siete

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𝓡𝓮𝓬𝓾𝓮𝓻𝓭𝓸𝓼 𝔂 𝓛𝓪𝓶𝓮𝓷𝓽𝓸𝓼

𝓡𝓮𝓬𝓾𝓮𝓻𝓭𝓸𝓼 𝔂 𝓛𝓪𝓶𝓮𝓷𝓽𝓸𝓼

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Sakura estaba saliendo del hospital con su bata en mano, sus orbes verdes clavados en el piso pensativa pero alzó su mirada al escuchar su nombre. Miró con una ligera sonrisa a Itachi, uno de los amigos de Gisei y el tío de Sarada; alzó su mano saludándolo mientras se acercaba al mayor. Tenían una relación buena entre ambos, eran amigos después de lo que había pasado con aquella pelinegra de sonrisa apenada y se refugiaron en los recuerdos que tenían de ella, la salvadora de Itachi y Sakura.

—Hola, Itachi —se abrazaron castamente y comenzaron a caminar en dirección a la casa de la fémina—. ¿Cómo has estado? ¿Aún tienes recaídas?

—Para nada, Sakura; me siento perfecto —informó el pelinegro con su chaleco de Jōnin, viéndose demasiado bien con el traje—. ¿Cómo has estado tú y Sarada?

—Bien, demasiado bien.

Itachi estaba haciendo perfectamente el papel de tío protector y responsable, ya que desde que supo de la existencia de Sarada había ido corriendo para verla y hacerse cargo de las necesidades de la menor al saber demasiado bien que su pequeño hermano no iba a hacerlo; pero, por otra parte, hacerlo por su vieja amiga.

—Aunque Sarada ya sabe de Gisei.

El Uchiha miró rápidamente a la peli-rosa, tensando sus hombros y haciendo puños sus manos a la vez que largaba un largo suspiro y volvía su mirada hacia adelante, pensativo. Gisei, la pequeña amiga de su mejor amigo y la hermana del grupo, había sido la persona que detuvo a Sasuke antes de que se comiencen a herir de gravedad, parando la batalla y entregándole un pequeño frasco al Uchiha mayor, asegurándole que eso le ayudaría con su enfermedad.

La mujer que había cumplido con la última petición de Shisui antes de que fallezca: salvar a Itachi.

—¿Cuánto sabe?

—Lo básico, un poco sobre la relación que tuve con ella, sobre Shisui, que era amiga de Naruto pero nada más —contestó la Haruno desviando su mirada.

—¿Ella sabe que Gisei me salvó o que era mi amiga? —preguntó dedicándole una fugaz mirada a la menor, notando lo decaída que estaba.

—No, solo mencioné que era amiga de Shisui antes de que él falleciera.

Itachi asintió, tragándose las ganas de dar media vuelta y correr a otra parte para desahogar sus lamentables penas, las que todas tenían un gran cartel de luces llamativas que decía "Gisei". ¿Por qué se había ido cuando tenía todas las as de ganar en esa guerra? ¿Por qué no escuchó antes de actuar? ¿Por qué no pensó en las consecuencias?

—Sarada querrá saber si conocías a Gisei —mencionó Sakura apretando con fuerza la tela de su bata de hospital.

—Le diré todo.

Lo miró con un nudo en la garganta, pensando en lo fuerte y valiente que era Itachi al querer contar todo sobre lo que él sabía de Gisei, sabiendo demasiado bien que ella misma no podría hacerlo no sin antes largarse a llorar como si no hubiera un mañana.

—Está bien —asintió la peli-rosa.

—Aún conservas su anillo —exclamó el Uchiha notándolo y haciendo que la chica llevara su mano al anillo que tenía en una cadena y lo apretase con fuerza—. ¿Cuándo le dirás que se habían comprometido?

—A penas sabe el momento en que me pidió ser su novia, aún falta para llegar a ese momento de la historia —dijo abriendo la puerta del departamento y dejando entrar al Uchiha, ambos escuchando la voz de la pelinegra recitar unos versos que inmediatamente hizo que sus pieles se erizaran.

Hay ocasiones en la que perdemos el tiempo en hacer idioteces, en vez de pasar ese preciado tiempo con las personas que más queremos, apreciando cada gesto, cada frase, cada pensamiento de ellos porque sabemos que algún día ellos partirán de este mundo.

Es un poco triste el pensar que por muchos años estuvimos al lado de una persona que se ganó nuestro corazón y, al final, esta desaparece como las estrellas. 

La estrellas son hermosas y tan únicas, pero cada una tiene su tiempo en el cielo nocturno; uno que te dice: mírame, apóyame, disfrútame, apréciame porque pronto partiré.

Es doloroso cuando llega aquel temible tiempo y solo cerramos nuestros ojos deseando haber retrocedido las ajugas del reloj y pasar con aquella persona por un largo rato más. Diciéndole las cosas que no le hubiéramos dicho, abrazándole porque sabemos que después no lo podremos hacer y decirle un: Te quiero.

Todo el mundo le sucede eso, el quedar con las ganas de decirle y expresar muchas cosas al individuo que tomó la mano de un ángel y voló al cielo. De solo pensar en eso hace que unas inmensas ganas me den de retroceder en mis pasos, girarme y preguntarle a las personas que perdí: ¿Todo estará bien, verdad? ¿Tú lo estarás allá arriba?

A veces, no sabemos apreciar el tiempo y cometemos el error en pensar que esas personas estarán con nosotros toda la vida.

Reglas son reglas, y el tiempo es el tiempo.

Todo ya está predicho para que se cumpla, y el perderlos está ahí latente.

—¿Ese es el poema que escribió Gisei? —le preguntó en un susurro Itachi a Sakura y ésta asintió con lágrimas en sus ojos, manteniendo sus ojos clavados en la cabellera negra de su hija que recitaba el poema desde el salón.

—¿Tío Itachi? —se giró a ver la menor dejando la hoja que contenía aquel poema y corriendo a abrazarlo, siendo correspondida por el mayor—. ¿Cuándo volviste de la misión?

—Hace unas horas —respondió sereno el pelinegro agarrando lo que le tendía su sobrina, unos lentes de armazón negro, los que usaba cuando iba de visita a la casa—. Gracias, Sarada.

—No es nada, tío.

Sakura dejó a los Uchiha conversar mientras caminaba lentamente hacia ese poema que había escrito Gisei luego de la pérdida de su abuela. Lo agarró entre sus manos temblorosas y suspiró guardándolo entre las bastas páginas del libro favorito de aquella pelinegra, aquella mujer que fue el amor de su vida.

—Por cierto, mamá, ese poema era demasiado profundo y con muchos sentimientos —oyó a Sarada y apretó el libro con fuerza, sin girarse a ver a su hija—. Parecía viejo pero estaba bien cuidado, ¿quién escribió el poema?

Itachi apoyó sus manos en los hombros de la pelinegra, haciendo que ésta lo voltee a ver, recibiendo una negación por parte de su tío, mandándola a que no toque ese tema. Sin embargo, Sakura respondió.

—El poema lo escribió Gisei.


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Poema escrito por mí, se llama “Tiempo perdido”.

𝓡𝓮𝓬𝓾𝓮𝓻𝓭𝓸𝓼 𝔂 𝓛𝓪𝓶𝓮𝓷𝓽𝓸𝓼 | 𝕳𝖆𝖗𝖚𝖓𝖔 𝕾𝖆𝖐𝖚𝖗𝖆 ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora