CAP. 3: ¿Vamos por un café?

97 10 0
                                    

NARRA ISABELLE

Después de encontrar la pulsera de Karla me sentí un poco confundida y un tanto triste por Christina. ¿Qué sentiría ella al saber que su novio y su mejor amiga han estado viéndose a escondidas? Y más aún... ¡En frente de sus narices! Quedé en shock y en lo único que pensé fue en enfrentar a Karla. Me cambié rápidamente sin pensar en más y salí de los vestidores muy nerviosa, tanto así que Sofía lo notó y trató de seguirme pero la detuve y le dije que el deporte en definitiva no era lo mío. Ella se quedó haciendo las prácticas mientras yo iba decidida a enfrentar a Karla, pero antes de acercarme demasiado, la vi hablando con Juan y se notaba demasiado nerviosa.

- ¿Seguro que nadie nos vió? (Hablaba Karla con voz temblorosa) Sentí que alguien entró justo cuando yo estaba por salir.
- No había nadie, ya deja el drama. (Contestó Juan un poco fastidiado) Si actúas así de nerviosa, Christina lo sabrá todo y pues no es que me afecte mucho eso.
- ¡Pero a mi si! Ella podría hundirme si hace público mi oscuro secreto. (Lo mira fijamente) Además, si ya no la quieres, ¿qué haces con ella? Es doloroso verte tomando su mano. (Ojos llorosos) ¡Sabes que te quiero demasiado y no soporto la idea de compartirte!
- ¡Karla basta! Te dije desde el inicio que no mezclaras tus sentimientos con una simple aventura. (Enojado) Lo que pase o no con Christina lo decido yo, ¿quién dijo que alguna vez la quise?
- ¿Cómo puedes ser tan cruel y sin sentimientos? Juan Luis vamos casi dos meses con esto, es demasiado duro para mi no enamorarme de ti, yo solo quiero que...
- Suficiente, dejemos todo hasta acá. Lo has arruinado y ya no tiene remedio. Entiende que solo es un capricho, no quiero quererte, no me nace y no lo haré jamás.
- (llorando) ¿¡Cómo puedes ser así!? ¡ya no quiero estar sin ti! (Tomándolo de la mano)
- No me busques más. (Quita su mano de la de ella) No quiero recibir una llamada ni un mensaje tuyo. (Se aleja)

Recuerdo que después de escuchar toda su conversación, sentí demasiada lastima por Karla. Ella solo se sentó en la cafetería y lloró por horas; incluso, después de un rato, su mejor amiga se acercó y no la pudo consolar al no saber la razón de su llanto. Sólo se sentó junto a ella y le habló de lo maravilloso que era su novio. ¡Que situación más lamentable! Me pregunté en ese momento, ¿Qué tan cruel podría llegar a ser Juan? ¿Cómo podría estar con alguien a quién jamás había querido? ¿Por qué no le nacía querer a nadie? Acaso, ¿todo era un juego para él? Hoy en día sé todas las respuestas a esas preguntas y pese a todo lo vivido aún me queda una sin resolver, ¿alguna vez ha amado a alguien con todo su corazón?

Al ver como se encontraba Karla supe que no debía enfrentarla a ella sino a Juan. Él no se podía salir con la suya, no podía ir por el mundo destrozando el corazón de las personas y actuar como si nada hubiese pasado. Caminé por el campus buscándolo hasta que lo encontré sentado junto a una chica rubia, que en definitiva, no era Christina. Se notaba desde lejos que su conversación sobrepasaba límites amistosos y cuando me iba acercar, Sofía llegó con una propuesta que según ella era grandiosa.

- ¡Esta vez no me puedes decir que no! (Sofía me habló emocionada) Te perdiste por horas y sentí que te molestaste por lo de las prácticas.
- Claro que no, nada tiene que ver contigo. He estado un poco distraída. Más bien, ¿qué propuesta es la que tienes?
- ¡Vamos a ir a nuestra primera fiesta de la universidad!
- Espera... ¿qué? ¿Vamos?
- Si, vamos. (Pone cara de seriedad) Esta vez no te me escaparás. Es en la casa de Roxxane, una amiga de Christina.
- No puede ser... el nombre de la chica suena a que es una víbora hambrienta. (Afirmé con una sonrisa en mi cara)
- (Sonrie) Como sea, es el sábado así que mañana iremos a comprar vestidos para vernos increíbles.
- ¿Qué clase de padres crees que tengo? (Riendo) Dudo que me dejen ir.
- Si no te dejan, nos escapamos. Pero de que vamos, VAMOS.
- Estas loca, ¿lo sabías? Vamos a clase, después pensaremos en tu fiesta.
- Anímate, también irá Juan y probablemente puedas ligar con él. (Ríe mientras me codea suavemente)
- (Miré seriamente a Sofía) Ni lo pienses, con él jamás. Nunca estaría con un hombre como él.
- Era solo una bromita, aunque nunca digas nunca. (Ríe) Come esta chocolatina para que se te pase el mal humor, gruñona.

Al entrar al aula, noté que la mochila de Karla y Christina estaban en el fondo, así que me acerqué y dejé la pulsera de Karla sobre su escritorio. Cuando ellas entraron después de ir a comprar sus botellas de agua, Karla tomó la pulsera e inmediatamente se puso muy pálida. Christina solo le decía ¡Deja de temblar que todo el día has estado así! Solo pensé ¿Como puede ser tan fría con su "mejor amiga"? En ese momento entró Juan Luis al aula y Karla empezó a llorar de nuevo. Él solo hacía gestos de fastidio y Christina solo contemplaba a su novio. No dejaba de verlo, era como si además de su pareja fuera su razón de vivir.

- (Acercándome a Karla) Mi abuelo me dijo una vez que siempre debía llevar conmigo un pañuelo, por si después de un día tan doloroso, las lágrimas mojaban mis mejillas. Mira, tómalo, ahora es tuyo.
- Gracias. No debías hacerlo. (Limpiando sus lágrimas e intentando sonreír) Ha sido un día difícil, que amable eres.
- ¿Por fin has dejado de lloriquear? (Preguntó Christina mientras se aplicaba labial) Karla, hoy has estado demasiado extraña. ¿Acaso estas en tus días? Que cambio hormonal tan brusco tienes.
- No sabes lo que le sucede, no le digas esas cosas. (Le respondí a Christina en tono cortante)
- ¿Acaso tu si sabes? ¡Ella es mi mejor amiga, la conozco! (Con tono dominante) Tú mejor no te involucres en lo que no debes.

Me alejé y me senté junto a Sofía. Mi amiga no entendía nada, pero pronto lo sabría todo, era cuestión de que estuviéramos las dos solas para que se entenderara de todo lo que había pasado mientras ella estaba en sus prácticas. En esa clase, de nuevo, no pude dejar de ver a Juan, pero esta vez no lo miraba porque me causara curiosidad sino porque estaba llena de rabia. Me parecía demasiado cruel la manera en cómo le había dicho las cosas a Karla y esa espina debía sacarla pronto. Por eso, al terminar la clase, tomé mis cosas y le dije a Sofía que si quería ir a mi casa, para contarle todo lo que había sucedido. Ella accedió, pero antes de irnos debía enfrentar a Juan tal y como pensaba hacerlo.

- (Acercándome a la cancha de baloncesto) Oye... ¡tú!
- (Juan voltea y me ve de arriba a abajo) ¿Tenemos algo pendiente?
- Si, una conversación muy importante. (Le respondí muy enojada)
- Vaya... esto si me interesa. (Riendo) No sé si deseas hablar conmigo de tu brasier o de lo linda que te ves cuando intentas mentir.
- ¿Puedes dejar de decir tantas estupideces?
- No tengo tiempo para tus niñerias, debo entrenar. (Hace una cesta)
- Te hablo enserio, es sobre Karla.
- (Me mira seriamente) ¿Tú que tienes que ver con ella?
- ¿Ya ves que si es importante la conversación?
- Sé que para mi no lo es... pero me interesa saber de ti. Espérame, ya salimos.
- Yo solo quería...
- (Me interrumpe) Voy a cambiarme, no tardo. (Guiña el ojo)
- Espero no te pierdas en otra falda, porque no tengo mucho tiempo. (Lo miré mal)
- (Se ríe) En un momento salgo, no te vayas.

Pasaron cinco minutos y como lo había dicho, salió del vestidor como típico chico irresistible, con buen porte y buen estilo. Pero yo me sentía tan enojada con él que solo podía verlo con ira.

- Ahora si bella Isabelle... (se quita sus lentes y me los pone) ¿Vamos por un café?

Cielo a un DiabloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora