23

330 45 17
                                        

Dos semanas después, Taehyung se encontró en los baños de la universidad, frente al sucio espejo cubriendo con maquillaje las marcas amarillentas en sus pómulos, secuelas de los golpes de hace ya varios días. 

Aunque ya no dolían, era una molestia tener que ser tan cuidadoso con su apariencia, sobre todo en casa, había evitado a toda costa comer junto a su madre, levantar la mirada más de tres segundos y salir más de lo necesario de su habitación.

Tae estaba muy, muy cansado de aparentar ser fuerte y pretender que su corazón no estaba hecho pedacitos, tan chiquitos que tal vez sería imposible volver a unirlos ni siquiera con todo el tiempo y paciencia del mundo.

La verdad es que tampoco era como si estuviera haciendo algo para arreglarlo.

Sus días eran un ciclo sin fin, en donde cosas como salir a la calle y platicar con Jimin simplemente ya no le emocionaban más.

Ni siquiera salió de su habitación porque su madre había preparado su postre favorito hace dos días, más bien lo hizo en la madrugada, cuando no pudiera encontrarse a alguien en el camino porque su madre se encontraba de turno en el hospital y así evitaría dar explicaciones.

En cuanto a las clases, Tae solo respondía robóticamente a preguntas que no necesitaran más de Si y No, y con los exámenes finales a la vuelta de la esquina, nervios y ansiedad no eran la mejor combinación.

En realidad, Taehyung ya no tenía un motivo para continuar el rumbo al que estaba tan acostumbrado. 

Hace dos semanas tuvo el valor de confesarle en la cara sus sentimientos a la persona que amaba, que ama. 

Y desde el día uno después de ser olímpicamente rechazado, fue como si algo se hubiese roto dentro de él.

Los primeros días lloró muchísimo, tanto que creyó quedarse sin lagrimas para continuar llorando, hecho un bulto al centro de su cama y abrazando el peluche que una vez el chico del que estaba enamorado ganó para él. 

Taehyung tenía el corazón roto y además estaba muerto de la vergüenza,  por eso hasta el día de hoy, había evitado cualquier contacto con Jungkook.

Y Jungkook, por su parte...

Estaba hecho un lio de pensamientos y contradicciones.

Nunca fue muy honesto con sus sentimientos, ni con Somi, ni con su padre, ni con Taehyung...ni siquiera con él mismo. 

Por eso evitaba a toda costa llevar su mente a ese rincón que decidió dejar sepultado y olvidado en donde el nombre de ese chico daba vueltas sin parar.

Si había algo que le aterraba a Jeon Jungkook, era la soledad.

Y no hablaba de estar solo en una habitación, de tomar un café por si mismo en su cafetería favorita, no hablaba de ese tipo de soledad.

A Jungkook le aterraba sentirse solo aun rodeado de gente.

Y ahora mismo, sin su mejor amigo, el hueco en su pecho no parecía querer irse, es más, esa ahora conocida punzada estaba tomando asiento muy cómodamente en su ser, desde el amanecer hasta el anochecer, incrementando cuando Somi pasaba los brazos por sus hombros y dejaba su pegajoso brillo labíal en su mejilla, siendo aún más fuerte cuando miraba disimuladamente a Taehyung.

Él sabia que la había cagado, no tenía cara para mirarlo a los ojos y decirle que lo perdonara, porque todo era mas complicado que eso.

Jungkook sabía más que Taehyung, quien había sido más ingenuo, más inocente.

Jungkook siempre supo más de la cuenta, y se había aprovechado de eso en un intento de sentir la libertad que le envidiaba a Tae.

Pero tenía que afrontar las consecuencias de sus actos, los días sin Taehyung eran todos nublados, sin sentido, sin esa chispa que hacía que instantáneamente sonriera al ver al peliazul, que ahora era más bien casi rubio, con el tinte temporal deslavado.

Jungkook se percató de las ojeras marcadas de Tae, claro que lo hizo.

También se dio cuenta de que estaba más delgado, más serio y más triste, no lo vio articular una sola palabra en treinta minutos a pesar de que todos en la mesa estaban conversando y el solo de dedicó a masticar y comer, desviando la mirada de vez en cuando al frente, perdiéndose un poco, como si no estuviera escuchando realmente la conversación.

Todo era su culpa, él lo sabia.

Y esperaba tener algún día la oportunidad de hacerle saber que lo sentía.

El teléfono de Taehyung vibró en su bolsillo delantero mientras retocaba con polvo justo debajo de sus ojos el color tan profundo de sus ojeras. 

Tae metió la mano en sus pantalones para poder ver quien le había escrito, seguramente sería Jimin, quien le avisaría del inicio de la siguiente clase.

Tae no sabía muy bien que haría sin Jimin, se encontraría perdido en un abismo, porque aunque realmente ya nada era satisfactorio, él era lo único que lo mantenía sujeto a la realidad.

El mejor amigo del mundo, eso era Jimin.

Llamándole por las tardes a Taehyung solo para asegurarse de que estuviera bien, comprándole el almuerzo de vez en cuando aunque gastara su poco dinero, incluso hizo un par de sus tareas en equipo, pero lo más importante, es que Jimin guardaba su secreto muy bien, y no había nadie más en quien pudiese confiar tanto como en él.

Taehyung desbloqueó su teléfono con el pulgar.

xxx-xxx-xxx

Hola, Tae

¿Huh?

Hola
¿Quién eres?


xxx-xxx-xxx

ksjdnjaksnads
Lo siento, no pensé que contestarías
Eres tan guapo que olvidé lo que iba a decir

¿Qué tipo de broma intentaban jugarle ahora? Taehyung incluso pensó en una lista de posibles culpables.

Escucha, no estoy para bromas...
Voy a bloquearte si no me dices quien eres


xxx-xxx-xxx

NO NO NO
Soy Bogum
¿Ya puedes ver mi foto de perfil?
Me puse gafas de sol porque sabía que ibas a deslumbrarme B) 


¿Bogum? Bogum, Bogum, Bogum...

Taehyung amplió la foto del chico, tomándole solo un par de segundos para recordar en su borrosa memoria las facciones del chico.

Oh, ese Bogum

Recordó que Jimin se había tomado la libertad de darle su número a su primo. Al mismo al que, según su mejor amigo, le había conocido la garganta con la lengua en la última fiesta a la que asistieron.

Ah...bendito Jimin y sus ideas.













NEVER NOT - KTH&JJKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora