III

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Ahí están de nuevo, esos olores frutales de su infancia.

Escucha golpes, su olfato se agudiza, su pequeño lobo tiene miedo, porque no entiende que pasa, los olores dulzones que se cuelan por su nariz y lo comienzan a saturar, antes era solo un un olor nuevo por día;  fresas, piña, moras, frutos rojos, ahora todos esos olores se mezclan en su nariz, el aroma parecido a un cóctel de frutas.

Se siente mal, se siente mareado, comienza a salivar, próximo a vomitar porque esos olores tan dulces no son voceros de buen tiempo.

El cachorro se tapa los oídos mientras se cubre el cuerpo con su enorme edredón felpudo. Se escucha el rechinido de alguna madera, golpes y gritos, su cuerpo tiembla por el miedo, sus ojos se cierran fuerte encerrado en su habitación,

— ¡Eres un desgraciado infeliz!— Escucha esa voz que tan bien conoce y que le hace temblar los huesos cuando la escucha de esa manera.— ¡Desearía que murieras! ¡Incluso sería yo quien acabaría con tu vida!— Jungkook solloza suavemente, porque no concibe la muerte. No desea que nadie muera y no sería capaz de desearle a nadie la muerte de una manera tan fría, llena de ira, de odio.

Escucha pasos en el pasillo debido al silencio sepulcral que ahora llena el palacio. Tiembla en aquella fortaleza de cobijas que ha hecho, en su inocencia por mermar los sonidos que viene escuchando desde que tiene uso de memoria pero que no dejan de hacerlo temer.

La puerta de su habitación es forzada y empujada varias veces, en un intento de abrirse, lo cuál no se va a poder hacer debido a que siempre aseguraba su habitación alrededor de las nueve de la noche.

—Jungkookie, bebé— Llama la dulce voz de su madre.— Abre, olvide venir a despedirme de ti— Los temblores del cuerpo del cachorro se detienen, la voz de aquella omega es tan suave, casi angelical. Se levanta rápidamente, aún cubierto con su edredón que le sirve como una capa, muy al estilo Inglés. Abre la puerta apenas, sacando su cabeza dejándola a la vista se su madre, ella le sonríe.— Mi bello príncipe imperial, permítame pasar— El tono juguetón que usa la mujer, quien huele a fresas, disipa cualquier miedo o sensación negativa. La omega hace un leve reverencia hacía su primogénito a modo de juego.

Jungkook hace lo mismo, dispuesto a seguirle la corriente.

— Pase, por favor— Devuelve el pequeño en tono solemne.

— Muy amable— La bella omega de cabellos rojizos entra, siendo tomada de la mano por su lindo hijo.— El príncipe imperial necesita dormir— Murmura, guiando al pequeño para acostarlo, arropandolo de inmediato notando las lágrimas secas en sus mejillas, le sonríe de forma tierna, mientras frota con suavidad sus pulgares en las tersas mejillas de su cachorro, su orgullo, su más grande amor.—Tu padre es un ser tan pernicioso—Murmura mientras peina los cabellos negros hacía atrás con aquellas manos tan pequeñas y delgadas.—Deseo que tú no seas como él— Un beso suave llega a la frente de Jungkook.— O nos terminarás matando a todos...

Jungkook despierta de golpe, sudando,  mira el reloj y este marca las dos de la madrugada, el lugar esta en silencio la mañana es fresca, el lobo dentro del emperador araña fuertemente, se siente inquieto.

Hace mucho no soñaba con su madre y de alguna manera es algo que no lo hace muy feliz. 

Su lobo se removió inquieto, arullando ante la presencia de algo fuera de su puerta, lo que puso en guardia al emperador.

Se levanto rápidamente, tomando una bata de seda que colgaba de una silla frente a su tocador, se la puso rápidamente mientras salia de su cuarto, miró para ambos lados en el largo pasillo sin encontrar nada.

El Juicio Del Emperador Jeon •Omegaverse• [Taekook & KookV]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora