Me revolqué entre las sábanas de mi cama hasta que la apenas cálida luz del sol me llegó a los ojos.
—Bestia— los golpes en la puerta no fueron tan intensos, pero sí molestos.
—Ya estoy despierto— farfullé.
Salí de mi habitación y miré a Haneul sonreírme. Me sentí mal de nuevo.
—¿Cuáles son los planes de hoy?— pregunté, totalmente desganado.
—Conseguir un traje elegante—me dijo.
—¿Elegante? ¿Qué celebramos?— inquirí, confundido.
—El próximo domingo es el cumpleaños del señor Vittore y, ya sabes cómo son todas esas personas— puso los ojos en blanco —Gastan hasta el último centavo para darle lujo al ambiente.
—¿El señor Vittore?— traté de pronunciar el apellido con el acento que Haneul había utilizado.
—Sí, el dueño del Hospital, Roberto Vittore— explicó.
—Oh... ¿y...?
—Estamos invitados— sonrió ampliamente.
—¿Invitados?— quería saber a quiénes se refería.
—Sí, tú, Yoongi y yo. Quien por cierto ya debería estar aquí— divagó, mirando el reloj de su muñeca.
—¿Yoongi? ¿Nos acompañará?— hice un mohín.
—Claro, ¿y luego quién me dirá que me veo linda con el vestido?— bromeó.
—Pero Yoongi emmm... sabes que no les gusta eso— intenté encontrar una excusa creíble para que Yoongi no fuera, yo no debía siquiera estar cerca de él.
—Pero es mi Yoongi— dijo y me dolió —él está dispuesto a acompañarnos.
Entonces el timbre sonó. El corazón me latió ansioso, presuroso y... angustiado.
Haneul corrió animosa hasta la puerta, mientras que yo me quedé parado allí, con ganas de correr en dirección opuesta. Después de la pequeña discusión que tuvimos ayer no sabía qué sentir. Pero entonces Haneul abrió la puerta y la luz apareció en mis ojos, allí estaba él, tan deslumbrante como siempre, usando una camisa en color azul a cuadros, desabotonada, y un jean del mismo tono, ajustado a sus despampanantes piernas. Hizo que el mundo se me volteara en un segundo cuando me miró.
—¡Amor!— dijo Haneul, sin duda feliz. Pero esta vez en darle un beso en los labios, se lo dio en la mejilla.
Agradecí aquello, aunque la fierecilla igual se sintió celosa.
—Hola— musitó Yoongi.
La saludé con la mano.
—Ve a cambiarte, Jimin— me instó Haneul y sólo entonces caí en la cuenta de que estaba en pijama, de nuevo —Nos espera un largo día.
Sonreí y sin decir nada me fui a mi habitación, haciendo un mohín mental por el adjetivo que Haneul acababa de usar para calificar al día... largo.
Me puse un suéter negro combinándolo con un jean en tono gris y peiné mi cabello, luego salí al encuentro con ambos.
—¿Listo?— preguntó Haneul.
Asentí. Era raro, como si me hubieran quitado la voz, pero lo cierto es que me sentía realmente incómodo al recordar la discusión de ayer. Y al parecer no era el único, Yoongi tampoco hablaba mucho.
Nos fuimos en su Hybrid negra, Haneul en el asiento del copiloto, claro, y yo acurrucado atrás, mirando a través de la ventana polarizada. Recordé cuando íbamos sólo los dos, yo en lugar de Haneul, y deseé fervientemente que ahora, Haneul se borrara de la escena y al instante me sentí mal, traicionero. Suspiré, empañando el cristal negro.
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Manual de lo prohibido ๑ yoonmin
Fanfic⎘ » Él, algo parecido al príncipe azul de los cuentos de hadas. Ella, la mejor amiga con la que deseaba toparme desde los 6 años, única e incondicional. Decían que era la chica perfecta para él. Yo, situado justo en el medio; enamora...