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Hacía ya unas horas que estaba cabeceando sentado en el sofá. No quería irse a dormir, se rehusaba a abandonar su lugar para ir a acostarse más cómodo en la cama. Ese día había escuchado en los pasillos de la academia que el grupo de Kakashi estaba camino a la aldea luego de su misión... Misión que duró sus buenas tres semanas.
Tres semanas dónde no tuvo ningún tipo de noticia de su pareja. Lo extrañaba y mucho. Pasar de verse casi todos los días a tener periodos prolongados de tiempo sin saber del otro era una tortura, pero aún así trataban de hacer funcionar las cosas.

Vivían en el mismo departamento hace unos meses, esta era la primera vez que Kakashi volvería de una misión y no se encontraría con un hogar solitario, vacío y frío. Al moreno le emocionaba la idea de al verlo llegar, llenarlo de cariño para que se sintiera de nuevo en casa, pero con el nivel de sueño que manejaba, veía cada vez más imposible que se cumpliera.

Ya se había levantado de su asiento rendido para irse a dormir cuando escuchó el ruido de la puerta abriéndose seguido de algunos pasos. De golpe, todo el cansancio desapareció.
Corrió hacía la entrada para encontrarse una escena un poco preocupante: El de cabellos grises estaba agachado, apoyando las manos sobre sus rodillas y se notaba que estaba tratando de recuperar el aire. Su ropa era un desastre, toda sucia y rota por todos lados. Parecía que había tenido que pelear y mucho. Se podían notar hasta algunas manchas de sangre seca cerca de tajos en sus mangas.

— P-Por todos los kages ¡Kakashi! — Alarmado, rápidamente se acercó al más alto y lo tomó de los brazos agachándose un poco para tratar de verle el rostro al contrario.

Poco a poco y sin haber dicho palabra aún, el jonin fue cediendo a sus piernas y terminó arrodillado en el suelo. Iruka acompaño el movimiento hasta quedar arrodillado frente a él.

— Llegué a casa. — Murmuró levantando por primera vez la cabeza y dibujando una pequeña sonrisa en sus labios. Traía la máscara baja, por lo que se podía ver casi todo su rostro (menos el ojo del Sharingan que seguía cubierto por la bandana)
Rasguños y tierra adornaban sus facciones por completo. El moreno estaba cada vez más preocupado.

— Bienvenido a casa... — Suspiró sin poder evitar soltar una sonrisa mínima en el medio. La actitud tan despreocupada del otro y su ánimo era contagioso. — ¿Puedo saber qué te dejó así de lastimado? ¿No deberías ir al hospital en vez de estar aquí? —

— Quería ver a mí novio primero. — Murmuró con suavidad provocando que un rojo fuerte subiera hasta las mejillas del más bajo. Despacio, el de cabello claro llevo sus manos al rostro ajeno hasta acunarlo entre ellas. Con los pulgares acariciaba con lentitud su piel. — Te extrañé mucho, Iruka. —

El castaño empezaba a relajarse ante el toque de su pareja. Llegó a pensar que quizás todas esas marcas de lucha eran ya viejas y no eran para tanto hasta que la expresión tranquila de Kakashi cambió a una más dolorosa. — ¿Estás seguro de qué no tienes que ir al hospital como ya, ahora? —

— Es-Estoy bien. Mañana puedo ir a un chequeo o algo. — Murmuró luego de un rato en silencio. Sentía punzadas por todo el cuerpo, pero prefería mantener esas cosas para sí mismo y no preocupar más a su novio. — Quiero pasar la noche contigo. No quiero irme otro día más. — "y quién sabe por cuánto tiempo me tendrán internado si voy ahora al hospital..." Pensó.

El castaño negó un par de veces con la cabeza antes de acercarse al rostro del más alto y plantar un beso sobre sus labios. Esto al jonin lo tomó por sorpresa, pero no demoró en bajar las manos hasta dejarlas sobre la cintura del otro, continuando con el beso. Las manos de Iruka se deslizaron hasta descansar detrás del cuello del copy ninja.

Ambos estaban sintiendo más o menos lo mismo. Habían extrañado mucho al otro, su tacto, su cariño, su presencia. Volver a besarse luego de tanto tiempo sin saber si volverían a verse o no, era todo un regalo.
El moreno sintió de golpe como su pareja mordía ahora su labio inferior durante el beso y como las manos se acercaban cada vez más a su cadera... Bueno, también habían extrañado eso ¿No?

Con rapidez, se alejó ganándose un puchero del mayor.
— Vamos. Te acompañaré al hospital ahora. Cuando no estés lleno de cortes de Kunai, podemos... Uhm, ya sabes. — Murmuró desviando la mirada levemente y con algo de vergüenza. 

— Pero ya te dije que-... —

— Sin peros. Arriba. — Ordenó el más bajo antes de separar el abrazo y pararse. Extendió su mano para que el de cabellos grises tuviera ayuda al levantarse también. Este último se paró luego de varios murmullos molestos.

Iruka fue rápidamente por un abrigo antes de salir a la calle para poder acompañar a su pareja al hospital. Por suerte no quedaba muy lejos, pero en el estado en el que estaba Kakashi demorarían más en llegar.
La brisa fresca movía las copas de los árboles y a veces le provocaban uno o dos escalofríos. El silencio del pueblo era total y entre ellos no se sentía incómodo. No eran pocas las veces que solo se sentaban a hacerse compañía sin hablar, era casi costumbre el pasar tiempo con el otro sin decir nada.
Fue Kakashi quien rompió con aquella paz.

— Iruka... — Susurró deteniéndose a unos metros de la entrada del destino. Durante todo el camino el moreno había sido el soporte del más alto, caminando a su lado pasando un brazo por su espalda. Rompió con aquel "abrazo" para pararse delante de él y asegurándose de que no hubiera nadie en la cercanía, volvió a bajar la máscara para plantar un beso corto y suave sobre los labios ajenos.
— Te amo. — Dijo dedicándole una de sus más amplias y sinceras sonrisas antes de volver a ocultar su rostro detrás de la tela.

— Yo más~ — Susurró anonadado al ver la expresión de su pareja y contagiandose de su sonrisa también. Si había algo más lindo que él no quería saberlo.

Se mantuvieron unos minutos mirándose a los ojos en silencio. Ninguno realmente tenía ganas de volver a separarse, pero era por el bien de la salud física de Kakashi.
Fue el moreno quien le tomó de la mano al más alto y lo guió hacia el interior del edificio. Dentro, más de un ninja médico llegó casi corriendo a atenderle, estaban preocupados porque aún no había llegado al hospital en cuanto regresó de la misión. Seguramente Tsunade lo regañaría por cabeza dura e imprudente, pero haber pasado unos minutos con su novio valían totalmente la pena.

Umino por su parte y una vez que llevaron al de cabello gris a la sala donde lo atenderían, se sentó en la sala de espera. Se caía del sueño, pero aguardaría allí hasta tener noticias de su pareja.
No fue raro imaginar que se quedaría dormido, acostado entre dos o tres asientos.

Cuando de amor se trataba, ambos eran un completo caso perdido.

 KakaIru para llenar mí vacío emocional★Donde viven las historias. Descúbrelo ahora