Capítulo 5

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Isabel estaba muy animada conociendo chicos, nunca se había sentido tan importante. Realmente disfrutaba esto. Cuando fue en busca de una silla para sentarse, vio que Damon se alejaba de la fiesta, se preguntó a dónde iría y sin pensarlo decidió seguirlo. El vestido le arrastraba y se le dificultaba caminar sobre el pasto sin podar del patio trasero de la casa. Cuando lo visualizó le llamó.
-¡Sr. Damon!
Este se detuvo pero no se volteó a mirarla. Isabel se apresuró a llegar a su lado con dificultad. Sentía que el vestido le apretaba más de lo normal y respiraba con dificultad.
-¿Se va ya, Sr. Damon? -preguntó al fin.
Damon se limitó a mirarla a los ojos, eran de un hermoso azul.
-Dejemos las formalidades, Isabel.
Sacó un cigarrillo de su traje y comenzó a fumarlo. Isabel lo observó en silencio.
-¿Te vas ya, Damon? -quiso saber la chica.
-No tengo nada más que hacer aquí -respondió.
Isabel sintió un vuelco en el estómago.
-Creí que... -creyó que a él le había gustado realmente ella. Isabel se sentía rara hablando de sus emociones frente a alguien más, especialmente si ese alguien era un chico.
Damon rió por lo bajo.
-Verás, yo nunca me he fijado en una chica -al ver la cara de Isabel añadió:- No me he fijado en una chica para casarme, no quiero echar raíces aquí, o en alguna otra parte para ser sincero -dio una calada profunda. Isabel escuchaba paciente, como si no tuviera una fiesta que atender-. Esta noche voy a escaparme de este maldito pueblo de una vez por todas.
-¿Que tu qué? -la chica abrió grande los ojos- ¿Por qué alguién querría hacer semejante barbaridad?
-Porque, querida niña, todo en este pueblo es una farsa, por si no te has dado cuenta aún -enarcó una ceja-. Voy a la ciudad. Voy a conocer lo que hay después de... -hizo un ademán- toda esta mierda.
-No puedo creer lo que estás diciendo -lo miró con cara de asco.
-Tal vez para ti no lo es porque vives bajo la protección de tus padres y muy pronto la de tu esposo, quien muy probablemente tendrá un puesto respetable aquí. La gente los observará pasearse por las calles con su bebé en carriola cara, y verá a una "buena familia" -dio una última calada a su cigarrillo-. Si yo me quedo aquí solo verán a un pobre huérfano recién salido del orfanato buscando un maldito empleo en donde me paguen una miseria y causaré lástima. A nadie le importamos. Y yo no voy a quedarme a ser humillado por nadie.
Isabel cada vez se sorprendía más. ¿Huérfano?, pensó. No sabía qué decir ante tal revelación. Tal vez lo mejor era dejarlo ir y regresar a la fiesta que muy seguramente la estarían buscando, aún faltaba cortar el pastel.
-El Libro de La Creación dice que uno debe permanecer en donde ha nacido y que...
-¿De verdad crees en lo que un libro te dice? ¿Quién es el autor?
Isabel parpadeó un par de veces.
-Es lo que nuestros padres nos han inculcado desde niños...
-Dirás tus padres -rió-. Yo no tengo padres. Soy solo yo y mi soledad en este mundo, preciosa -la observó por un momentó antes de ofrecerle algo que ningún chico le podría ofrecer:su libertad-. Ven conmigo.
-¿Qué?
-Vamos a la ciudad. Dame una oportunidad de demostrarte que lo que te digo es verdad, y si no lo es, bueno... -se encogió de hombros-. Al menos lo sabrás.
Isabel no sabía qué más esperar de este chico, tal vez le saldrían alas y se iría volando. ¿Podría ser eso posible?
Todo esto estaba mal. Muy mal. Ella no quería irse a explorar el mundo, ella ya tenía uno y estaba muy segura y feliz en él. Las cosas a las que aspiraba Damon estaban fuera de alcance, el libro de La Salvación lo mencionaba. Ella no iba a arriesgarse. Ni estando loca.
-Te puedes ir a tu mundo de perversión como llegaste a este mundo: completamente solo. No vas a arrastrarme contigo.
Las palabras de Isabel no hirieron a Damon, ella había dicho solamente la  verdad respecto a que estaba solo.
-Los caídos no somos tan malos como dice tu libro -le guiñó un ojo.
De un salto, Damon se agarró de la barda blanca y en un abrir y cerrar de ojos ya estaba del otro lado de la casa. Isabel seguía conmocionada por lo sucedido. Y seguía sin poder respirar muy bien con ese vestido. Miró alrededor suyo, nadie la había ido a buscar todavía. Se preguntó si Damon seguía pensando en la conversación que habían tenido, si aún pensaba en ella como ella aún pensaba en él. En sus ojos y cabellera oscuros, y sus labios rosados que sabía no besaría nunca por más que quisiera. ¿Y qué si era huérfano? Si se hubiera quedado se hubieran casado y se habría convertido en la sencación del pueblo, la noticia de que un huérfano pasó a ser uno de los más ricos de Villa Santa volaría de inmediato. Isabel se imaginó paseando junto con Damon y su bebé en una hermosa carriola -como él había dicho- y todos observándolos. A pesar de sus ideas locas de Damon, no había tenido una conversación en donde la hicieran dudar hasta de su propia existencia, y eso la hacía sentir por alguna extraña razón, viva. Esto era algo nuevo para ella. Todos a quienes conocía decían lo que estaba bien y lo que no, y entonces llega Damon a decirle que lo que le enseñaron no era del todo cierto. Tal vez debió haberse ido con él. Tal vez sí había una vida diferente en la ciudad. Tal vez, si Damon hubiera esperado un poco más a que Isabel procesara todo, no habría sido la chica equivocada para él. Pero no lo sabría porque ya era tarde, y su madre venía caminando apresurada hacía donde estaba ella.

Fin.

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⏰ Última actualización: Jan 17, 2021 ⏰

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La chica equivocada (pequeña historia) #TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora