La chica equivocada (pequeña historia) #Terminada

Capítulo 3

Por la tarde, Isabel estaba leyendo el libro de La Salvación boca abajo en su casa, cuando de repente sintió algo extraño en la parte baja de su abdomen. Se sentó en su cama inmediatamente y sintió una punzada de dolor, el cual no duró mucho. Continuó leyendo haciendo caso omiso al dolor. Más tarde, cuando estaba desvistiéndose para bañarse, notó que finalmente le habia bajado la regla. Salió corriendo de su habitación enredada en su bata en busca de su madre para darle la gran noticia.
Su madre se encontraba en la sala tejiendo cuando escuchó a su hija llamarla. Dejo de tejer y se puso de pie alarmada.
-¡Madre! -entró Isabel corriendo a la habitación- ¡Me ha llegado la regla! -dio brinquitos de emoción.
Su madre se llevó ambas manos a la boca, sorprendida. Se lanzó a su hija para abrazarla.
-¡No lo puedo creer! -gritó eufórica- ¡Gracias Padre!
-¡No estoy maldita! -gritó Isabel emocionada.
Su madre se apartó para mirarla a los ojos. La tomó por los hombros.
-Tenemos muchas cosas que hacer. Tenemos que avisarle a tu padre, a mis amistades... ¡a todo el pueblo!
-Iré a prepararme para la fiesta de esta noche ¡Tengo que buscar un bonito vestido!
Isabel subió corriendo las escaleras hacia su habitación para alistarse. Esta noche era su noche. Esta noche era la noche en la que conocería a quien sería su futuro esposo.

-Permiso, Madre -dijo el sacerdote interrumpiendo a la Madre Superiora, mientras esta les leía historias sobre los caídos a los muchachos del orfanato.
La Madre Superiora asintió y se hizo a un lado para dejar al sacerdote hablar.
-La familia Akar celebrará el día de San Andrés esta noche y, como siempre, aquellos mayores de 15 años deben asistir. Ya conocen las reglas: deben ir bien vestidos y no causar mala impresión.
Damon rodó los ojos ante semejante noticia. Siempre era lo mismo. No le causaba ningún interés conocer a una chica de ese pueblo con creencias estúpidas.
-Damon -el sacerdote lo miró fijamente-, lo digo especialmente por ti.
-Sí, lo sé -respondió éste sin inmutarse.