2.

766 82 47
                                    

Mes 2.

Narra Minatozaki Sana.

Era el primer día del mes y estaba nerviosa. Hoy nos comunicarían la prueba que viene y tal como dijeron, será peor que la anterior.

Sentía el infierno en mi espalda apenas comencé a tomar conciencia luego de despertar. Cada día es lo mismo. Sin embargo mi pulso se calmó al sentir la mano de Tzuyu sobre la mía debajo de las sábanas.

—Hola, chicas— Jihyo salió del baño ya duchada y se sentó a los pies de nuestra cama.
—Hoy será un día pesado— Suspiró para luego esbozar una sonrisa bastante falsa con el intento de calmarnos aunque ella ni podía calmarse a si misma. —Bien— Rompió el silencio cuando dejó caer sus manos sobre sus muslos. —Será mejor que vayan a bañarse— Dio toques a nuestros pies por encima de las mantas grises y se levantó para mirar hacia afuera través la diminuta ventana de nuestro cuarto.

Luego de bañarnos, Tzuyu y yo nos vestimos en el cuarto con los buzos y camisas abotonadas que habían -el único modelo de ropa que tenemos- cada una en su lado de la gran cama dándonos la espalda.
De todos modos la ropa no era tan incomoda. Un poco áspera pero como obviamente no se dieron el tiempo de conseguirnos brasieres, al menos yo me sentía más capaz de moverme.

—¿Que piensas tanto? Eres muy lenta— Dijo Tzuyu ya vestida mirando mi espalda al descubierto.

—Ya voy—

Salimos las tres juntas de la habitación cuatro y la brisa era fuerte. Tanto así que mi cabello se levantaba.
No me sentía preparada pero aún así sabía que esta no sería la prueba más dura.

Vimos a las demás chicas salir de sus habitaciones. Momo parecía buscarme con la mirada y cuando me pudo diferenciar entre tantas chicas con la misma ropa, ambas hicimos una mueca que de algún modo podía leerse como "Es lo qué hay".

"Buen día, chicas"

"Diríjanse a la sala central para compartirles su próxima prueba y que comiencen a prepararse. Recuerden que deben prepararse por si solas, solo con ayuda de sus compañeras"

El sonido de aquella voz masculina generó eco tras el silencio definitivo de nuestra parte. Unos segundos después lo único que se escuchaba eran las suelas de goma bajo nuestras zapatillas rechinar con el piso.

Vi a Jihyo temblando y respirando más fuerte de lo normal así que decidí tomar su mano para tranquilizarla. Mis expectativas habían ido muy alto pues apenas hubo un pequeño toque a su mano de mi parte, ella movió su mano hacia su hombro para evitar el contacto físico conmigo. —Lo siento— Me disculpé mirando al suelo sin obtener respuesta.

Llegamos las nueve al centro del edificio y nos sentamos en las sillas incómodas de metal. Apenas me senté, sentí el frío intenso impregnado en la silla y traspasó mi pantalón dándome un escalofrío. Tensé mi cuerpo y escondí mis manos debajo de mis piernas.

Seguíamos esperando y mi cuerpo comenzó a temblar. No estoy segura si fue de frialdad o temor pero definitivamente estaba sintiendo mi corazón y pulmones encogerse. No podía relajar mi tórax y mis ojos cerraron sus párpados más fuerte que nunca.
Quiero irme. No quiero estar aquí. Sáquenme de aquí... ayuda. No puedo con esto. No puedo.
Sentía que iba a morir, me iba a desmayar y no sentía capacidad de hacer nada al respecto.
¿Por qué no puedo respirar?
¿Por qué no me puedo mover?
Quiero... No lo sé. Siento que voy a estallar, explotar.

Un grito de desesperación quería salir y por más que lo intenté, no pude detenerlo.
Nunca había gritado tan fuerte en mi vida, mi cabeza vibró y me mareé. Mis ojos se volvieron blancos y me desplomé cayendo encima de la persona que estaba junto a mi.

panic room | TWICE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora