Capítulo 4

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Ya era hora.
La fiesta que tanto esperaba Isabel había comenzado. Había globos de colores que colgaban de los pilares y faroles del jardín de la gran casa. Las mesas con manteles blancos y en el centro rosas de color rosa. Había enmedio de todo una gran mesa con diferentes platillos y bebidas de diferentes sabores. La casa pronto comenzó a llenarse de gente, sobre todo chicos. Las amigas de Isabel estaban muy emocionadas y no veían la hora en la que ella apareciera. Por otra parte, sus padres estaban conviviendo con un chico que les llamó la atención, en eso, Isabel salió de la casa con un vestido color verde manzana con pequeños diamantes y su cabello rojo recogido con perlas esparcidas en él.
-Que hermosa -susurró el muchacho con quien hablaban los padres de Isabel.
Patricia sonrió al escucharlo y llamó con la mano a su hija para que se acercara.
Isabel, querida. Te presento a Sr. Edward -tomó del brazo al muchacho acercándolo a su hija.
-Es un placer conocerla, señorita Akar -Edward besó su mano con delicadeza-. Déjeme decirle que esta noche luce usted muy hermosa.
Isabel era algo tímida, solo sonrió y dio las gracias ante tal cumplido.
Qué guapo, pensó Isabel. Edward tenía la piel blanca y cabello castaño. Sus ojos eran de un verde intenso muy bonito. Era alto, pero no tanto como a Isabel le hubiera gustado. Seguramente sería hijo de una de las familias mejor posicionadas.

La casa estaba muy iluminada, había luces hasta en las plantas. Damon dio un largo suspiro y subió los peldaños de la entrada a la casa. No pensaba ir a esa estúpida fiesta, pero Edward, su odioso compañero de orfanato, le dio una buena razón para ir: arruinarle su oportunidad con la chica.
Damon vio a lo lejos a quien seguramente sería la anfitriona. Le pareció una chica muy linda, su cabello era color rojo -poco común verlo en el pueblo. Isabel, pensó. Sabía que ese era su nombre porque el sacerdote se los dijo, sus palabras exactas habían sido "Isabel Akar es el nombre de la chica, para que no vayan a cometer una ridiculez".
Isabel se encontró con la mirada de Damon y éste aprovechó para atacar. Se abrió paso entre las personas hasta llegar a ella, quien no despegó la mirada en ningún momento.
-Así que es usted la chica del que todo Santa Villa está hablando -comentó sonriente Damon.
-Eso parece -respondió Isabel enderezando los hombros y dedicándole una de sus sonrisas torcidas- ¿Cuál es su nombre Sr.?
¿Sr.?
-Damon.
-Un gusto conocerle, Sr. Damon -sonrió.
El chico estuvo a punto de rodarle los ojos, pero en ese momento vio que Edward los estaba mirando y recordó por qué estaba haciendo lo que estaba haciendo.
Se inclinó hacia Isabel para susurrarle al oído que le concediera un baile. La chica quedó atónita y sentía como el corazón se le salia del pecho. No había tenido a ningún chico tan cerca como en ese momento lo estuvo Damon.

-Damon -saludó secamente Edward una vez que éste llegó a su lado-. Creí que estas fiestas eran ¿como las llamabas tú? Ah sí, estúpidas.
Damon observó a Edward de pies a cabeza y frunció el ceño.
-Nos dijeron que debíamos impresionar ¡demonios! ¿Qué rayos pasa con tu traje? -se burló.
Edward sonrió y bebió de la copa que tenía en la mano.
-¿Dónde dejaste tu planta de chico malo que siempre aparentas ser? pero que, claro, en realidad no lo eres.
-¿Quieres ver dónde está? Porque puede que te arrepientas y sería una lástima que esta fiesta terminara en un funeral.
Edward soltó una risotada.
-No te tengo miedo.
-Deberías.
-¿A qué demonios has venido, Damon? -preguntó fastidiado.
-¿Que no es obvio? He venido por la chica señaló con un movimiento de cabeza a Isabel, que de vez en cuando observaba a ambos chicos.
-La chica es mía. Deberías irte ya, no tienes las de ganar -dijo Edward seguro de si mismo.
-Si tú lo dices...
-¿Sabes qué es más importante que un trofeo? Las personas que te lo van a dar. Sus padres se mostraron muy receptivos conmigo. Mientras tenga a los suegros ganados, la chica es pan comido, incluso si por alguna extraña y errónea decisión ella te eligiera a ti, la decisión final la tomarían sus padres. Ellos se darán cuenta de que les convengo mas yo que tú -se acomodó su traje.
-Claro, porque un chico del orfanato es una mejor opción que otro.
Damon le dio una palmadita en el pecho a Edward antes de ir en busca de Isabel.
Los bailes estaban comenzando y ella le debía uno.

La chica equivocada (pequeña historia) #TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora