BAJO LA MISMA ESTRELLA by Astrid Graham

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Historia creada sin fines de lucro.
Los personajes son propiedad de Mizuki e Igarashi.
Imágenes tomadas de la red.

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New York, 09 de diciembre.

Eran las 4 de la mañana cuando se despidieron,  Terry colocándose el sobretodo,  su sombrero tipo fedora  de fieltro y sus guantes de cuero, se retiró del restaurant. Al dar el primer pie en la calle, el aire gélido rozó parte de sus mejillas a pesar de ir cubierto con su gruesa bufanda. Con pasos muy lentos, se dirigió al parqueadero pero antes de ingresar a su vehículo alzó la vista a ese regalo maravilloso que el cielo le ofrecía -pudo observar una de las constelaciones más hermosas... el cinturón de orión- él empezó a identificar las estrellas por nombre y ahí estaba su favorita 'betelgeuse' sola y hermosa,  destacada entre todas, suspiró profundamente y no pudo evitar el pensar en ella… en su señorita pecosa.
Había tomado una decisión, por eso la reunión con Robert demoró más de lo usual. Al principio había pensado en enviarle una carta, pero,  no, no podía enviarle una simple carta y esperar a que ella viniera de inmediato corriendo a sus brazos. Ahora tenía que ir a buscarla, armarse de valor y asumir el riesgo.
***
Después de la presentación oficial de William Albert Ardlay como jefe del Clan, Candy regresó a laborar en el hospital donde hace algunos meses la habían despedido por la mal influencia de Los Lagan.  Ella residía en su departamento en Las Magnolias.   Con el tiempo la señora Elroy había enfermado, así que Albert y Archie lograron convencer a Candy de regresar a vivir con ellos a la mansión, en verdad ni la misma tía abuela estaba del todo de acuerdo, pero aceptó ya que gracias a Candice su nieto querido William había sido librado de alguna desgracia, quizás mortal.
Con el tiempo la salud de la señora Elroy mejoró considerablemente,  como la gran dama de sociedad que era,  recibía muchas invitaciones a los eventos y así fue como Candy empezó a acostumbrarse aquel mundo de banalidades, ya que aparte de William ella era la principal acompañante de la señora.
***
Chicago, Illinois 12 de diciembre.
Estaban tomando el desayuno,  cuando el mayordomo se les acercó, dirigiéndose a Candy  entregándole una bandeja pequeña de plata, su contenido era casi el mismo de todos los días, invitaciones sociales y privadas, cartas con declaraciones de amor, tarjetitas que acompañaban los grandes y ostentosos arreglos florales.
Archie empezaba con cierta molestia a hacer sus típicos comentarios sobre los pretendientes inoportunos hacia la rubia, la señora Elroy sólo recalcaba que para que ese tormento terminara, Candice tenía que decidirse por uno y hacerlo público lo antes posible, Albert sólo escuchaba y al final le decía a Candy que él respetaba sus decisiones cuales fueran.  Annie como la recién casada esposa de Archie, solo asentía en silencio observando la transparente tristeza en los ojos de Candy.
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Más tarde en su habitación, Candy recostada en un sofá tipo media luna observaba ese precioso cielo, eran ya las 2 de la mañana pero estaba fascinada viendo las estrellas, gracias a su querido Stair y su telescopio ella podía otear el universo.   En el mes de diciembre, había descubierto un grupito de  estrellas, pero había una en particular que brillaba mucho más que las otras, siendo esta su favorita.  Cada que la observaba, la imagen de su querido Terry se desplazaba en sus pensamientos haciéndola sentir melancólica.  Así había permanecido por unos minutos, cuando escuchó el susurro suave de dos tiernas voces diciéndole “eres mucho más guapa cuando sonríes, sé feliz Candy, sé feliz”
-Stair y Antonhy… no me lo pidan más, ustedes que pueden ver mi corazón saben que he intentado olvidarle y permitirme ser feliz, pero no lo consigo- suspiro alzando la vista al cielo nuevamente y de pronto era como sí de  una película se tratara, proyectando las imágenes de su vida, se había convertido en una señorita de sociedad, había seguido estudiando especialidades en Medicina, apoyaba con obras benéficas al Hogar de Pony… pero  ¿en dónde estaba aquella Candy atolondrada e intrépida que había prometido buscar su felicidad?
***
13 de diciembre.
En la biblioteca, Archie caminaba en círculos tratando de ocultar su preocupación, le preguntaba por quinta vez a Georges si estaba seguro de que Candy se encontraba bien y que volvería antes de la víspera de Navidad.  Albert con su habitual serenidad le respondió que Sí. Que al fin había llegado el momento para Candy de cerrar ciclos y ellos dos más que nadie, deberían de permanecer atentos y estar dispuestos ante cualquier novedad y determinación que tomase la rubia. 
Candy, acompañada de su chofer y un guardaespaldas llegaron la gran ciudad de Nueva York, con el corazón latiéndole fuertemente… de inmediato se dirigían al Teatro Standford, pero al llegar su decepción fue grande al leer en un anuncio que abrirían puertas en enero próximo, entristeció mucho,  así que se dirigían hacia al apartamento que ella le conoció hace años, pero al llegar nuevamente se desilusionó ya que el casero del edificio le dijo que el joven había desalojado el apartamento.
Candy sentía su corazón  estrujado, pero sabía que era parte de la decisión que había tomado ya que necesitaba por fin cerrar ese ciclo en su vida.  Así que junto a sus acompañantes trató de distraerse y se dirigió comprar obsequios para su ahora familia,  sus madres y los niños del Hogar.  Por un momento se detuvieron a contemplar el hermoso Central Park cubierto totalmente de nieve, empezaba a anochecer y como salpicadas una a una empezaron a asomarse las estrellas pero  no demoro mucho en que una ligera brisa de nieve, se posara sobre ellos.
***
Terry llegó a Chicago,  no había dormido nada durante su viaje, sentía ansiedad y estaba muy nervioso. Se carcajeo de sí mismo y se dijo, -qué ironía Terence que siendo todo un experto en las máscaras y apariencias, ahora no puedas evitar el ser tan transparente-  Durante su trayecto por la ciudad, observó que el emblema de la familia Ardlay predominaba en los negocios locales. Al momento de presentarse con el mayordomo de los Ardlay dio su nombre completo y  añadió ese título,  tal vez hasta podría ayudarle ya que desconocía los estigmas de esa familia. 
Era costumbre que la mansión hospedara a los miembros del Clan y disfrutaran de esos días en las diferentes festividades decembrinas; ante la ausencia repentina de Candy,  la señora Elroy, Annie, Sara y Eliza  ultimaban detalles sobre los próximos eventos. El mayordomo las interrumpió anunciando que se encontraba en espera el Márquez Terence Graham Granchester.  Las señoras Elroy y Sara se veían sorprendidas,  pero Eliza se puso en pie diciendo que a ella la buscaba y  empezó ajustarse el vestido, entallando sus atributos.
Annie le aclaró a la señora Elroy que él era el ex novio de Candy.  Así que ella poniéndose en pie, recordó lo que sabía respecto a esa relación y sus tristes separaciones; sin dudarlo, despidió a las Lagan, haciéndole énfasis a Eliza, que no la quería cerca.
***
La mansión ya estaba engalanada de las decoraciones navideñas, dando un toque hogareño y de armonía.  Se encontraban en el comedor principal, la señora Elroy tenía un rubor nada natural  y un brillo en los ojos, cuando descubrió que el apuesto Márquez también era uno de sus actores favoritos. 
-¿Pero qué le pasa a la tía? por cualquiera se deja sorprender – susurraba Archie a Annie.  Albert le platicaba a Terry sobre su compromiso actual con la Marquesa Fiorella de Monferrato, a quien conoció en uno de sus viajes a Italia.
-Así que,  joven Márquez, cuéntenos ¿qué intenciones tiene con Candice? - preguntó la abuela en seco
- Archie que degustaba un delicioso Sausage Cheese Biscuit, fue el primero en atorarse, lo secundó Terry quién repentinamente tuvo un ataque de tos.
-pero ¿qué les pasa muchachos?  Y tía querida no sea imprudente, no es ni el lugar ni el momento para que hablemos de negocios con nuestro Noble huésped- Les dijo Albert quien no paraba de carcajearse
***
Terry se levantó temprano una mañana,  al pasar por el hall se sorprendió ver tantos arreglos, en un momento se desorientó, creyendo que eran para él, cómo los que recibía en el teatro. Pero no, al observar detenidamente estos eran mucho más refinados. Así que con curiosidad se acercó y tomó una de las tarjetas...
Señorita Candice Ardlay, Por favor acepte estas rosas, que nada se comparan con su gran belleza. Suyo, Lord de Lioncourt.
Terry estaba que le hervía la sangre, así que se dirigió a las caballerizas. Cabalgando llegó a aquel lugar que su instinto le guió, saludó a las dos mujeres, estuvo con ellas por la mañana, pero en la tarde decidió que quería estar un momento sólo, así que como un deja vu se encontraba  recostado en el gran  padre árbol, en la Colina de Ponny.
***
Candy con tristeza veía por la ventana del automóvil, no podía evitar derramar lágrimas las cuales acariciaban su rostro. Iban llegando a Chicago, pero pidió la fueran a dejar al Hogar de Pony, sentía la necesidad de estar con sus madres. Cuando llegó al Hogar de Ponny, sus pies no dudaron en llevarla a su Colina, antes de ir a saludar a sus madres.
***
…Mi Princesa,  será que alguien ya ocupa tu corazón… - Pensaba Terry
Ella iba caminando lentamente, no entendía porque su corazón estaba latiendo desbocadamente, alzó sus ojos al cielo despejado, en el cual las estrellas una a una empezaron a salpicar el cielo. Al llegar al padre árbol en silencio, vio esa estrella -…Terry…-  dijo con un gran suspiro.
Terry al escuchar su nombre volteo a ver, ya que también estaba perdido viendo las estrellas... Y ahí estaba como una aparición celestial enfundada en un abrigo a juego con un gorro Chanel de color crema, observó esos bellos ojos y sus largos bucles color del oro.
-Candy - dijo él en un susurro
-Esa voz- dijo ella volteando a ver…
Ambos se vieron de frente, ninguno se animaba a dar el siguiente paso, así que Terry dejó a un lado sus temores y habló
-Desde hace tres días, estoy en la mansión con tu familia, Candy, princesa, yo estoy acá por ti -
-¿Por mí? Terry, yo… yo… también fui por ti
-¿En verdad Candy? No lo sabía, pero lo que importa ahora es que estamos acá y perdóname por lo que te diré pero no puedo seguir ocultando mis sentimientos… princesa, desde el primer día que te vi, me cautivaste con tus lindas pecas,  disculpa porque nunca tuve el valor de decírtelo, pero desde esa noche no solo salvaste mi vida sino mi alma, desde que te conocí supe lo que era el amor.  A pesar de todo lo que el destino  nos hizo pasar y en todos estos años, quiero que sepas que en mi nada ha cambiado. Te sigo amando, de echo creo que ahora mi bella señorita pecas, te amo más que cuando éramos unos niños.
- Terry... yo... yo también te sigo amando…
Terry dio unos pasos y la acercó pasando sus manos por su cintura, ella lo rodeó fundiéndose en ese anhelado abrazo, luego de unos minutos y unas cuantas lágrimas, él acarició su rostro, ella cerró sus ojos deleitándose en sentir,  él con sus dedos jugaba enrollando unos  bucles de la rubia,  continuó acariciando su naricita llena de esas pecas y empezó a delinear con su dedo índice esos finos labios, ella temblaba, sentía los latidos tan fuertes, temía abrir los ojos y que se rompiera ese momento mágico,  entre abrió los labios invitando a Terry a posarse sobre ellos. Rozando sus labios… sentían sus respiraciones entrecortadas, se dejaron llevar en un beso cargado de pasión reclamando la pertenencia mutua.
***
Llevaban dos días completos sin estar solos, desde su reencuentro en la Colina de Pony.   Y con varios de los miembros de la familia Ardlay hospedados en la Mansión era casi imposible que tuviesen un encuentro romántico. En un descuido fingido por las dos doncellas de Candy, Terry se la llevó entre los jardines,  en verdad ya no soportaba estar sin ella, él abrazándola por detrás, le susurró al oído…
-Princesa, ¿ves esa estrella? Mira es aquella la que brilla más… sabes es parte de una constelación y siempre que la veía soñaba estar a tu lado.  Mi señorita Pecas, gracias por hacerme tan feliz en una Víspera de Navidad,  míranos al fin podemos estar juntos bajo la misma estrella.  Gracias amor.- Le dijo reclamando los besos que se debían.
Pronto, dieron inicio los fuegos artificiales tiñendo de mil colores y formas algo extrañas el cielo,  Georges los había mandado a elaborar a China, ya que habían encontrado unos prototipos inconclusos en el antiguo taller de Stair.  Todos festejaban, Patty y la abuela Martha tenían pocas horas de haber llegado a Chicago para pasar las fiestas con ellos.  En el vestíbulo, estaban todos los niños del Orfanato con vestimentas elegantes entonando un recital de Villancicos, en el salón principal la Señorita Pony y la hermana Lane elevaban una oración de acción de gracias por el Nacimiento del Salvador. 
Nunca se había visto a la tía abuela de tan buen humor.  Los banquetes estaban por todas partes, los ostentosos obsequios estaban apilados cerca del gran  árbol, Candy había convencido al señor Witman para que se vistiera de Santa Claus regalando una linda experiencia a todos los niños,  era una recepción perfecta tal y como se había planeado desde meses atrás. Y la celebración no era sólo por ser  Víspera de Navidad, sino también por el anuncio oficial al Clan, sobre el permiso de cortejo del joven Márquez hacia Candice.
Albert hizo el respectivo brindis de ¡Feliz Navidad! después de haber participado en la galante  cena, la orquesta contratada con sus alegres tonadas invitó a los presentes a la pista,  abriendo el baile Albert con la tía abuela, un galante Georges acompañado de la señorita Pony,  Terry con Candy, Archie con su esposa Annie, Patty con Tom, el señor Witman –perdón, el señor Claus- con la abuelita Martha. Y Así se unían una a una las parejas, disfrutando de esa mágica noche llena de amor.

Fin.

ONE's SHOT's PARA NAVIDADDonde viven las historias. Descúbrelo ahora