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Entró echa una furia a su despacho, azotando las puertas al entrar

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Entró echa una furia a su despacho, azotando las puertas al entrar. La vista del hombre sentado sobre su silla la hizo enfurecer aún más. Se detuvo frente a él con los brazos cruzados y lo observó completamente indignada.

—¡Casi me matas del susto! —le gritó.

Joe Cormac había estado en su mente con anterioridad. Lo conocía como su ex amante, su amigo americano que la consoló sexualmente por mucho tiempo. Y ahora estaba allí con ella, lejos de Nueva York como tenía encomendado.

Él la observaba con burla, como si todo fuera un juego. Mantenía la misma calma que Tommy Shelby mostraba siempre, sólo que Joe se desbordaba de indiferencia ante todo. No le importaba causar problemas con tal de divertirse un rato. Era un bufón.

—No deberías asustarte. Tú eres Frey, Freya —se rio al verla entrar, totalmente fuera de sus casillas. Ella no podía odiarlo más en ese minuto.

—Por un segundo imaginé que se había aparecido Changretta. ¡Estaba con John arriba!

Pero eso no hizo más que darle gracia.

—Ah, John... Sienna me habló de él —soltó con indiferencia mientras se levantaba encendiendo un cigarrillo. 

Caminó hasta ella y la observó con detenimiento, soltando el humo en sus pulmones. Entonces elevó su mano hasta tocar la pálida mejilla de Freya, acariciándola suavemente.

— Debe follarte tan bien como yo para que te contentes con él, ¿no es verdad?

Soltó un bufido al escucharlo y quitó su mano de un golpe. No estaba para tonterías.

—Esto no es un juego, ¿sabes? Los Shelby no pueden desconfiar de nosotros. De mi.

—Entonces no le has dicho nada a tu queridísimo, John —se carcajeó, desinteresado por los asuntos de Freya, quien se sintió culpable de inmediato por sus palabras.

No lo miró a los ojos al hablar, incluso caminó hasta apoyarse en la mesa, fingiendo calma. Pero se mordía el labio, pellizcando con sus dientes la fina piel.

—No sabe nada. No sabe quién soy, mi verdadera relación con Changretta...

Al verbalizarlo sintió una punzada en el pecho. No solo les había mentido sobre quién era, si no que también los estaba involucrando en asuntos 'familiares' y acuerdos pasados que aunque ella los negara, para otros seguían siendo tan válidos que matarían por hacerlos valer.

—Es una pena. Ojalá no llores si se entera por otro —murmuró, apoyándose en el escritorio. Ambos se miraron aunque sus expresiones eran distintas. Diversión e ira.

—¿A qué mierda estás jugando? —prorrumpió, rompiendo la capa de tranquilidad que los había envuelto en un momento. Negó con la cabeza y le apuntó con el dedo hundiéndose en el pecho.— ¡Deberías estar en América!

𝐕𝐚𝐫𝐣𝐚𝐤 | John ShelbyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora