Capítulo 5

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Era sábado por la mañana, y yo buscaba de todo para matar el tiempo libre sin Haneul; así que le acepté el café a Taehyung, supuse que era un buen pretexto para burlar las horas.

Taehyung me llevó a un café cerca del departamento en donde me acordé inmediatamente del día en que pasé con Yoongi, sin embargo, la emoción no era la misma.

—¿Puedo preguntar por qué viniste a Venecia?— me dijo, cuando la chica nos estaba acomodando nuestras tazas sobre la mesa.

—Bueno, vine primeramente para visitar a Haneul. Y para tomar un descanso de mi vida cotidiana— expliqué, dándole un sorbo a mi café.

El sabor a capuchino vagó por mi boca hasta mi garganta.

—Oh, ¿entonces vives con tus padres?— inquirió.

—No— dije, y salió mucho más seco de lo que esperaba —Mis padres murieron en un accidente.

—Oh, perdóname, no debí preguntar— su bello rostro de ángel se tornó comprensivo.

—No, no te preocupes— musité.

—¿Sabes? Mis padres también murieron— comenzó a jugar con la taza mientras su mirada se fue profundizando en el líquido oscuro que contenía.

Esperé hasta que él decidiera continuar, pendiente de la siguiente palabra que dijera.

—Bueno, en realidad, sólo mi madre murió cuando me dio a luz a mí. Mi padre, bueno, el hombre que embarazó a mamá; se fue— explicó, su voz tomó un tono agrio.

—Oh—musité.

No sabía qué más decir, pero lo entendía muy bien, al menos ambos teníamos algo en común ahora. No teníamos padres.

—¿Desde entonces has vivido con tu tía?— pregunté.

—Sí. Mi tía me ha cuidado bastante bien, ha hecho un excelente trabajo por diecinueve años y no podía estarle más agradecido.

Ahí caí en la cuenta de que Taehyung estaba en la gloriosa etapa de las diecinueve primaveras.

—Qué linda tu tía— dije, y recordé cuando dije, o más bien pensé, que era todo una vieja amargada.

Él me sonrió y me recordó a la sonrisa de Yoongi. Si tuviera que comparar, sería bastante difícil darle el puesto número uno a alguien. Pero había una vocecilla en mi cabeza que susurró fugaz el nombre de Yoongi.

La tarde con Taehyung fue excelente, su forma de ser tan maduro y natural fue lo que resulté admirando, además de su bello rostro delicado, por supuesto. Cuando me di cuenta de la hora, fue cuando llegamos al departamento de nuevo. Eran las siete pasadas con quince minutos.

—La pasé muy bien, Taehyung, muchísimas gracias— dije apenas puse un pie fuera del ascensor, cuando me di cuenta entonces de que la puerta del departamento de Haneul era adornada por un bello ángel de oro. Que mantuvo su mirada sobre nosotros y sus brazos cruzados con indiferencia; siempre tan elegante.

Me sorprendí de ver allí al dueño de la mayor parte de mis pensamientos. Aunque enseguida me retracté de esa idea; Yoongi no tenía por qué convertirse en dueño de mi materia gris.

—Cuando quieras repetirlo, estoy más que dispuesto— me dijo, con esa sonrisa bonita sobre su rostro, haciendo que mi mirada se posara de nuevo en Taehyung.

Dirigió luego la mirada a Yoongi y con un movimiento de cabeza lo saludó. Este respondió de la misma manera.

—Hasta pronto— Taehyung se acercó y me besó la mejilla.

Pude sentir el cálido y suave contacto de sus labios contra ella, pero mi cabeza seguía funcionando tan perfectamente como antes. Ningún pensamiento interrumpido, ningún atontamiento interno, simplemente nada.

Sin embargo, sí la mirada de Yoongi sobre el acto.

—Hasta pronto, Taehyung— dije.

Cuando lo vi introducirse a su departamento, me giré a mirar a Yoongi, quien seguía parado allí, de brazos cruzados y mirándome.

—¿Decidiste hacerle caso a Haneul?— bromeó.

—¿Qué?— inquirí, confundido.

Se separó de la puerta cuando yo me dirigí para abrirla.

—Sí, eso de buscarte pareja— musitó, pero la broma ya no le salió como tal.

Exploté en estruendosas carcajadas.

—Sólo salí a tomar un café con mi vecino para conocerlo mejor— expliqué —Eso no tiene nada que ver con los planes macabros de Haneul.

Él río.

—¿Con que son macabros? Se lo voy a decir, te acusaré— bromeó, divertido.

—No hace falta, ella lo sabe— abrí la puerta y Yoongi se introdujo detrás de mí —¿Si sabes que Haneul llega hasta las ocho verdad?— dije, sarcástico.

—Lo sé, pero es que no tengo mucho que hacer y es mejor pasar el rato aquí mientras la espero.

—Bueno, es agradable tenerte aquí mientras que llega— pensé... esperen, esperen, no lo pensé, ¿lo dije?

—Gracias, qué lindo— musitó y en ese momento di gracias de encontrarme de espaldas puesto que todo el color se me subió al rostro —Mañana saldremos todos, así podrás conocer a mi hermano, Hoseok, ¿lo recuerdas?— dijo, totalmente ajeno al caos que estaba habitando en mi interior debido a sus palabras.

—Emm... sí, estoy emocionado—farfullé.

—Hoseok también.

Así, planeamos lo que sería el día de mañana y estar a su lado lo encontraba cada vez más cómodo y magnífico. Él tenía ese raro poder para maravillarme, dejarme sin el habla o adivinarme los pensamientos a veces; era simplemente sensacional y la fierecilla se regocijaba llena de felicidad; pero sólo hasta que llegaba Haneul, porque luego, al verlos reírse el uno con el otro y llamarse "amor" esta empezaba a incomodarse y me hacía salir de la escena cursi que no queríamos ver ni ella ni yo. Porque empezaba a resultarme drásticamente incómoda.

Manual de lo prohibido ๑ yoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora