extrañado por mi abrupta interrupción.
—Otro día te termino de contar —sonreí—. Debes ir a dormir todo lo que puedas ahora, tenemos clases más tarde y ya se pueden ver los primeros rayos del sol.
Él miró también el alba y asintió estando de acuerdo, se levantó y me ofreció una mano para ayudarme a mi, la acepté y sonreí una vez más antes de que cada uno tomara su propio camino en direcciones opuestas.
Si Shōto supiera que siempre le cuento mis historias... Apuesto a que no lo creería.
Y no lo culpo, es algo inverosímil.
Pero es la vida, o más bien, vidas que me tocó vivir.
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𝐢𝐦𝐦𝐨𝐫𝐭𝐚𝐥 𝐬𝐨𝐮𝐥 ━ 𝐬𝐡𝐨𝐭𝐨 𝐭𝐨𝐝𝐨𝐫𝐨𝐤𝐢
Fanfic«Me hubiera gustado dar cada una de mis vidas por ti, Shoto» A Kalala le hubiera gustado dar cada una de sus vidas por Shōto, o al menos hacer el intento de vivir la última. ©Boku No Hero Fanfic !Todoki Shōto×Female!Oc